" Dios protege al que confía en él, yo doy mi vida eterna a mis ovejas, nadie las arrancará de la mano de mi Padre".
  • Inicio
  • Salas de Oración
  • Oraciones en Vivo
  • Cons. al Inm. Corazón de María
  • Mes de Mayo
  • Promesas, Beneficios y Bendiciones S.R
  • Cuaresma
  • Adviento
  • Reflexiones al Sagrado Corazón
  • Programación
  • Blog
  • Santoral del Día
  • Tiempo Litúrgico
  • Reflexiones
  • Peticiones
  • Noticias
  • Rosario Viviente ULRA
  • Testimonios
  • Contacto RMCO
  • Adoración Eucarística

Miércoles Santo

Camino del Calvario

   Jesús se abraza a la cruz salvadora y nos enseña cómo debemos cargar con la nuestra: con amor, corredimiendo con Él a todas las almas, reparando por los propios pecados. Hoy podemos preguntarnos cómo llevamos las contrariedades y el dolor, si nos acercan a Cristo.

I. Tras una noche de dolor, de burlas y desprecio, Jesús, roto por el terrible tormento de la flagelación, es llevado para ser crucificado. Jesús es condenado a sufrir un doloroso castigo y la muerte reservada a los criminales. Al poco tiempo, todos ven que está demasiado débil para llevar sobre sus hombros la cruz hasta el Calvario. Un hombre, Simón de Cirene, que va camino de su casa, es forzado a cargar con ella. ¿Dónde están sus discípulos? Ninguno le ayuda a llevar el madero, lo ha de hacer un extraño, y obligado por la fuerza. Simón cogió el extremo de la cruz y lo cargó sobre sus hombros. El otro, el más pesado, el del amor no correspondido, el de los pecados de cada hombre, ése lo llevó Cristo, solo. Entre tanto desamparo solamente se le acerca una mujer de nombre Verónica a limpiarle el rostro con un amor de reparación. Pero el Señor está agotado y cae y se levanta por tres veces. “Has llegado en un buen momento para cargar con la Cruz: la Redención se está haciendo –ahora-, y Jesús necesita muchos cirineos.” (SAN JOSEMARÍA. ESCRIVÁ, Via Crucis)

 

II. A Jesús, formando parte del cortejo, y para hacer más humillante su muerte, le acompañan dos ladrones. Como ellos, hoy también se puede llevar la cruz de distintas formas. Hay cruz llevada con rabia, contra la que el hombre se revuelve lleno de odio, o al menos, de un profundo malestar; es una cruz sin sentido y sin explicación que aleja de Dios. Es la cruz de los que no quieren comprender el sentido sobrenatural del sufrimiento. Es una cruz que no redime: es la que lleva uno de los ladrones. El segundo ladrón lleva su cruz con resignación, incluso con dignidad humana, aceptándola porque no hay otro remedio, hasta que se da cuenta que Cristo está junto a él. Y finalmente, Jesús se abraza a la cruz salvadora y nos enseña cómo debemos cargar con la nuestra: con amor, corredimiendo con Él a todas las almas, reparando por los propios pecados. Hoy podemos preguntarnos cómo llevamos las contrariedades y el dolor, si nos acercan a Cristo.

 

 

III. En el Via Crucis meditamos que, en una de aquellas callejuelas, Jesús encontró con su Madre. “Con inmenso amor mira María a Jesús, y Jesús mira a su Madre; sus ojos se encuentran, y cada corazón vierte en el otro su propio dolor. El alma de María queda anegada en amargura, en la amargura de Jesucristo” (SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Via Crucis). Cuando el dolor y la aflicción nos aquejen, cuando se hagan más penetrantes, acudiremos a Santa María, Mater dolorosa, para que nos haga fuertes y para aprender a santificarlos con paz y serenidad.


