Día 5: María, Madre, la de las horas de silencio en casa; la del pensamiento siempre lleno de Dios: ayúdame a vivir
siempre en tu presencia y en presencia de Dios.
Te ofrezco: vivir hoy en presencia de Dios.
Meditación: “Mujer, ahí tienes a tu hijo, después dijo al discípulo, he ahí a tu Madre” (Juan 19,26-27). Madre no sólo adoptiva sino que nos da la Vida, nos da a Cristo, más exactamente nos da la gracia santificante, la vida sobrenatural, algo físico y real que consiste en la unión con Cristo.
Oración: ¡Oh Madre de la Divina Gracia, que nos llevas a la Vida!. Muéstranos como Manantial de Gracia el camino hacia la verdadera Patria. Tu, llena de Gracia, sed la Salvación de nuestras pobres almas. Amén.
Decena del Santo Rosario (Padrenuestro, diez Avemarías y Gloria).
Florecilla para este día: Poner los medios para estar en gracia de Dios.
Rosa
Mes de mayo
Día 5
Eres Madre del Amor Hermoso, María, porque antes eres hija predilecta del Padre amoroso a cuyo amor correspondes con todas las fibras de tu ser, con amorosa obediencia y con la donación plena de tu libertad.
Eres Esposa fiel del Espíritu Santo, que es la Persona Amor que procede del Padre y del Hijo.
Eres Madre del Amor que nos amó hasta el extremo de entregar su cuerpo y derramar su sangre para que nosotros podamos tener vida y vida en abundancia: vida eterna.
Eres Madre del Amor, porque por puro amor nos has engendrado como hijos tuyos a los pies de la cruz de tu hijo amado. Verdadera y amorosa Madre nuestra que nos engendras a la vida de la gracia, sin rehusar las terribles espinas del dolor, de la entrega y de la oscuridad que se clavan punzantes en tu corazón fuerte y sensible de Mujer.
Necesitamos que nos recuerdes permanentemente que el amor es la única razón de nuestra existencia. Que el amor es la única ley que rige y gobierna el universo entero. Que el amor es la única ley a la que se deben someter con entera libertad los seguidores de Cristo.
Graba, oh Madre, en nuestras mentes y en nuestro corazones de manera imborrable la ley suprema del amor.
Convéncenos, con persuasión maternal, que sólo el amor es la única y suprema verdad. Sólo el amor es la soberana hermosura y la sola belleza que puede embriagar plenamente el corazón humano. Que sólo en el amor se encuentra la verdadera libertad.
Fortalécenos para que no rehuyamos las espinas que conlleva el amor. Ellas son las que certifican la veracidad del amor, de la verdad y de la libertad, poniéndonos a salvo de los sucedáneos y de los oropeles que son pura fantasía en la que únicamente se esconden el vacío y la decepción.
Madre del Amor Hermoso, enséñanos a percibir el amor infinito con que Dios nos ama a través de las pequeñas cosas de cada día: el sol y el mar, las montañas y las estrellas, el aire y los ríos, las critauras y las personas que nos aman y alientan.
Haznos sentir toda la ternura del amor de Dios para que así también nosotros nos amemos como Él nos ama. Y que las espinas que a veces nos hieren no nos hagan dudar de su amor ni rechazar el amar a todos.
Fruto: el amor
5 de Mayo
Dirigimos hoy nuestra plegaria por los padres de familia. Tú que eres Trono de la Sabiduría, dales la luz que necesitan para mirar a sus hijos con el tierno amor que los niños, adolescentes y jóvenes anhelan; pero dales también, Madre Misericordiosa, la salud y el sustento necesario que ellos, con tanto sacrificio, buscan para sus hijos en el mundo laboral.
Obsequio: Ser puntuales en la llegada a nuestro hogar y no escaparnos de él a través de la tecnología de hoy.
Día cinco I.
La amapola. – Roella
1 . La amapola excede hasta a la misma rosa en hermosura y en variedad de colores: tiene, desde el blanco más puro hasta el carmesí más encendido, graduación admirable. Salvaje en los campos y cultivada en los jardines, es p a ra esta estación una de sus bellezas. Pero le falta el olor; mas no importa: las perfecciones están repartidas y divididas entre las diferentes especies que adornan nuestros jardines. Es semejante y tan semejante a la más bella de todas las rosas, que, puesta a su lado y mezclada en ramillete con ellas, se confunde a la vista y rivaliza en brillantez con ella.
