Santo Rosario Eucarístico de Reparación
PRIMER MISTERIO LUMINOSO: El Bautismo del Señor en el Jordán
“Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda
justicia»
SABER QUE SIENDO DIOS, SE HIZO COMO NOSOTROS,MENOS EN EL PECADO.
En este misterio nos damos cuenta del amor inmenso de Dios para con nosotros, pues siendo Dios se hace hombre, reconociendo su gran humildad y asumiendo sobre Él mismo todas nuestras debilidades y miserias.
Aún sin tener pecado, Jesús se somete a la voluntad del Padre haciéndose bautizar por Juan, reconociendo así una etapa exigida por Nuestro Padre Dios,“Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia» (Lc 3, 15).
El Espíritu que aleteaba sobre las aguas de la primera creación , por un lado unge a Jesús para su misión mesiánica, por otro, como lo han entendido los Padres, santifica el agua y prepara el bautismo cristiano. Bautismo al que todos estamos llamados, y nos convierte en hijos de Dios. “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco» (Mt 3, 17).
De igual manera como limpió y sanó de su lepra a Naamán en las aguas del Jordán , así Dios nos limpia del pecado original y nos hace hijos suyos por medio del agua del Bautismo.
Lo que Dios quiere es que todos seamos hijos suyos, que todos seamos obedientes a sus mandatos, pero también que nosotros mismos, ya limpios y sanos por esa agua, nos preparemos para seguir los pasos que siguió Nuestro Señor Jesucristo.
Ya desde el bautismo de Él por Juan en el Jordán, nos está enseñando a ser sumisos a sus mandamientos, a cumplirlos y velar porque otros los cumplan. Haciendo así la voluntad del Padre.
Nuestro camino a ser santos, a ser salvos, está previamente señalado por Cristo, que es el Camino, la Verdad y la Vida, paso a paso es como nos vamos santificando. Camino que a veces nos vuelve impacientes; otras, camino difícil de andar.
No obstante, por la fe sabemos cuál será el premio que nos espera al final de ese camino, premio que el mismo Jesús Señor nuestro nos demostró que es real y cierto por su Resurrección y ascensión a los cielos, donde Él está sentado a la derecha del padre.
Sólo haciendo la voluntad de Nuestro Padre Dios encontramos la paz, sólo siguiendo los pasos que nos dejó señalados Jesús, sólo viviendo la vida que Él vivió, sólo ‘oyéndonos en Dios Padre, como Él se apoyó, sólo así podremos nosotros resucitar y subir al cielo y sentarnos a su diestra por toda la eternidad.
Así como Pedro no entendió en aquel momento: “Lo que yo hago, tu no lo entiendes ahora; lo comprenderás más tarde» , así nos sucede a muchos de los ya bautizados, recibimos esas aguas limpias y puras, que nos sanan y nos hacen hijos de Dios, a muy corta edad, pero aunque no lo comprendamos como Pedro, el poder y amor de Dios es tan grande por cada uno de nosotros, que desea y quiere que nos salvemos y que seamos hijos suyos muy amados desde los meros momentos de nuestra vida.
Bautízame Señor con tu Espíritu, para que por medio del Paráclito, nos volvamos hijos tuyos. Que esa acción del agua sobre nosotros sea para toda nuestra vida y nos purifique y limpie de nuestro pecado original, para que podamos, así como María, ser fieles y obedientes al único Señor.
Danos docilidad y disposición para poder hacer siempre tu voluntad.
Que con cada “Avemaría” de este misterio nos hagamos cada día más hijos tuyos, dignos y merecedores de tan alto don. Y que, valientes y humildes, seamos ante nuestros herrnanos fieles testigos de nuestra filiación divina.
Cristo, como inocente que se hace «pecado» por nosotros, entra en el agua del río. Se abre el cielo, y la voz del Padre lo proclama Hijo predilecto, mientras el Espíritu Santo desciende sobre El para investirlo de la misión que le espera. Pidamos a la Virgen para que interceda para que los jóvenes sean generosos, y al oír la voz del Padre respondan con valentía con un sí a su llamada y para que todos los cristianos vivamos la vocación a la santidad, como fruto de nuestro Bautismo.
Concede, Señor, la gracia necesaria e ilumina con Tu Espíritu a todos los que has llamado a emprender el camino hacia la vocación sacerdotal o religiosa. Haz que vivan este misterio con gozo y plenitud para que puedan alcanzar con fe y santidad su entrega perenne.Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
LA VOCACION
“Después Jesús subió a un cerro y llamó a los que le pareció bien. Una vez reunidos, eligió de entre ellos a doce, para que lo acompañaran y para mandarlos a anunciar el mensaje. A éstos, les dio el nombre de apóstoles, y les dio autoridad para expulsar a los demonios. Estos son los que escogió : Simón, a quien puso el nombre de Pedro; Santiago y su hermano Juan, hijos de Zebedeo, a quienes puso el nombre de Boanerges (hijos del trueno); Andrés, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás y Santiago, hijo de Alfeo; Tadeo, Simón el zelote y Judas Iscariote, el que lo traicionó ” ( Mc. 3,13-19)
El Señor llama e invita a seguirlo. Su invitación es con nombre y apellido, con un amor personal, con cariño e ilusión.
