Día 19: María, Madre, en cuya casa todos servíais a todos sin dar espacio a la pereza: ayúdame a cumplir con mi
deber sin exigencias ni malos humores.
Te ofrezco: ayudar más en casa.
Meditación: María, como el lucero del alba, nos anuncia el Nacimiento de Jesús, Sol de Justicia. Ella, la puerta del Cielo, nos sube peldaño a peldaño hacia su Hijo Amado, pidiéndonos con amor que tengamos humildad de corazón, viviendo las virtudes que en Ella destellan, como verdaderos discípulos y dignos hijos. Seamos sinceros y de corazón recto para subir de su mano al Cielo.
Oración: ¡Estrella de la mañana, nuestra soberana!, marca nuestro camino que es el mismo Cristo, para que no caigamos en ningún desvío y estemos siempre contigo. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Dar testimonio a alguien cercano sobre las virtudes de María, y su importancia como el más fácil y corto camino a Cristo. Recomendar también la lectura del libro de San Luis Grignon de Montfort: “Tratado sobre la verdadera devoción a María”.
Santa María, ¡Madre de Dios y Madre mía! Eres más madre que todas las madres juntas: cuídame como Tú sabes.
Tulipán
Mes de mayo
Día 19
La primera oración que aprendemos siendo niños, junto con el Padre nuestro, es el Ave María. De esa forma tan natural vamos creciendo con la conciencia de que tenemos e el cielo un Padre que nos ama y una Madre que vela por nosotros con ternura.
Dios es nuestro Padre y ha querido que en el orden sobrenatural no carezcamos de una Madre que nos engendra a la vida de la gracia y que a lo largo de nuestra vida nos dispensa todos los cuidados para que esa vida sobrenatural crezca, se desarrolle y logremos alcanzar la vida eterna.
Ese es el plan de salvación trazado por Dios. No hay otro. Por eso María es la Madre de todos los hombres.
En esa oración tan entrañable la saludamos utilizando las mismas palabras con las que el Arcángel San Gabriel la saludó en la Anunciación: Ave Maria, llena de gracia.
Se entiende por gracia divina o gracia santificante un favor o don gratuito concedido por Dios para ayudar al hombre a cumplir los mandamientos, salvarse o ser santo, como también se entiende el acto de amor unilateral e inmerecido por el que Dios llama continuamente las almas hacia Sí.
La Virgen recibió del Señor todas las gracias que Cristo obtuvo mediante su obra Redentora. En María todo es gracia y virtud, lo cual no la eximió de la necesidad de su colaboración con las gracias recibidas. Esta colaboración hizo meritorias ante Dios toda y cada una de sus obras interiores y exteriores.
El haber recibido en plenitud la gracia no supone que Ella lo tuviese más fácil que nosotros, por el contrario requirió de Ella el ejercicio de todas las virtudes en grado heroico, un grado de heroicidad muchísimo más elevado que el ejercitado por cualquiera de los santos. Ella es la Reina de todos los Santos porque los supera a todos en gracia y en el grado de correspondencia a la gracia. María correspondió a cada una de las gracias recibidas con absoluta perfección.
Ejercitó la fe, la esperanza, la caridad y todas las virtudes en grado sumo y perfectísimo. Por eso es para nosotros "Modelo de entrega a Dios" e "Ideal de santidad".
El desconocimiento de esta colaboración de María con las gracias recibidas es el falso argumento utilizado por Satanás para enfriar la devoción a María en muchas almas. Estas almas ignorantes piensan que la Virgen no tuvo méritos ya que recibió todas las gracias y virtudes de Dios. Desconocen que la gracia exigía su colaboración, que Ella ofreció con toda su alma, con toda su mente, con todo su ser a disposición de Dios.
Desconocen estas almas cuya devoción a la Madre es más bien tibia, que si a María le fue dado más que a cualquier otra criatura y más que a todos los santos juntos, también se le exigió más que a cualquier otra criatura y más que a todos los santos juntos.
A quien mucho se le dio mucho se le exigió y a quien más se le dio más se le exigió. A nuestra Madre se le dio y se le exigió el mucho y el más, es decir, el todo.
