Oración al Espíritu Santo
¡Oh, Espíritu Santo, lazo divino que unís al Padre con el Hijo
en un inefable y estrechísimo lazo de amor!
Espíritu de luz y de verdad, dignaos derramar
toda la plenitud de vuestros dones sobre mi pobre alma,
que solemnemente os consagro para siempre,
a fin de que seáis su preceptor, su director y su maestro.
Os pido humildemente fidelidad a todos vuestros deseos e inspiraciones
y entrega completa y amorosa a vuestra divina acción.
¡oh, Espíritu Creador! Venid, venid a obrar en mí
la renovación por la cual ardientemente suspiro;
renovación y transformación tal que sea como una nueva creación,
toda de gracia, de pureza y de amor,
con la que dé principio de veras a la vida
enteramente espiritual, celestial, angélica y divina
que pide mi vocación cristiana.
¡Espíritu de santidad, conceded a mi alma
el contacto de vuestra pureza, y quedará más blanca que la nieve!
¡Fuente sagrada de inocencia, de candor y de virginidad,
dadme a beber de vuestra agua divina,
apagad la sed de pureza que me abrasa,
bautizándome con aquel bautismo de fuego
cuyo divino bautisterio es vuestra divinidad, sois vos mismo!
Envolved todo mi ser con sus purísimas llamas.
Destruid, devorad, consumid en los ardores del puro amor
todo cuanto haya en mí que sea imperfecto, terreno y humano;
cuanto no sea digno de vos.
Que vuestra divina unción renueve mi consagración
como templo de toda la Santísima Trinidad
y como miembro vivo de Jesucristo,
a quien, con mayor perfección aunque hasta aquí,
ofrezco mi alma, cuerpo, potencias y sentidos con cuanto soy y tengo.
Heridme de amor, ¡Oh, Espíritu Santo!,
con uno de esos toques íntimos y sustanciales,
para que, a manera de saeta encendida,
hiera y traspase mi corazón,
haciéndome morir a mí mismo
y a todo lo que no sea el Amado.
Tránsito feliz y misterioso
que vos sólo podéis obrar, ¡oh, Espíritu divino!,
y que anhelo y pido humildemente.
Cual carro de divino fuego,
arrebatadme de la tierra al cielo,
de mí mismo a Dios,
haciendo que desde hoy more ya
en aquel paraíso que es su corazón.
Infundidme el verdadero espíritu de mi vocación
y las grandes virtudes que exige
y son prenda segura de santidad:
el amor a la cruz y a la humillación
y el desprecio de todo lo transitorio.
Dadme, sobre todo, una humildad profundísima
y un santo odio contra mí mismo.
Ordenad en mí la caridad
y embriagadme con el vino que engendra vírgenes.
Que mi amor a Jesús sea perfectísimo,
hasta llegar a la completa enajenación de mí mismo,
a aquella celestial demencia que hace perder
el sentido humano de todas las cosas,
para seguir las luces de la fe
y los impulsos de la gracia.
Recibidme, pues, ¡Oh, Espíritu Santo!;
que del todo y por completo me entregue a vos.
Poseedme, admitidme en las castísimas delicias de vuestra unión,
y en ella desfallezca y expire de puro amor
al recibir vuestro ósculo de paz.
¡Oh Espíritu Santo, divino Paráclito, Padre de los pobres, Consolador de los afligidos, santificador de las almas, heme aquí, postrado ante tu presencia. Te adoro con la más profunda sumisión, y repito mil veces con los serafines que están ante tu trono: ¡Santo! ¡Santo! ¡Santo!
Tú, que has llenado de inmensas gracias el alma de María e inflamado de santo celo los corazones de los apóstoles, dígnate también abrasar mi corazón con tu amor.
Tú eres un espíritu divino, fortifícame contra los malos espíritus; tú eres fuego, enciende en mí el fuego de tu amor, tú eres luz, ilumíname, hazme conocer las verdades eternas; tú eres una paloma, dame costumbres puras; eres un soplo lleno de dulzura, disipa las tempestades que levantan en mí las pasiones; eres una nube, cúbreme con la sombra de tu protección; en fin, a ti que eres el autor de todos los dones celestes: ¡ah!