PEDIMOS POR EL FLORECIMIENTO DE VOCACIONES EN LA IGLESIA.
Ofrecemos este misterio por los seminaristas y novicias de todo el mundo, para que vivan en la luz y la gracia del Espíritu Santo y sea Dios quien les de la fortaleza para mantener viva la esperanza de la Iglesia.
En la multiplicación de los Panes, Jesús quiere mostrarnos que el Pan que El nos va a regalar en la Eucaristía es para todos y cada uno de nosotros, para todos los que quieran recibirlo. Sin embargo, muchas veces despreciamos ese grandísimo regalo que El nos ha dejado y lo dejamos solo en el Sagrario, o esperando en la mesa a ser comido por nosotros. Vamos a aprovechar este momento para pedirle perdón por nuestra indiferencia, respondiendo a cada oración: “Ten misericordia de nosotros”.
• Por nuestra indiferencia a Tí, que estás presente en cada comunión, te decimos…”Ten misericordia de nosotros”.
• Por nuestras distracciones y faltas de atención en la Misa de cada domingo, te decimos…”Ten misericordia de nosotros”.
• Por tantas comuniones que hemos recibido sin estar en gracia de Dios, te decimos…”Ten misericordia de nosotros”.
• Por nuestras faltas a la Misa dominical y por el abandono de la confesión y la comunión frecuente, te decimos…”Ten misericordia de nosotros”.
• Porque muchas veces nos olvidamos de Tí, Señor, te decimos…”Ten misericordia de nosotros”.
• Por tantas veces que, pudiendo haberte venido a visitar, te dejamos solo en el Sagrario, te decimos…”Ten misericordia de nosotros”.
• Por tantas veces que no quisimos ver tu luz y compartir el banquete de la Eucaristía, te decimos…”Ten misericordia de nosotros”.
• Por no dar testimonio de tu amor entre nuestros amigos y familiares, te decimos…”Ten misericordia de nosotros”.
• Por todas las veces que pudimos ayudar a que alguien se acercase a Tí en la Eucaristía, y no lo hicimos, te decimos…”Ten misericordia de nosotros”.
• Por todos que en Tí no creen, no te adoran, ni te aman, te decimos…”Ten misericordia de nosotros”.
PADRENUESTRO
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén
10 AVEMARÍA.
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
GLORIA
Toda la Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
Oh Maria , Madre de la Eucaristía, haz que yo ame a vuestro Hijo Jesús, presente en el Sagrario, sin cesar, noche y día. Bendito y Alabado sea por siempre el Santísimo Sacramento.
JACULATORIA
Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente; os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculos
del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.
¡Oh Jesús, Pastor Eterno de las almas!dígnate mirar con ojos de misericordia a esta porción de tu grey amada.Señor, gemimos en la orfandad.¡Danos vocaciones!, ¡danos Sacerdotes y religiosos Santos!Te lo pedimos por la lnmaculada Virgen María, tu Dulce y Santa Madre.¡Oh Jesús, danos sacerdotes y religiosos santos según tu Corazón! Amén.
Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño, te rogamos que por el inmenso amor y misericordia de Tu Sagrado Corazón, atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes. Te pedimos que retomes en Tu Corazón todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino, que enciendas de nuevo el deseo de santidad en los corazones de aquellos sacerdotes que han caído en la tibieza, y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes el deseo de una mayor santidad. Unidos a tu Corazón y el Corazón de María, te pedimos que envíes esta petición a Tu Padre celestial en la unidad del Espíritu Santo.
Santo Rosario Eucarístico de Reparación
SEGUNDO MISTERIO LUMINOSO La Autorrevelación de Jesús en las Bodas de Cana
«Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, como ignoraba de dónde era (los sirvientes, los que habían sacado el agua, si lo sabían) llama el maestresala al novio».
«Todos sirven primero el vino bueno…”
En este misterio, así como recordamos la transubstanciación del agua en vino, por una solicitud “fuera de tiempo» de María, Madre de Dios y Madre Nuestra, hacia su Hijo, también debemos tener presente esa transformación del pan y agua en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor al momento de la mayor muestra de amor que Jesús nos dejó: la Sagrada Eucaristía.