Hoy, el Evangelio nos propone —por lo menos— tres consideraciones. La primera es que, cuando el amor hacia el Señor se entibia, entonces la voluntad cede a otros reclamos, donde la voluptuosidad parece ofrecernos platos más sabrosos pero, en realidad, condimentados por degradantes e inquietantes venenos. Dada nuestra nativa fragilidad, no hay que permitir que disminuya el fuego del fervor que, si no sensible, por lo menos mental, nos une con Aquel que nos ha amado hasta ofrecer su vida por nosotros.

 

La segunda consideración se refiere a la misteriosa elección del sitio donde Jesús quiere consumir su cena pascual. «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: ‘El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos’» (Mt 26,18). El dueño de la casa, quizá, no fuera uno de los amigos declarados del Señor; pero debía tener el oído despierto para escuchar las llamadas “interiores”. El Señor le habría hablado en lo íntimo —como a menudo nos habla—, a través de mil incentivos para que le abriera la puerta. Su fantasía y su omnipotencia, soportes del amor infinito con el cual nos ama, no conocen fronteras y se expresan de maneras siempre aptas a cada situación personal. Cuando oigamos la llamada hemos de “rendirnos”, dejando aparte los sofismas y aceptando con alegría ese “mensajero libertador”. Es como si alguien se hubiese presentado a la puerta de la cárcel y nos invita a seguirlo, como hizo el Ángel con Pedro diciéndole: «Rápido, levántate y sígueme» (Hch 12,7).

 

El tercer motivo de meditación nos lo ofrece el traidor que intenta esconder su crimen ante la mirada escudriñadora del Omnisciente. Lo había intentado ya el mismo Adán y, después, su hijo fratricida Caín, pero inútilmente. Antes de ser nuestro exactísimo Juez, Dios se nos presenta como padre y madre, que no se rinde ante la idea de perder a un hijo. A Jesús le duele el corazón no tanto por haber sido traicionado cuanto por ver a un hijo alejarse irremediablemente de Él

Hoy es Miércoles Santo. Un día «santo» porque en él se trasluce el misterio último de la libertad del hombre. No se trata de una libertad cualquiera: es la libertad del ser humano que ha sido hecho capaz de pronunciar su palabra y ofrecer su servicio delante de Dios.
Dios se nos ha hecho tan cercano en Jesús –somos tan libres a su lado- que a veces dejamos de ser conscientes de que dicha libertad es nuestra condición más propia. Vemos al Señor yendo y viniendo entre los hombres, lo vemos hablándolos y dejándose preguntar por ellos, tocándolos, esperándolos, corrigiéndolos, entrando en sus casas, sentándose a sus mesas. Y nos parece que su cercanía es una obviedad, algo que es así y no puede ser de otra manera: quizá a veces nos sintamos lejos del querer de Dios pero no solemos dudar de que Él tiene que estar al alcance de nuestro querer.

Sin embargo, la libertad de que gozamos no es una prerrogativa del hombre, sino un fruto de la liberalidad de Dios. Un Dios que pudo haber permanecido oculto en la esfera de su gloria, alejado de toda volubilidad humana. Pero Él nos habló y nos dio la libertad de hablarle; se entregó a nosotros y nos dio la libertad de entregarnos a Él. Lo dice Isaías, en una imagen que bien puede aplicarse al mismo Cristo: «Yo no me resistí ni me eché atrás: ofrecí la espalda, (...) las mejillas, (...) el rostro». En Jesús, Dios hizo posible que nos relacionásemos con él por nuestra propia voluntad, incluso hasta el extremo de poder pleitear contra él y hasta condenarle en un juicio sumarísimo.