Te suplico, vivifícame con la gracia, santifícame con tu caridad, gobiérname con tu sabiduría, adóptame como tu hijo por tu bondad, y sálvame por tu infinita misericordia, para que no cese jamás de bendecirte, de alabarte y de amarte; primero en la tierra durante mi vida, y luego en el cielo durante toda la eternidad.
Te mostramos la mejor Oración al Espíritu Santo, para que te conceda sus dones y te ayude en tus plegarias:
¡Oh! Espíritu Santo, te invoco
con mucha fe, por el poder que Dios te ha otorgado,
implorando por tu gracia, me concedas los dones
que tu puedes brindar, asi mismo, me selles
con tu santo espíritu, pues tuyo soy,
y anhelo estar por siempre, cerca de la presencia de Dios.Espíritu Santo, ¡Espíritu generoso!
concédeme el gozo de la salvación.
Dame sabiduría y entendimiento
como le distes al Rey Salomón,
para que pueda resolver las situaciones o conflictos,
que la dinámica de la vida misma nos pueda presentar
y saber discernir entre el bien y el mal.Espíritu Santo, Espíritu recto,
te pido también el Don del Consejo, para que pueda ofrecer
respuestas prudentes, sabias, oportunas y acertadas;
que ameriten grandes determinaciones
asi como tambien la toma de decisiones.¡Oh! Espiritu Santo, espiritu de Libertad,
dale paz y regocijo a mi alma,
líbrame de las tribulaciones y angustia
concédeme el don de la piedad, para que sea sensible
al dolor ajeno y practique la misericordia y la bondad
Renueva un espíritu noble dentro de mí,
¡lléname con tu amor! Amén.
El Espíritu Santo es la tercera persona de la santísima trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Jesucristo dijo que si invocamos al espíritu santo, el vendría sobre nosotros.
Orar al Espíritu Santo, carpara que este sobre nosotros, nos unja y nos proteja es de gran valor espiritual, por cuanto Dios le concede el poder de otorgarnos sus dones: temor de Dios, sabiduría y entendimiento, fortaleza, piedad, entre otros.
Cuan todo el Espíritu Santo mora en nosotros, aunque no le vemos, podemos sentir sus manifestaciones tales como: regocijo o paz interior, amor hacia nuestros semejantes y también hacia nosotros mismos, mansedumbre y autodominio, cualidades estas que son indispensables para coexistir.
Oh Espíritu Santo, que viniste a Jesús,
te pido vengas a mi,
pues con mucha devoción,
clamo por tu protección.
Oh Espíritu de bondad, que ungiste a Jesús,
te ruego benignidad,
que seas tu mi bienhechor
para que lleno de amor
me pueda manifestar.
Oh, Espíritu de libertad, que dirigiste a Jesús,
te imploro tu dirección,
sabiduría y entendimiento
que en mi mente y corazón,
prevalezca la razón.
Oh, Espíritu recto, que moraste en Jesús,
te suplico mores en mi,
y que tengas piedad
y me limpies de pecados y maldad.
Oh Espíritu generoso, que regocijaste a Jesús,
concédeme la paz y gozo de tu amor
para que con mis acciones
te glorifique mi Señor.
Oh, Espíritu de Santidad, que perteneciste en Jesús,
ayúdame a eliminar
todo rastro de maldad,
y abrázame con piedad
para el perdón alcanzar.
Oh Espíritu de adopción, que habitabas en Jesús,
apodérate de mi,
de mi humilde corazón,
para que pueda gozar,
de los dones que tu das
tolerancia y paz, ante la diversidad.
Oh, Espíritu de Cristo,
llena mi alma del don de la fortaleza
para que no desvanezca, ante tanta crueldad
y así mismo tu consejo
pueda seguir hasta viejo.Amén.
Santo Espíritu, divino Espíritu,
el día de hoy, vengo a tus brazos por tu socorro,
para que me ayudes en las difíciles circunstancias en las que me encuentro,
que para mí se vuelven imposibles de realizar,
deposito toda mi fe y esperanza en ti,
y confío rectamente en que escucharás mis suplicas,
y me darás pronta solución a mis problemas,
te lo pido, dame la bendición para lograr lo que necesito:(Menciona lo que quieres conseguir).