Además de ser una muestra de amor es un símbolo muy significativo de la humildad y obediencia hacia el Padre, y, en el caso de Cana, hacia su Madre. Una gran muestra de amor de Jesús hacia nosotros, de dar su vida por nosotros, para que todos nos salvemos y, en Cana de Galilea, una muestra de amor “terrenal” para estos nuevos esposos.
En este misterio de luz, hemos de destacar el gran poder de intercesión concedido por el Padre a la santísima Virgen. Intercede por sus hijos en su paso por la tierra, de igual forma como lo hace hasta el fin de los siglos en el cielo. ¡Qué grandeza la de María y qué confianza en el poder de su Hijo!
Todo profeta debía probar la autenticidad de su misión por medio de señales, de prodigios realizados en nombre de Dios. Así, en Cana de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Estas atestiguan que el Padre está en Él, con el poder de su gloria. “Yo y el Padre somos uno” (Jn 10,30).
El Padre mismo realiza estas obras: “Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; pero si las hago, aunque a mí no me creáis, creed por las obras, y así sabréis y reconoceréis que el Padre está en mí y yo en el Padre» Jesús realizó, pues, “señales” para estimular a los hombres a creer en su misión divina. “Entonces, Jesús les dijo: ‘sino veis señales y prodigios, no creéis.’
Y así como este fue su primer milagro antes de «su hora», también vivimos un gran milagro cada día que asistimos a la sagrada Eucaristía, en el momento de la transubstanciación. ‘tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se los dio diciendo: “Este es mi cuerpo que será entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío»
Dios nos ha mostrado el poder de intercesión que le ha otorgado a nuestra madre del Cielo, enseñándonos a acudir a ella para que por nosotros, pecadores, interceda ante nuestro padre Dios.
¡Oh Jesús!, que en cada «Avemaría» de este misterio el espíritu Santo nos ilumine para poder reconocer en María nuestra mejor abogada ante Nuestro Padre Dios. Que seamos Odres nuevos para recibir el vino nuevo de nuestra propia salvación. Ni tampoco se echa vino nuevo en odres viejos; pues de otro modo, los odres revientan, el vino se derrama, y los odres se echan a perder; sino que el vino nuevo se echa en odres nuevos, y así ambos se conservan».
De igual manera, que ese vino nuevo transformado en la preciosa Sangre de nuestro Señor Jesucristo, gran milagro de nuestro Padre y bendición para nosotros, sea, junto con María, Causa de nuestra alegría.
En las bodas de Caná ocurre el primer milagro de Jesús. Gracias a la intervención de su Madre, se adelanta a su hora, y transforma el agua en vino. Cómo no pedir a tan poderosa intercesora que atienda a tiempo nuestras necesidades, en especial a lo referente a las vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras, en la seguridad de que la «omnipotencia suplicante» nos ha de conseguir la gracia que estamos pidiendo, y para que los esposos vivan fielmente su vocación matrimonial y hagan de su hogar una Iglesia doméstica.
Señor Jesucristo, que transformaste el agua en vino manifestando tu poder, haz que los seminaristas y novicias sean capaces de escucharte y “hacer lo que tu digas” para que a través de ellos el mundo sea transformado. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
LA MISIÓN
“Jesús los mandó de dos en dos delante de él, a todos los pueblos y lugares donde tenía que ir. Les dijo : Miren que los envío como corderos en medio de lobos. No lleven bolsa, ni monedero, ni sandalias; y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa, saluden primero, diciendo: Paz a esta casa. Y si allí hay gente de paz, su deseo de paz se cumplirá; pero si no, no se cumplirá. Quédense en la misma casa. Coman y beban de lo que ellos tengan, pues el trabajador tiene derecho a su paga. No anden de casa en casa. Al llegar a un pueblo donde los reciban, coman lo que les sirvan; sanen a los enfermos que haya allí y díganles: El reino de Dios ya está cerca de ustedes …” (Lc.10,1-9)Jesús da a sus discípulos la misión de ser mensajeros de paz y de salvación. Los sacerdotes continúan extendiendo en el mundo ese mensaje gozoso para hacer un mundo más humano y más cristiano.
PIDAMOS QUE LOS SACERDOTES SIENTAN LA FUERZA Y EL ACOMPAÑAMIENTO DIVINO PARA SER FIELES AL ENCARGO QUE DIOS LE HA CONFIADO. Por los que han respondido a la llamada al sacerdocio, para que escuchen y hagan lo que Jesús les diga
Jesús nos dice que la obra de Dios consiste en que creamos en Aquel que el Padre ha enviado. Jesús nos dice que El es el Pan Vivo que ha bajado del Cielo, El es en quien debemos creer para agradar al Padre. Expresemos nuestra fe en Jesucristo respondiendo a cada oración: ‘En Tí creemos, Señor’.
• Porque creemos, Jesús, que Tú eres el Pan Vivo que ha bajado del Cielo, te decimos… ‘En Tí creemos, Señor’.