No solamente se le dieron en plenitud las gracias, sino que le fue dado como hijo a Aquél que es el autor mismo de la gracia. No cabe más en criatura humana.
Al meditar estas verdades de fe hemos de pensar que la gracia de Dios es indispensable para tener vida sobrenatural en nosotros, para poder ejercitar las virtudes y toda clase de buenas obras. La gracia de Dios es indispensable para poder alcanzar la salvación, la vida eterna.
Para todo ello necesitamos la gracia y necesitamos corresponder, cooperar para que así nuestras acciones sean meritorias y medio para alcanzar la salvación.
En orden a la salvación nada podemos hacer por nosotros mismos. Sin Cristo y sin su gracia no podemos hacer nada. Es esta una de las verdades fundamentales más olvidadas y desconocidas hoy en día.
El buenismo es un engaño pernicioso. La vida sobrenatural y la salvación eterna no se alcanzan por no ser malos o por no hacer grandes y terribles cosas malas. Sólo hay un medio que es la gracia divina y la correspondencia del ser humano a la gracia.
El canal ordinario y principal de la gracia no es otro que los sacramentos. A través de ellos recibimos objetivamente todas las gracias necesarias para salvarnos. Luego falta nuestra cooperación ejercitando la virtud -Mandamientos de la ley de Dios, obras de misericordia, ejercicio de las virtudes teologales, cardinales y morales; vivencia de las bienaventuranzas- y combatiendo el mal.
Te pedimos, Madre, que nos enseñes a valorar la gracia divina como la mayor y única riqueza que verdaderamente necesitamos. Que nos otorgues toda la fortaleza para corresponder a la gracia de Dios y resistir al maligno, y todo el entusiasmo y empuje para desear y realizar el bien siguiendo las huellas de Cristo tu hijo.
Fruto: Valorar debidamente y colaborar con la gracia divina para salvarnos
19 de Mayo
Hoy, te pedimos, dulcísima Virgen, derrames el tesoro de tu Prudencia y tu Obediencia sobre el gobierno de nuestra Nación; haz que reconozca los Derechos de Dios y acate la Ley Natural, a fin de que fundidos en un solo corazón, el de Jesús, a Quien nuestra patria fue consagrada, gobernantes y gobernados, salvemos nuestro Ecuador. Da valentía a nuestros Pastores para que fieles al Evangelio, orienten la conciencia de todos, gobernantes y gobernados, por las sendas de la Moral católica.
Obsequio: Rezar por nuestra Patria a diario y formarnos sobre los Mandamientos de la Ley de Dios que han de regir nuestra vida pública y privada.
Día diecinueve
I. Malva-rosa y de olor, y la pasionaria
1. La pasionaria es una flor que se abre en ma y o, y nos descubre la figura de una corona de espinas, cinco llagas, y tres clavos sobre una estrella de diez rayos y la hoja tiene el número siete; pero de por sí no puede formar ramillete por - que le falta olor. La juntaremos con la malva-rosa, y la de olor con sus especies .
II. La paciencia
2. Puesto el hombre en marcha por el camino de la virtud, ha de sostenerse en medio de las pruebas, tribulaciones y contradicciones, firme, fuerte, leal, in variable. Sostener , aguantar, soportar y sufrir las penas y persecuciones que por causa de la virtud nos vienen, es cosa de la paciencia. La pasión nuestra, sufrida por Dios, es una flor . La malva-rosa es otra flor: su hoja es muy dulce y suave... la pena se convierte en consuelo y es suave la carga cuando se lle va por Dios . La malva, en varias de sus especies, despide una fragancia muy delicada, fina y suave cuando se aplasta, se comprime y se aprieta. Así es la virtud de la paciencia; si la pena, la tribulación y la persecución la toca, la muele y la pisa, es precisamente en la presión que llena el jardín de un perfume muy aromático y de gusto muy suave.
III. La pasión, o paciencia de María
3. María en su pasión nos presentó una hermosa flor: tres clavos, cinco llagas, una corona de espinas son los adornos de ésta y, en su pena y en la opresión y presión de su corazón, llenó al mundo todo de fragancia suavísima, procedente de una paciencia a toda prueba.