Santo Espíritu, te amo y te bendigo,
infinito consuelo de Dios y Jesús,
repleto de virtudes y dones,
sáname en estas complicadas situaciones,
ilumina y traza un camino en mi vida,
bendíceme hoy, mañana y siempre,
y yo te glorificaré y te agradeceré eternamente.Ven a nosotros, Santo Espíritu, rodéate de nuestra gente,
sé su luz, su fortaleza, su consuelo,
su defensa impenetrable, protégelos,
llena sus corazones de regocijo,
y calcina los malos sentimientos de su corazón,
para que sólo habiten las llamas de tu amor,
tu pasión y tu poder de sanación.Dame la ayuda que necesito,
bríndame tu mano milagrosa,
y así podré alcanzar lo que me proponga,
porque tú y el Señor todopoderoso son uno.En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Espíritu Santo celestial,
te ruego por la gloria del Señor todopoderoso,
y que sanes cada enfermedad que habita
en el cuerpo de mis familiares, amigos, conocidos y
personas con quienes comparto en mi centro de oración.Espíritu Santo celestial,
haz que su fe crezca inmensamente, que su esperanza se reproduzca
y que sus oraciones sean para el sempiterno Dios,
para que, de esta manera, el reino celestial sea más extenso,
se forme una cadena de oración y testimonios de tu presencia
y habites en el corazón de estas nobles personas por siempre.Espíritu Santo celestial,
esto lo pido a tu nombre, porque el poder de la Santísima Trinidad no conoce barreras,
porque todo lo que en ti sea pedido con fe, será atendido,
porque el Señor es mi buen pastor y yo pertenezco a las ovejas de su rebaño.Tu infinito amor es real, y antes de conocer los resultados de mi oración,
te agradezco por escucharme, porque sé que tú cumplirás en mí y en los que pedí.Te agradezco por curar las enfermedades en este momento, Espíritu Santo,
te agradezco por tu atención y misericordia. Amén.
Contra la necedad y el estorbo,
otórgame el don de la sabiduría,
para ser librado de no topar con la insensatez,
la torpeza y el tedio de crueldad.Contra la fuerza bruta y rudeza,
otórgame el don del entendimiento,
para llegar a un acuerdo con aquellos que
desean hacerme daño,
y así evitar las dudas, desconfianzas y complicaciones.Contra la precipitación,
otórgame el don del consejo,
para librar de toda mal decisión,
pensar con claridad mi ideas
y saber ayudar a quien lo necesita.Contra la ignorancia,
otórgame el don de la ciencia,
para no caer en las trampas del enemigo,
me haga pecar con sus tentaciones diabólicas,
y poder conducir mi vida a un camino de salvación.Contra la cobardía, el miedo y la timidez,
otórgame el don de la fortaleza,
y no ser acorralado por ser temeroso,
miedoso, y la debilidad
que me produce estar en una situación difícil.Contra la dureza,
otórgame el don de la piedad,
para que me libre de la rabia, el dolor,
la crueldad y estoicismo.Contra el ego y la superioridad,
otórgame el don de temor a Dios,
para acertarlo a él como mi único Dios
y Señor, capaz de darme las órdenes celestiales
más concisas y yo obedeceré sin reproches.Amén.
Oh Espíritu Santo,
Amor del Padre, y del Hijo,
Inspírame siempre
lo que debo pensar,
lo que debo decir,
cómo debo decirlo,
lo que debo callar,
cómo debo actuar,
lo que debo hacer,
para gloria de Dios,
bien de las almas
y mi propia santificación.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Espíritu Santo,
Dame agudeza para entender,
capacidad para retener,
método y facultad para aprender,
sutileza para interpretar,
gracia y eficacia para hablar.
Dame acierto al empezar,
dirección al progresar,
y perfección al acabar.
Amén.
Pacifícame, fuente de paz verdadera
"Espíritu Santo,
fuente de la paz verdadera, ven.
Pacifica mis miedos.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis ansiedades.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis obsesiones.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis remordimientos.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis malos recuerdos.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis insatisfacciones.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis rencores.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis tristezas.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica mis nerviosismos.
Ven Espíritu Santo.
Pacifica toda mi vida.
Ven Espíritu Santo.
Amén."