• Porque creemos, Jesús, que Tú estás realmente presente en el Pan y el Vino que recibimos en la Eucaristía, te decimos… ‘En Tí creemos, Señor’.
• Porque creemos que en cada Eucaristía revivimos tu Pasión, Muerte y Resurrección, te decimos… ‘En Tí creemos, Señor’.
• Porque creemos Señor, que si comemos tu Cuerpo y bebemos tu Sangre tendremos Vida Eterna, te decimos… ‘En Tí creemos, Señor’.
• Porque creemos Señor Jesús, que tu Carne es verdadera comida, y tu Sangre es verdadera bebida, te decimos… ‘En Tí creemos, Señor’.
• Porque creemos Jesús, que al recibirte en la Eucaristía nos hacemos uno contigo y con tu Padre, te decimos… ‘En Tí creemos, Señor’.
• Porque creemos Señor, que al compartir la Eucaristía nos unimos a toda la Iglesia en un solo cuerpo, te decimos… ‘En Tí creemos, Señor’.
Jesús está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos. Cantamos: Jesucristo, danos de este pan.
PADRENUESTRO
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.
10 AVEMARÍA.
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén
GLORIA
Toda la Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
JACULATORIA
Oh Maria, Madre de la Eucaristía, haz que yo ame a vuestro Hijo Jesús, presente en el Sagrario, sin cesar, noche y día. Bendito y Alabado sea por siempre el Santísimo Sacramento.
JACULATORIA
Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente; os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculos
del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.
¡Oh Jesús, Pastor Eterno de las almas!dígnate mirar con ojos de misericordia a esta porción de tu grey amada.Señor, gemimos en la orfandad.¡Danos vocaciones!, ¡danos Sacerdotes y religiosos Santos!Te lo pedimos por la lnmaculada Virgen María, tu Dulce y Santa Madre.¡Oh Jesús, danos sacerdotes y religiosos santos según tu Corazón! Amén.
Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño, te rogamos que por el inmenso amor y misericordia de Tu Sagrado Corazón, atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes. Te pedimos que retomes en Tu Corazón todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino, que enciendas de nuevo el deseo de santidad en los corazones de aquellos sacerdotes que han caído en la tibieza, y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes el deseo de una mayor santidad. Unidos a tu Corazón y el Corazón de María, te pedimos que envíes esta petición a Tu Padre celestial en la unidad del Espíritu Santo. Amén.
Santo Rosario Eucarístico de Reparación
TERCER MISTERIO LUMINOSO El anuncio del Reino de Dios Invitando a la conversión
«Convertíos, porque el Reino de los cielos ha llegado*
Dios quiere que renunciemos al pecado, el único mal propiamente dicho. Pecar es ofender a Nuestro Padre Dios, Suma Bondad. Hemos de reconocer o tener conciencia de haber pecado contra Dios: «Contra ti solo pequé e hice lo que a tus ojos es malo»
Conciencia de haber ofendido a Dios, penitencia y conversión, condiciones necesarias para volver a Dios y recibir la salvación que nos anuncia su reinado.
La realeza de Dios sobre el pueblo elegido, y por medio de Él sobre todo el mundo, es el tema central de la predicación de Jesús. Se trata de un Reino de santos, cuyo Rey verdadero será Dios. Esta realeza, a la que se contrapone la rebelión del pecado, deberá ser restablecida por una intervención soberana de Dios y de su Mesías: «Pero hay un Dios en el cielo, que revela los misterios y que ha dado a conocer al rey lo que sucederá al final de los días»
Es esta intervención la que Jesús, después de Juan el Bautista, anuncia como inminente y la que realiza, no por medio de un triunfo de guerra, sino por un triunfo espiritual y de servicio.
«El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena nueva»
Esta fe que Jesús exige es un requerimiento de confianza y abandono. Hemos de aceptar su invitación a renunciar a nuestros pensamientos y fuerzas, para acoger su palabra y apoyarnos en su poder. En este itinerario, ¿quién mejor que María para llevarnos a Él? ¿Quién mejor que María para interceder por nosotros? ¿Quién mejor que María para que nos acompañe en Adoración Perpetua en el Santísimo Sacramento? María nos invita a que respondamos con Ella: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» Y a obedecer a sus consejos: «Hagan lo que Él les diga»
Jesús sacramentado, que cada “Avemaría” de este misterio nos haga dóciles a tu voz, y así podamos seguir a María, no solo en el dolor, sino en la alegría que nos da la esperanza de saber que un día estaremos contigo, alabándote junto con Ella y todos ¡os ángeles y santos por toda la eternidad.