El evangelio muestra con claridad esta libertad mayúscula de que gozamos. Tenemos, en primer lugar, una palabra libre ante Dios: «¿Soy yo acaso, Maestro?», pregunta Judas. «Tú lo has dicho», dice Jesús. Nuestra palabra tiene consistencia delante de Cristo, incluso cuando es una palabra blasfema, envenenada. Tenemos también, en segundo lugar, una misión libre ante Dios: «¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua?», dicen los discípulos. «Id a la ciudad», dice Jesús. Nuestro servicio tiene consistencia delante de Cristo, incluso si es un servicio torpe o ingenuo. Podemos inquirir a Cristo y obedecerle, podemos hablarle y servirle... Ahora bien, nuestra palabra y ofrenda, que son libres ante Dios, acabarán corrompiéndose si no se convierten poco a poco en lo que están llamadas a ser: palabra y ofrenda libres con y para Dios.

Dejemos hoy que la libertad del hombre llegue hasta nosotros en todo su misterio, que Cristo nos diga a cada uno: «Tú lo has dicho». Y al hablarle, ¿será nuestro diálogo el culmen de la amistad o el comienzo del desencuentro? 

Ya estamos en el umbral de la Pasión. Es Miércoles Santo. Mañana celebraremos la Misa vespertina “en la cena del Señor”, y pasado mañana será el Viernes Santo. El pasaje evangélico que nos presenta la liturgia para hoy es precisamente la preparación de la cena, y la versión de Mateo de la traición de Judas (Mt 26,14-25). Pero el énfasis parece estar en la traición de Judas, pues comienza y termina con esta. Los preparativos y la cena parecen ser un telón de fondo para el drama de traición.

La lectura comienza así: “En aquel tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, se presentó a los sumos sacerdotes y les propuso: ‘¿Qué estáis dispuestos a darme, si os lo entrego?’ Ellos se ajustaron con él en treinta monedas (Mateo es el único que menciona la cantidad acordada de “treinta monedas” Marcos y Lucas solo mencionan “dinero”). Y desde entonces andaba buscando ocasión propicia para entregarlo”.

La trama de la traición continúa desarrollándose durante la cena: “Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar”. Luego sigue un intercambio entre Jesús y sus discípulos, que culmina con Judas preguntando: “¿Soy yo acaso, Señor?”, a lo que Jesús respondió: “Tú lo has dicho”. Esto ocurría justo antes de la institución de la Eucaristía.

Siempre que escucho la historia de la traición de Judas, recuerdo mis días de infancia y adolescencia cuando en mi pueblo natal se celebraba la quema de una réplica de Judas. Era como si emprendiéndola contra Judas, el pueblo entero tratara de echarle a este toda la culpa por la muerte de Jesús; como si dijéramos: “Si yo hubiese estado allí, no lo hubiese permitido”.

La realidad es que la traición de Judas fue el último evento de una conspiración de los poderes ideológico-religiosos de su tiempo, que llevaban tiempo planificando la muerte de Jesús. La suerte de Jesús estaba echada. Judas fue un hombre débil de carácter que sucumbió ante la tentación y se convirtió en un “tonto útil” en manos de los poderosos.

Es fácil echarle culpa a otro; eso nos hace sentir bien, nos justifica. Pero se nos olvida que Jesús murió por los pecados de toda la humanidad, cometidos y por cometer. Eso nos incluye a todos, sin excepción. Todos apuntamos el dedo acusador contra Judas, pero, ¿y qué de Pedro? ¿Acaso no traicionó también a Jesús? ¡Ah, pero Pedro se arrepintió y siguió dirigiendo la Iglesia, mientras Judas se ahorcó! Esta aseveración suscita tres preguntas, que cada cual debe contestarse: ¿Creen ustedes que Dios dejó de amar a Judas a raíz de la traición? ¿Existe la posibilidad de que Judas se haya arrepentido en el último instante de su vida? De ser así, ¿puede Dios haberle perdonado?

¿Y qué de los demás discípulos, quienes a la hora de la verdad le abandonaron, dejándolo solo en la cruz?

No pretendo justificar a Judas. Tan solo quiero recalcar que él no fue el único que traicionó a Jesús, ni será el último. ¿Quiénes somos nosotros para juzgarlo? Hoy debemos preguntarnos: ¿Cuántas veces te he traicionado, Señor? ¿Cuáles han sido mis “treinta monedas”?