IV. La pasionaria y la malva a María
4 . Venida la tribulación y la persecución, ¿la recibes con ánimo igual, invariable, inmutable y firme?; cuando te tocan, cuando te pisan, cuando te comprimen ¿prorrumpes en quejas y en murmuraciones? ¿o bien, despides el olor suave y dulce de la paciencia? ¿llaga la prueba? ¿te abres y ofreces en flor, clavo s, llagas y coronas? ¿o bien te erizas como el espinal? Piénsalo bien, medítalo bien; y coge la pasionaria y la malva-rosa y, al ponerla en manos de María, le dirás: Presentación de la flor
ORACIÓN. Señora: Os ofrezco la pasionaria como señal de mi resignación en sufrir. Yo me obligo y comprometo a tomar voluntariamente, de buen grado y gusto las penas, las contradicciones y las tribulaciones. Presentad mi pasión a vues - tro Hijo y cuidad de mi pasionaria.
DÍA 19
No me abandones, Madre y esperanza mía, como lo merezco. Conozcan cielo y tierra, que el protegido por Ti jamás se pierde.
Olvídense todos de mí, con tal que de mí no te olvides, Madre de Dios omnipotente.
Dile a Dios que tú eres mi madre y me salvaré. Yo me fío de Ti, María; en esta esperanza vivo y en ella espero morir diciendo: “Jesús es mi única esperanza, y tú, después de Jesús, Virgen María”. Amén.
LA MIRADA DE MARÍA 19 DE MAYO
1. Saludo La mirada de la Virgen, aún siendo nítida y clara, siempre será para nosotros un enigma: nunca llegamos a alcanzar totalmente la profundidad desde la que arranca; la belleza que sus ojos destellan; el brillo que nace de su alma. Pero, entre todas miradas que nos ofrece María, hay algunas que merecen nuestra contemplación y nuestra reflexión: *La mirada al Niño. Refleja el fruto de su obediencia y de su generosidad.
¡Lo qué te espera, hijo mío! Ya entonces, desde el pesebre, María supo mirar a Jesús sabiendo que -aun siendo suyo- Dios tenía mucho que decir. Lo miró, no solamente con ojos de humanidad, sino con ojos de Madre de Dios. *La mirada sobre José. Poco nos hablan los evangelios sobre este personaje que cristalizó en sentimientos de amor y de ternura en la vida de María.
La Virgen, en momentos de soledad y de prueba, de pobreza y de intimidad, miraría a José con ojos de amiga y de confidente, de compañera y esposa. ¡Cuánto más te miro, José, mas te quiero! ¡Qué especiales tuvieron que ser las miradas de María a José!
*La mirada a nosotros. En el atardecer del Viernes Santo, María, sólo tuvo ojos para Cristo y para Juan. Y, al clavar su mirada en el discípulo amado, los dejó para siempre fijos y clavados en su iglesia; en los millones de hijos e hijas que hemos ido naciendo a lo largo de la historia de nuestro cristianismo.
Venimos, en este tiempo de la Pascua, porque necesitamos ser mirados por los ojos de la Madre. -Venimos, en este mes de mayo, porque no podemos vivir sin un rayo de su presencia -Venimos, en el mes de las flores, porque sus ojos son referencia para los nuestros. Para los que desean mirar con la misma pureza, alegría y bondad que destellan los ojos de María.
2. ORACIÓN Yo también quisiera poseer, Santa María, ojos tan lúcidos como los tuyos. Para comprender el Misterio que te hace grande Para entender la Palabra que te hizo feliz Para no perder los caminos que conducen a la alegría viva y permanente que brota en el cielo.
Yo también quisiera tener tus ojos, Santa María, para descubrir definitivamente a Jesús y no perderlo ante tanto escaparate que la vida me ofrece. Yo también quisiera tener tus ojos, Santa María, y por encima de valles y de montes saber que me espera un horizonte en Dios con los brazos abiertos.
¿Cómo conseguir tu mirada?
¿Cómo alcanzar tu vista? ¿Cómo mantener la nitidez de tus ojos? ¡Ayúdame, Santa María! Dame esos ojos grandes que ven a Dios Dame esos ojos limpios que contemplan a Cristo Dame esos ojos penetrados por los rayos del Espíritu Y, si acaso no puedo, sólo te pido que no dejes de mirarme. Amén.