Permítenos, Señor, tener los oídos atentos y la voluntad bien dispuesta, para que cuando recibamos el anuncio de la Buena Nueva no seamos remisos a tu llamada. Y préstanos tu fortaleza para poder llevar tu mensaje de salvación a todas las almas, especialmente a las más alejadas de Ti. Que nuestro ejemplo y nuestra palabra atraiga a otros muchos a las Capillas de Adoración Perpetua, iniciando desde ahora a alabarte y bendecirte en cada instante de nuestras vidas.
Jesús anuncia la llegada del Reino de Dios e invita a la conversión, perdonando los pecados de quien se acerca a El con humilde fe. Así se inicia el ministerio de la misericordia que Dios continuará ejerciendo hasta el fin del mundo, especialmente a través del Sacramento de la Reconciliación confiado a la Iglesia. iVirgen Santa! Para que el Sacramento de la Reconciliación pueda seguir impartiéndose a lo largo del tiempo, necesitamos muchos santos sacerdotes. Por tu intercesión, la de San José, y la de todos los santos, rogamos a Dios nos conceda el aumento de las vocaciones sacerdotales para que todos los Sacramentos puedan ser administrados.
Oh Jesús, que invitas a todos los hombres a la conversión, concede a los seminaristas y novicias gracias abundantes para que, luchando por la propia conversión, puedan ser valientes anunciadores de tu Reino y ministros perseverantes para la conversión de todos los hombres y mujeres. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
LA INSTITUCIÓN DEL SACERDOCIO
“Jesús, aceptando una copa, dio gracias a Dios y les dijo : Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les aseguro que ya no volveré a beber del fruto de la vid hasta que llegue al Reino de Dios. Después tomó pan y dando gracias lo partió y se lo dio diciendo: Esto es mi cuerpo que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía ” (Lc.22,17-20)
Cristo sacerdote eterno, instituye los sacramentos de la eucaristía y del orden sagrado, confiando a sus apóstoles la misión de continuar su salvación en el mundo.
PEDIMOS QUE LOS SACERDOTES Y FIELES SEAN UNA SOLA ALMA Y UN SOLO CORAZÓN.Para que les concedas a los seminaristas las fuerzas que necesitan para anunciar tu Reino con valentía.
Al dejarnos el regalo de su Cuerpo y Sangre en la Eucaristía, Jesús nos dejó también la esperanza en que no moriremos jamás. Sembró en nosotros la confianza de que si comemos su Cuerpo y bebemos su sangre, tendremos Vida Eterna. Vamos a manifestar nuestra confianza en la promesa de Jesús, respondiendo a cada oración: “En tí confiamos Señor”.
• Porque Tú nos prometiste que quien come tu cuerpo y bebe tu sangre tiene Vida Eterna, te decimos… “En tí confiamos Señor”.
• Porque todos los domingos nos das la oportunidad de comulgar, y de hacernos parte de Tí, te decimos… “En tí confiamos Señor”.
• Porque tu misericordia dura para siempre, eres compasivo y lento para el enojo, te decimos… “En tí confiamos Señor”.
• Porque en momentos de soledad y amargura levantamos nuestro grito al cielo y tenemos plena seguridad de tu presencia, Señor, te decimos… “En tí confiamos Señor”.
• Porque sabemos que Tú nos resucitarás en el último día, te decimos… “En tí confiamos Señor”.
• Porque quisiste quedarte entre nosotros hecho pan y vino para acompañarnos y darnos fuerza, te decimos… “En tí confiamos Señor”.
• Porque nos prometiste que estarás con nosotros hasta el fin de los tiempos, te decimos… “En tí confiamos Señor”.
Jesús está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos.
PADRENUESTRO
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén
10 AVEMARÍA
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén
GLORIA
Toda la Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
JACULATORIA
¡Oh Jesús, Pastor Eterno de las almas!dígnate mirar con ojos de misericordia a esta porción de tu grey amada.Señor, gemimos en la orfandad.¡Danos vocaciones!, ¡danos Sacerdotes y religiosos Santos!Te lo pedimos por la lnmaculada Virgen María, tu Dulce y Santa Madre.¡Oh Jesús, danos sacerdotes y religiosos santos según tu Corazón! Amén.
Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño, te rogamos que por el inmenso amor y misericordia de Tu Sagrado Corazón, atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes. Te pedimos que retomes en Tu Corazón todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino, que enciendas de nuevo el deseo de santidad en los corazones de aquellos sacerdotes que han caído en la tibieza, y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes el deseo de una mayor santidad. Unidos a tu Corazón y el Corazón de María, te pedimos que envíes esta petición a Tu Padre celestial en la unidad del Espíritu Santo. Amén.
Oh Maria, Madre de la Eucaristía, haz que yo ame a vuestro Hijo Jesús, presente en el Sagrario, sin cesar, noche y día. Bendito y Alabado sea por siempre el Santísimo Sacramento.
JACULATORIA
Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente; os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculos
del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.