Estamos por entrar al núcleo de la Semana Santa; el Evangelio nos pone sobre un importante personaje que nos ayuda a meditar en los momentos que le hemos fallado a Dios. Pero más aún, para pensar en aquellas caídas de las cuales no hemos querido levantarnos como Dios lo hubiese deseado.

Judas dejó de creer. Cayó en la indiferencia después de haber visto lo que tantos profetas y reyes añoraban contemplar. Comenzó a pensar con una mentalidad puramente terrenal. Podemos decir que fue el discípulo que no quiso confiar, no quiso ver, no quiso… y Dios respetó ese deseo, no se impuso, pues nos ha regalado, misteriosamente, la libertad para elegir.

Aquel discípulo es el hombre con el que nos podemos comparar cuando no queremos responder a la llamada de Dios. Es difícil hacer esta comparación, pues se trata de recordar el «no» que le pudimos haber dado a Dios. Judas, tal vez un poco tarde, se dio cuenta de sus actos. Y, sin querer ser guiado por el Espíritu Santo, hizo lo que sus impulsos le indujeron hacer. Los malos sentimientos se apoderaron de él para actuar como lo hizo y no supo levantarse.

En esta Semana Santa contemplemos y meditemos las llagas que fueron causa de cada uno de nuestros pecados y busquemos la oportunidad de sanarlas.

«Para mí, la figura que más me hace pensar en la actitud del Señor con la oveja perdida es la actitud del Señor con Judas. La oveja descarriada más perfecta en el Evangelio es Judas. Él es un hombre que siempre, siempre tenía algo de amargura en el corazón, algo para criticar de los demás, siempre distanciado: un hombre que no conocía la dulzura de la gratuidad de vivir con todos los demás. Y dado que esta oveja no estaba satisfecha, escapaba. Judas escapaba porque era un ladrón, otros son lujuriosos e igualmente escapan porque existe esa tiniebla en el corazón que les aleja del grey. Estamos ante esa doble vida que existe en tantos cristianos.»
(Homilía de S.S. Francisco, 6 de diciembre de 2016, en santa Marta).

  • Miercoles de ceniza
  • Jueves después de ceniza
  • Viernes después de ceniza
  • Sábado después de ceniza
  • PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
  • Primer Lunes de Cuaresma
  • Primer Martes de Cuaresma
  • Primer Miercoles de Cuaresma
  • Primer Jueves de Cuaresma
  • Primer Viernes de Cuaresma
  • Primer Sábado de Cuaresma
  • SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
  • Segundo Lunes de Cuaresma
  • Segundo Martes de Cuaresma
  • Segundo Miércoles de Cuaresma
  • Segundo Jueves de Cuaresma
  • Segundo Viernes de Cuaresma
  • Segundo Sabado de Cuaresma
  • TERCER DOMINGO DE CUARESMA
  • Tercer Lunes de Cuaresma
  • Tercer Martes de Cuaresma
  • Tercer Miércoles de Cuaresma
  • Tercer Jueves de Cuaresma
  • Tercer Viernes de Cuaresma
  • Tercer Sábado de Cuaresma
  • CUARTO DOMINGO DE CUARESMA
  • Cuarto Lunes de Cuaresma
  • Cuarto Martes de Cuaresma
  • Cuarto Miércoles de Cuaresma
  • Cuarto Jueves de Cuaresma
  • Cuarto Viernes de Cuaresma
  • Cuarto Sábado de Cuaresma
  • QUINTO DOMINGO DE CUARESMA
  • Quinto Lunes de Cuaresma
  • Quinto Martes de Cuaresma
  • Quinto Miercoles de Cuaresma
  • Quinto Jueves de Cuaresma
  • Viernes de Dolores
  • Sábado de Dolores
  • DOMINGO DE RAMOS
  • Lunes Santo
  • Martes Santo
  • Miércoles Santo
  • Jueves Santo
  • Viernes Santo
  • Sábado de Gloria
  • DOMINGO DE RESURECCION
  • OCTAVA DE PASCUA