II. La beneficencia y las catorce obras de misericordia
2. La caridad tiene, además de la misericordia, otra hija, y es la beneficencia. No nos basta la buena voluntad, no nos basta un corazón que compadezca las miserias ajenas; la caridad es obras, y éstas en su terreno son guiadas por la beneficencia. Las obras de misericordia son catorce: las siete miran las necesidades corporales, y las otras siete las espirituales de nuestros prójimos. Porque la amapola se asemeja a la rosa, y tiene de ella su figura y belleza, la reconocemos como la más propia par a significarnos la beneficencia. No tiene en sí fragancia, pero plántense a su alrededor yerbas aromáticas, y con ella formarán un ramillete perfecto... plántese en medio de las catorce obras de beneficencia figuradas en las yerbas odoríficas, y éstas suplirán lo que a ella falta, y ella lo que a éstas.
III. La beneficencia en María
3. María hizo con nosotros una obra de misericordia tan grande, que no habrá otra igual. Estábamos perdidos por la culpa original, y nos dio un salvador .
IV. La amapola en manos de María
4. ¿Qué puedes hacer por el bien de tus prójimos? Si no tienes la caridad, nada, o casi nada; porque sin la caridad, la beneficencia no es virtud perfecta ni puede serlo: es, sí, lo que llamamos filantropía, y ésta de por sí, sin la caridad su reina, no tiene mérito delante de Dios. Si tienes caridad, si amas lo que Dios ama, si quieres lo que Dios quiere, puedes hacer por el bien de los otros mucho y muchísimo. Has de hacer por los otros todo cuanto esté en tu poder... Ofrécete a María, y ella ya te lo inspirará, y dile:
Presentación de la amapola a María
ORACIÓN . Señora: Yo me obligo a practicar en bien de mis prójimos todas las obras de misericordia que pueda y que están en mis manos. Tendré para todos aquellos con quienes me familiarizo, un corazón afable, benigno, dulce , manso, y seré su servidor. Ni con palabras, ni con obras, ni con gestos, ni directa o indirectamente les contristaré, les molestaré ni mortificaré. Recibid, Señora, estos mis propósitos, y haced que tengan un efecto siempre eficaz
Día 5: Reza tres Avemarías antes de dormir
La Santísima Virgen María es la mujer cuyo hijo aplastará a la cabeza de la serpiente infernal. Veneremos a nuestra Madre en el mes de Mayo
El mes de mayo es tradicionalmente un tiempo para honrar a María, la Madre de Dios. Este es un momento oportuno para reflexionar sobre el papel esencial que desempeña en nuestra salvación y en cada una de las formas en que hacemos vida.
Durante este mes debemos esforzarnos por profundizar nuestro conocimiento y amor por ella a través de la oración, especialmente el rosario, la veneración de sus imágenes, la lectura de la Sagrada Escritura, el estudio de las enseñanzas de la Iglesia y a los grandes teólogos marianos.
La Biblia nos dice que no despreciemos la profecía. Por lo tanto, también debemos estar abiertos a las apariciones marianas que la Iglesia nos dice son dignas de nuestra creencia.
Al principio de la historia, después de la tragedia del pecado de nuestros primeros padres, su intervención es prometida por Dios en la que los Padres de la Iglesia llaman el protoevangelium, o primer Evangelio (Génesis 3,15)
La Santísima Virgen María es la mujer cuyo hijo aplastará a la cabeza de la serpiente infernal.
Muchos Papas, santos, Padres y Doctores de la Iglesia han declarado que la mujer en este pasaje se refiere a María. El Papa San Juan Pablo II enseñó:
"A la luz del Nuevo Testamento y de la tradición de la Iglesia, sabemos que la nueva mujer anunciada por el Protoevangelio (Génesis 3,15) es María, y en su simiente reconocemos a su Hijo Jesús que triunfó a través del Misterio de Pascua sobre el poder de Satanás".
1.- Háblale a Jesús sobre María
Jesús mío, me gusta orar a María, tu Santa Madre, ella me enseña con su manera de vivir, a ser dócil a tu Palabra, a tomarla en serio, y a dejarse guiar por ella; pero también María se presenta como una servidora, como una que sale a ayudar a su prima Isabel, cuando esta la necesita.
Así quiero ser yo, mi Señor y mi Dios, quiero ser uno que es dócil a tu Palabra y que sale de sí a servir a los hermanos que tanto necesitan de Ti.
Gracias por darme la oportunidad de ver a María y de aprender de ella, gracias por su amor de Madre y por todas las bendiciones que a través de ella, nos has dado a nosotros que la amamos y la descubrimos como modelo de discípulo que Tú nos has llamado a seguir.
Confío en tu compañía y en tu Bendición Señor, gracias por todo lo bueno que me das por ayudarme a ser cada día un mejor ser humanos.