Santo Rosario Eucarístico de Reparación
CUARTO MISTERIO LUMINOSO La Transfiguración del Señor
“Y sus vestidos se volvieron resplandecientes,
muy blancos, tanto que nadie en la tierra sería capaz
de blanquearlos de ese modo».
Jesús transfigurado aparece como un nuevo Moisés, que se encuentra con Dios en un nuevo Sinaí en medio de la nube . En el momento previo a su doloroso Pasión y Muerte, el cuerpo de Nuestro Señor es transformado en un cuerpo glorioso.
De esa misma manera, nosotros, cada vez que con fe nos acercamos a su Santísimo Sacramento somos transformados por Él. Sin mérito alguno propio, sino por pura misericordia de nuestro Dios, somos configurados con Cristo.
Todos estamos llamados a ser santos. Y ser santo no es otra cosa sino hacer la voluntad de nuestro Padre Dios. En el cumplimiento de esa voluntad nos encontraremos con la cruz, que la abrazaremos gozosos como buenos hijos de tan gran Padre. A la gloria del Tabor llegaremos por la senda del Calvario.
Después de! dolor y del sufrimiento de esta vida llegaremos a la gloria de la resurrección. ¡Qué mejor anticipo de esa vida eterna que la alegría y felicidad de adorarlo ya aquí en la tierra en el Santísimo Sacramento del Altar!
“Este es mi hijo, el predilecto, escuchadle” . Jesús desea ardientemente que todos los hombres se salven; para eso nos espera en el Santísimo Sacramento. Allí nos habla y quiere que le escuchemos, y pongamos en práctica sus palabras. Jesús, oculto bajos las apariencias de pan, quiere hablarnos y que le hablemos, que dejemos en Él nuestros problemas, nuestras tristezas, nuestras angustias y preocupaciones. Desea transfigurarnos para llevarnos a esa cruz de amor, cruz de salvación.
‘‘Rocíame con hisopo, y quedaré limpio; lávame, y quedaré más blanco que la nieve» .
Necesitamos ser blancos como la nieve, necesitamos ser limpios permanentemente. Para eso, Dios Nuestro Padre nos regala el Sacramento de la Reconciliación. “A quienes perdonaréis los pecados, les serán perdonados. A quienes los retuviereis, les serán retenidos».
Aquella misma alegría y felicidad que experimentaron los que acompañaron a Jesús en su transfiguración, nos sucede a menudo a nosotros. Sentimos ese gozo, esa alegría, que no se puede expresar en palabras, cuando realmente hacemos la voluntad del Padre. Nos regala esos momentos para poder saborear un poco el gozo de la vida eterna, como para prepararnos por el camino a la cruz, teniendo como meta final la gloria de la resurrección. Pues, si con Él sufrimos y morimos, también con Él resucitaremos.
Jesús, Señor nuestro, ayúdanos a llevar con alegría los sufrimientos de esta vida. Que por cada «Avemaría» de este misterio seamos objeto de tu gran misericordia y tu inmenso perdón. Prepara nuestra alma para que cuando seamos llamados a tu presencia, nos puedas colocar a tu derecha.
Nos acogemos a tu infinito amor y perdón. A Ti la Gloria y el PODER, la Alabanza y el Honor por los siglos de los siglos. Amen
Según la tradición, tuvo lugar en el Monte Tabor. La Gloria de la Divinidad resplandece en el rostro de Cristo, mientras el Padre lo acredita ante los apóstoles extasiados para que lo escuchen. «Qué bien se está aquí» dice Pedro y, olvidándose de sí mismo, quiere construir tres chozas, una para Jesús, otra para Moisés y otra para Elías. Todos querríamos como Pedro estar en la Gloria, para lo cual debemos seguir a Jesús. ¿Cómo seguirlo hoy día si no tenemos sacerdotes y personas consagradas que nos enseñen cómo hacerlo? Roguemos a la Santísima Virgen su intercesión para que en el mundo no falten vocaciones sacerdotales, religiosas y misioneras. Pidamos también por los religiosos de vida contemplativa, y para que todos los cristianos descubramos en la oración la belleza del seguimiento de Jesús.
Oh Dios, te pedimos que ilumines las vidas de todos los que has llamado a la vida religiosa y al sacerdocio para que , a ejemplo de María, por escucha atenta y asidua de Tu palabra, puedan ser transformados en valientes pregoneros de Tu Evangelio.Por Cristo Nuestro Señor. Amén.
LA DIVINA MISERICORDIA
“ Jesús les volvió a decir: ¡ La paz esté con ustedes !, como el Padre me envió a mi, así los envío yo también. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: Reciban el Espíritu Santo, a quienes les perdonen los pecados les serán perdonados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos” (Jn.20,21-22)
Jesús se aparece a sus apóstoles para consagrarlos como ministros de la alegría pascual celebrando la Eucaristía y la Reconciliación.