Hora actual en
Santiago, Chile


Facebook

Twiiter

WordPress

Youtube





« Te lo pedimos Señor »


Lecturas del Sábado de la 3ª semana de Pascua

Primera lectura :

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles (9,31-42)

 

Salmo :

Sal 115,12-13.14-15.16-17

 

Evangelio :

Lectura del santo evangelio segun san Juan (6,60-69)

Flag Counter
Contador de visitas y estadísticas
Gracias por tu visita

Desde 16 oct 2011

Free counters!

        Bienvenidos a RMCO

mié 08 oct 2014

BceP Incluir oración/solicitar Gadget

EWTN RED GLOBAL CATOLICA


Aviso legal | Política de privacidad | Mapa del sitio
© 2011-2026 RMCO en Chile
Inicia sesión Salir | Editar
  • Inicio
  • Salas de Oración
  • Oraciones en Vivo
  • Cons. al Inm. Corazón de María
    • Día 1-
    • Día 2 -
    • Día 3-
    • Día 4-
    • Día 5-
    • Día 6-
    • Día 7-
    • Día 8-
    • Día 9-
    • Día 10-
    • Día 11-
    • Día 12-
    • Día 13-
    • Día 14-
    • Día 15-
    • Día 16-
    • Día 17-
    • Día 18-
    • Día 19-
    • Día 20-
    • Día 21-
    • Día 22-
    • Día 23-
    • Día 24-
    • Día 25-
    • Día 26-
    • Día 27-
    • Día 28-
    • Día 29-
    • Día 30-
    • Día 31-
    • Día 32-
    • Día 33-
  • Mes de Mayo
    • Día 1
    • Día 2
    • Día 3
    • Día 4
    • Día 5
    • Día 6
    • Día 7
    • Día 8
    • Día 9
    • Día 10
    • Día 11
    • Día 12
    • Día 13
    • Día 14
    • Día 15
    • Día 16
    • Día 17
    • Día 18
    • Día 19
    • Día 20
    • Día 21
    • Día 22
    • Día 23
    • Día 24
    • Día 25
    • Día 26
    • Día 27
    • Día 28
    • Día 29
    • Día 30
    • Dia 31
    • ORACIONES
  • Promesas, Beneficios y Bendiciones S.R
    • Beneficios del Santo Rosario
    • Bendiciones del Santo Rosario
  • Cuaresma
    • Miercoles de ceniza
    • Jueves después de ceniza
    • Viernes después de ceniza
    • Sábado después de ceniza
    • PRIMER DOMINGO DE CUARESMA
    • Primer Lunes de Cuaresma
    • Primer Martes de Cuaresma
    • Primer Miercoles de Cuaresma
    • Primer Jueves de Cuaresma
    • Primer Viernes de Cuaresma
    • Primer Sábado de Cuaresma
    • SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA
    • Segundo Lunes de Cuaresma
    • Segundo Martes de Cuaresma
    • Segundo Miércoles de Cuaresma
    • Segundo Jueves de Cuaresma
    • Segundo Viernes de Cuaresma
    • Segundo Sabado de Cuaresma
    • TERCER DOMINGO DE CUARESMA
    • Tercer Lunes de Cuaresma
    • Tercer Martes de Cuaresma
    • Tercer Miércoles de Cuaresma
    • Tercer Jueves de Cuaresma
    • Tercer Viernes de Cuaresma
    • Tercer Sábado de Cuaresma
    • CUARTO DOMINGO DE CUARESMA
    • Cuarto Lunes de Cuaresma
    • Cuarto Martes de Cuaresma
    • Cuarto Miércoles de Cuaresma
    • Cuarto Jueves de Cuaresma
    • Cuarto Viernes de Cuaresma