Cómo mi madre María, me uno a sus eternas palabras de entrega que hacen y harán eco en nuestra historia de salvación: Hágase en mí según tu Palabra. Amén.
2.- Oración inicial
Santa María, ¡Madre de Dios y Madre mía! Eres más madre que todas las madres juntas: cuídame como Tú sabes. Grábame, por favor, estas tres cosas que dijiste:
"No tienen vino": presenta siempre a tu Hijo mis necesidades y las de todos tus hijos.
"Hágan lo que Él les diga": dame luz para saber lo que Jesús me dice, y amor grande para hacerlo fielmente.
"He aquí la esclava del Señor": que yo no tenga otra respuesta ante todo lo que Él me insinúe.
3.- Día 5: Reza tres Avemarías antes de dormir.
"Yo sí he visto milagros (escribía un sacerdote, Urteaga). Fíate de mí. Hazme caso. Reza a la Virgen". Y cuenta uno de los milagros que ha visto:
"Me encontraba en Madrid. Acababa de ordenarme sacerdote. Tenía 26 años. Era un atardecer a la hora de terminar el trabajo:- Te llaman por teléfono -me dijeron.
Una voz masculina, un tanto nerviosa , explicaba la razón de la llamada:
- Mire, tengo un amigo que se encuentra muy mal, puede morir en cualquier instante. Me pide que le llame a usted porque quiere confesarse. (...) No, no le conoce, pero quiere que sea usted. (Nunca he entendido por qué.) ¿Puede venir a esta casa?
- Salgo para allá en este momento.
- (Me interrumpió) Mire, el asunto no es tan fácil. Me explicaré. El piso está lleno de familiares y amigos que no dejarán que un sacerdote católico entre en esta casa; pero yo me encargo de facilitar su entrada.
- Pues allá voy, amigo. Dentro de un cuarto de hora estoy ahí: lo que tarde el autobús.
El piso era muy grande, lo estoy viendo ahora que describo la situación. La puerta entreabierta, un pasillo largo. Entro decidido después de encomendarme a la Virgen para que facilitase el encuentro.
Rumores de voces en las habitaciones contiguas; algunas personas que me miran con gesto de asombro. Con un breve saludo me dirijo a la habitación que estimo puede ser la del enfermo. Efectivamente lo es.
- ¿Le han dejado entrar?- He visto caras de susto y gestos feos; pero ha podido más la Virgen nuestra Señora.
- Gracias. No tengo mucho tiempo (el enfermo jadeaba). Quiero confesarme.
- (Tomè mi crucifijo, lo besé.). Comienza, Dios te escucha...
Yo muy emocionado. El hombre (era un personaje importante), también. Apliqué mis oídos a sus labios porque apenas se le oía. La confesión... larga, muy larga.
- ...Y yo te absuelvo de tus pecados en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Al terminar -pocos minutos le quedaban de vida, quiso explicarme "su" milagro. Lo hizo fatigosamente. Se lo agradecí con toda el alma.
- He estado cuarenta años ausente de la Iglesia. Y usted se preguntará por qué he llamado a un sacerdote... Él lo decía todo. Yo callaba.
- Mi madre, al morir, nos reunió a los hermanos y nos dijo:
"Miren, no les dejo nada. Nada tengo. Pero cumplan este testamento que les doy: Recen todas las noches tres avemarías".
Y yo (cómo lloraba el pobre hombre), yo lo he cumplido, ¿sabe?, lo he cumplido. Se moría mientras cantaba. A mí me pareció todo aquello un cántico:
"Yo lo he cumplido, yo lo he cumplido".
Por cansado que esté, Santa María, por burradas que haya hecho, por lejos que me encuentre de Dios, jamás dejaré de rezarte las tres Avemarías, por la noche, de rodillas. Porque si un día o una temporada estoy siendo mal hijo tuyo, no cabe en ninguna cabeza que por esa vayas a ser Tú mala madre.
Y, además, cuando peor estoy, más necesito tenerte cerca. Ángel de mi guarda, encárgate tú de recordármelo, gracias.
4.- Oración final
Amado Jesús, al igual que María, tu Santa Madre, quiero estar abierto siempre a la acción del Espíritu Santo, configurarme completamente a tu amor y tu misericordia.
Como ella, acepto también ser tu esclavo, tu siervo, atento siempre a escuchar tu Palabra y hacerla una acción de vida.
Deseo responderte siempre con generosidad y sencillez, como lo hizo María, quien supo escucharte y obedecerte desde siempre.