PIDAMOS QUE LOS SACERDOTES SEAN “COMUNICADORES DEL AMOR DEL CORAZÓN DE CRISTO A LOS DEMÁS” (Benedicto XVI) Pidamos para que los seminaristas y novicias esten siempre atentos a la voz del Padre que dice: ”Este es mi Hijo, el Elegido, escúchenlo“.
Jesús nos enseñó que por medio de la Eucaristía nos hacemos uno con El , y El se hace uno con nosotros. Esto nos llena de alegría porque Dios mismo nos permite sentir su presencia dentro de nosotros, y esta alegría nos mueve a alabarlo desde lo más profundo de nuestro ser. Nos unimos a la alabanza respondiendo a cada oración: “Te alabamos Señor”.
• Porque estás ahí presente en la Eucaristía, queremos decirte…”Te alabamos Señor”.
• Porque te haces uno con nosotros y nos permites ser uno contigo en la Eucaristía, queremos decirte…”Te alabamos Señor”.
• Porque por medio de la Eucaristía haces que todos seamos uno en la Iglesia, queremos decirte…”Te alabamos Señor”.
• Por el amor de tu entrega en la Cruz para salvarnos y darnos Vida Eterna, queremos decirte…”Te alabamos Señor”.
• Porque en los momentos de sufrimiento y de vacío en nuestra alma, Tú nos alimentas y nos das vida con el pan divino de la Eucaristía, queremos decirte…”Te alabamos Señor”.
• Porque contigo se alegra nuestro corazón, queremos decirte…”Te alabamos Señor”. • Porque al recibirte inundas nuestras almas de una profunda alegría, queremos decirte…”Te alabamos Señor”.
• Porque al recibirte en la Eucaristía, sanas las heridas de nuestra alma, queremos decirte…”Te alabamos Señor”. Jesús está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos.
PADRENUESTRO
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén
10 AVEMARÍA
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.-
GLORIA
Toda la Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.-
Oh Maria, Madre de la Eucaristía, haz que yo ame a vuestro Hijo Jesús, presente en el Sagrario, sin cesar, noche y día. Bendito y Alabado sea por siempre el Santísimo Sacramento.
JACULATORIA
Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente; os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculos
del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.
¡Oh Jesús, Pastor Eterno de las almas!dígnate mirar con ojos de misericordia a esta porción de tu grey amada.Señor, gemimos en la orfandad.¡Danos vocaciones!, ¡danos Sacerdotes y religiosos Santos!Te lo pedimos por la lnmaculada Virgen María, tu Dulce y Santa Madre.¡Oh Jesús, danos sacerdotes y religiosos santos según tu Corazón! Amén.
Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño, te rogamos que por el inmenso amor y misericordia de Tu Sagrado Corazón, atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes. Te pedimos que retomes en Tu Corazón todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino, que enciendas de nuevo el deseo de santidad en los corazones de aquellos sacerdotes que han caído en la tibieza, y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes el deseo de una mayor santidad. Unidos a tu Corazón y el Corazón de María, te pedimos que envíes esta petición a Tu Padre celestial en la unidad del Espíritu Santo. Amén.
Santo Rosario Eucarístico de Reparación
QUINTO MISTERIO LUMINOSO Institución de la Sagrada Eucaristía
Descendió desde lo más alto de los cielos, asumiendo la sustancia del pan y del vino para elevarnos al convivio de Dios.
“Dichosos aquellos que son invitados a la fiesta del cordero ‘ .
«Mientras comían, tomó Jesús pan y, después de bendecir, lo partió, y, al darlo a los discípulos, dijo: ‘Tomad, comed. Este es el cuerpo mío’. Y tomando un cáliz y, habiendo dado gracias, lo dio a ellos, diciendo: ‘Bebed todos de él porque ésta es la Sangre mía, de la alianza, la que va a ser derramada por muchos, para remisión de pecados’” (Mt 26, 26-29).
En la noche del Jueves Santo, Jesús celebra la pascua con sus discípulos. Los antiguos ritos dejan lugar a la nueva pascua, en la que el Cordero es el mismo Cristo. Nuestro Señor, en su infinito amor por nosotros no nos deja un símbolo o figura, se queda Él mismo, con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
“La carne terrena de Cristo, la carne que recibió de la Virgen María y con la que vivió aquí abajo, ésta misma carne que Él nos da a comer para nuestra salvación, ésta carne nadie hay que no la adore antes de consumirla; … y no es idolatría el adorarla, sino que, al contrario, sería pecado el no adorarla”.
¿Qué más podría habernos dado Jesús? Se hizo comida y bebida para que por toda la eternidad podamos^ participar de su propia vida, haciéndonos uno solo con Él, cuando recibimos su Cuerpo en la Sagrada Eucaristía. Así, por algunos breves momentos, mientras las especies sacramentales no se consumen, nos asemejamos a María cuando Ella llevó a Jesús en sus Purísimas entrañas.