    • Cuarto Sábado de Cuaresma
    • QUINTO DOMINGO DE CUARESMA
    • Quinto Lunes de Cuaresma
    • Quinto Martes de Cuaresma
    • Quinto Miercoles de Cuaresma
    • Quinto Jueves de Cuaresma
    • Viernes de Dolores
    • Sábado de Dolores
    • DOMINGO DE RAMOS
    • Lunes Santo
    • Martes Santo
    • Miércoles Santo
    • Jueves Santo
    • Viernes Santo
    • Sábado de Gloria
    • DOMINGO DE RESURECCION
    • OCTAVA DE PASCUA
  • Adviento
    • Día 1 Domingo de Adviento
    • Día 2 Lunes
    • Día 3 Martes
    • Día 4 Miercoles
    • Día 5 Jueves
    • Día 6 Viernes
    • Día 7 Sábado
    • Dia 8 -2 -Domingo de Adviento
    • Día 9 Lunes
    • Día 10 Martes
    • Día 11 Miercoles
    • Día 12 Jueves
    • Día 13 Viernes
    • Día 14 Sabado
    • Día 15- 3 -Domingo de Adviento
    • Día 16 Lunes
    • Día 17 Martes
    • Día 18 Miércoles
    • Día 19 Jueves
    • Día 20 Viernes
    • Día 21 Sabado
    • Día 22 - 4- Domingo de Adviento
    • Lunes a 5 Domingo de Adviento
    • Día 23
    • Día 24
    • Día 25
    • Día 26
    • Día 27
    • Día 28
    • Día 29
    • Día 30
    • Dia 31
    • Octava de Pascua
    • ORACIONES
  • Reflexiones al Sagrado Corazón
    • Día 1
    • Día 2
    • Día 3
    • Día 4
    • Día 5
    • Día 6
    • Día 7
    • Día 8
    • Día 9
    • Día 10
    • Día 11
    • Día 12
    • Día 13
    • Día 14
    • Día 15
    • Día 16
    • Día 17
    • Día 18
    • Día 19
    • Día 20
    • Día 21
    • Día 22
    • Día 23
    • Día 24
    • Día 25
    • Día 26
    • Día 27
    • Día 28
    • Día 29
    • Día 30
    • ORACIONES
  • Programación
  • Blog
  • Santoral del Día
    • 7 Domingos de San Jose
    • ORACIONES DE SAN JOSE
    • Santoral Enero
    • Santoral Febrero
    • Santoral Marzo
    • Santoral Abril
    • Santoral Mayo
    • Santoral Junio
    • Santoral Julio
    • Santoral Agosto
    • Santoral Septiembre
    • Santoral Octubre
    • Santoral Noviembre
    • Santoral Diciembre
  • Tiempo Litúrgico
    • Mes de Maria Chile
      • Dia 1
      • Dia 2
      • Dia 3
      • Dia 4
      • Dia 5
      • Dia 6
      • Dia 7
      • Dia 8
      • Dia 9
      • Dia 10
      • Dia 11
      • Dia 12
      • Dia 13
      • Dia 14
      • Dia 15
      • Dia 16
      • Dia 17
      • Dia 18
      • Dia 19
      • Dia 20
      • Dia 21
      • Dia 22
      • Dia 23
      • Dia 24
      • Dia 25
      • Dia 26
      • Dia 27
      • Dia 28
      • Dia 29
      • Dia 30
      • Dia 31
      • Dia 31
      • Dia 32
    • Caminata de la Encarnación
    • Oraciones a la Divina Providencia
    • 40 Ave Marias las Benditas
  • Reflexiones
  • Peticiones
  • Noticias
  • Rosario Viviente ULRA
    • Pequeño Manual del Rosario Viviente
    • Sacramentales
    • Casas Misioneras
  • Testimonios
  • Contacto RMCO
  • Adoración Eucarística
Cerrar