Y a ti, oh María, amada universal del Verbo, la nueva Eva escogida, auxilio de los pecadores y de los que buscan tu intercesión, acógeme siempre bajo tu manto protector, soy también tu hijo y sé que te preocupas por mí.
Te ruego que poses tu mano sobre mis hombros y me guíes por el camino de tu hijo Jesús.
Como tú, quiero poder decir y sentir con toda la pasión de mi alma: "Mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador".Amén.
DÍA 05
Oh Santísima Virgen María, a tu Corazón Inmaculado consagro hoy mi hogar y en especial a mis hijos. Vela maternalmente sobre ellos. Ayúdales a vivir cristianamente. Cúbrelos con tu protección.
Aleja de ellos todos los peligros de alma y cuerpo. Que sean modelo de virtud, de amor, de honestidad y de caridad.
Que nunca se apague en ellos la devoción a Ti y a tu Divino Hijo. ¡Oh bondadosa Virgen y Madre!, dígnate formar de nuevo este hogar en el cielo, ya que en la tierra pertenece por entero a tu Hijo Jesús. Amén.
5 de Mayo: Madre de la Divina Gracia
Meditación: Es Madre que nos da la Vida, nos da a Cristo, nos da la Gracia Santificante.
Oración: ¡Madre de la Divina Gracia!, muéstranos, el camino hacia el Cielo. Tú, llena de Gracia, sé nuestra Salvación. Amén.
Propósito: Poner los medios para mantenerme en Gracia de Dios.
1 Padre Nuestro, 10 Ave María y 1 Gloria al Padre…
Señor Jesús, esta tarde quisiera hablarte, haciendo mía la actitud interior y el abandono confiado de aquella joven que hace dos mil años pronunció su "sí" al Padre, que la escogía para ser tu Madre. El Padre la eligió porque era dócil y obediente a su voluntad". Como ella, como la pequeña María, cada uno de vosotros, queridos jóvenes amigos, diga con fe a Dios: "Heme aquí, hágase en mí según tu palabra".
LOS SENTIMIENTOS DE MARÍA 5 DE MAYO
1.Saludo Todos tenemos un plan marcado por Dios, para llevarlo a feliz cumplimiento. En cierta ocasión, un aprendiz de arquitectura, fue convocado por un responsable de la profesión. Cuando llegó hasta el despacho, su jefe le dijo: "aquí tienes; este proyecto, lo tendrás que llevar a cabo en los próximos años" ¿En los próximos años? -suspiró el alumno. Sí, le contestó el profesor; este proyecto que te entrego es ambicioso y te llevará toda una vida. Si lo consigues, no te faltará ni felicidad interna ni bien material externo. María, también pensaría para sus adentros que Dios, estaba loco. Que aquello era irrealizable. Pero, Ella, se fió. A simple vista no estaba preparada, pero por delante, le quedaba toda una vida para llevar a cabo dos proyectos pensados para Ella: ser Madre de Dios y Madre de Cristo. María no se dejó llevar por sus sentimientos.
Se fió de Dios. Se puso a su disposición y, sobre todo, creyó en su Palabra. María quiso, libremente por la fe, engancharse al tren de Dios y, con sus sentimientos de gratitud, de emoción y de alegría, encarriló con más entusiasmo todavía lo que Dios le anunció por el Ángel. ¿Qué puede en nosotros? ¿La fe o los simples sentimientos? ¿Nos dejamos llevar, como María, por el tren de la gracia de Dios? ¿Qué es más fuerte? ¿Dios o los interrogantes que nos asedian? Una flor, muy singular, podemos ofrecer en estas horas a María: que prevalezca Dios sobre nuestros sentimientos de decepción o deserción.
2. ORACIÓN
DAME, TUS SENTIMIENTOS, MARIA Para que mi fe, sea más fuerte que mis pensamientos Para que mis dudas, no se impongan a la fe Para que mi fuerza, no se resista a la invitación de Dios
DAME, TUS SENTIMIENTOS, MARIA Para que no me conforme con los mínimos Para que no me embargue el pesimismo Para que, lejos de decir "no" siempre diga "sí"
DAME, TUS SENTIMIENTOS, MARIA Para que, la alegría, me anime en el seguimiento a Jesús Para que, la esperanza, me ayude a seguir hacia adelante Para que, la gratitud, sea consecuencia de dejarme llevar por Dios ¿Cómo lo hiciste, María? ¿Cómo pudo más Dios que la debilidad para responderle? ¿Cómo venció el ángel y no tus dudas? Sólo, María, la fe y la esperanza te hicieron dejar, en segundo plano, los sentimientos de temor o de temblor que asomaron en un primero momento. ¿O no fue así?