Como el cuerpo es sostenido por el alimento, así el alma necesita de la Eucaristía. “Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron, éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. SI uno come de este pan y vivirá paro siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne para la vida del mundo»
¡Oh mi amado y buen Jesús, auméntanos la fe en tu presencia real en el Santísimo Sacramento! Que nunca nos acostumbremos a estar delante de Ti, que nuestra piedad eucarística crezca de día en día, que no te dejemos solo en el sagrario, que te miremos sin descanso y sin cansancio, y que cada Avemaría” de este misterio nos prepare a recibirte con aquella pureza, humildad y devoción con que Te recibió vuestra Santísima Madre.
En la última cena, Jesucristo, Supremo y eterno sacerdote, hace la primera consagración del Pan y el Vino, diciendo «Esto es mi cuerpo» y «Esta es mi Sangre», e instituye a continuación el sacerdocio ministerial, al decir «Haced esto en memoria mía».
Es el milagro perenne de amor y que puede suceder porque el que lo instituye es Amor y Todopoderoso. Pero sin sacerdocio no hay Eucaristía. Pidamos a la
Santísima Virgen su intercesión para que muchos jóvenes puedan prepararse para el sacerdocio y una vez ordenados administrar este admirable sacramento. Oremos también por la santidad de los sacerdotes, para que imiten en su vida lo que realizan en la Eucaristía.-
Oh Dios, que en la Eucaristía has querido manifestar tu amor a todos los hombres, permite que los que se forman para el sacerdocio, puedan crear un corazón eucarístico, para que así puedan entregar sus vidas con generosidad como Tu, ”hasta el extremo“.Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
EL ENVÍO
“Jesús se acercó y les dijo : Todo poder se me ha dado en el cielo y en la tierra, por lo tanto, vayan y hagan mis discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar las cosas que les he enseñado; y he aquí que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final del mundo ” (Mt.27,18-20)La voluntad divina es conquistar el mundo para Cristo para que los pueblos en Él tengan vida.
PIDAMOS PARA QUE LOS SACERDOTES SEAN EN CRISTO SACRAMENTO DE VIDA PARA EL MUNDO.Pidamos para que los seminaristas, a través de la Eucaristía, puedan vivir la auténtica experiencia de Amor en la entrega ”hasta el extremo“.
Al dejarnos su Cuerpo y su Sangre, Jesucristo nos hizo dos grandes regalos: primero, su presencia en nuestras vidas de una forma visible, como alimento, y segundo, la Vida Eterna, que es el regalo más grande que podría habernos hecho. Concientes de la maravilla de sus presentes, queremos darle gracias sinceramente. Lo hacemos, respondiendo a cada oración: “Gracias Señor”
• Porque al recibir tu Cuerpo y Sangre nos fortaleces en la fe, te decimos…
• Porque con tu Cuerpo revives nuestro espíritu, te decimos… “Gracias Señor”
• Porque te ofreces cada domingo en la Eucaristía, te decimos… “Gracias Señor”
• Por la fuerza que nos renuevas en cada Eucaristía, te decimos… “Gracias Señor”
• Porque a pesar de nuestras miserias, te entregas a nosotros sin condiciones y con amor, te decimos… “Gracias Señor”
• Porque en cada Misa nos esperas para regalarnos una vez más tu Cuerpo y tu Sangre, te decimos… “Gracias Señor”
• Porque en cada Comunión, no miras nuestros pecados, sino nuestra fe, te decimos… “Gracias Señor”
Jesús está realmente presente ahí en el Altar, frente a nosotros, esperando que creamos en El, que lo adoremos y que lo amemos.
PADRENUESTRO
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén
10 AVEMARÍA
Dios te salve, María; llena eres de gracia; el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.-
GLORIA
Toda la Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.-
Oh Maria, Madre de la Eucaristía, haz que yo ame a vuestro Hijo Jesús, presente en el Sagrario, sin cesar, noche y día. Bendito y Alabado sea por siempre el Santísimo Sacramento.
JACULATORIA
Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, os adoro profundamente; os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo presente en todos los Tabernáculos
del mundo, en reparación de los ultrajes, de los sacrilegios y de las indiferencias con los cuales es ofendido; por los méritos infinitos del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María os pido por la conversión de los pobres pecadores.
¡Oh Jesús, Pastor Eterno de las almas!dígnate mirar con ojos de misericordia a esta porción de tu grey amada.Señor, gemimos en la orfandad.¡Danos vocaciones!, ¡danos Sacerdotes y religiosos Santos!Te lo pedimos por la lnmaculada Virgen María, tu Dulce y Santa Madre.¡Oh Jesús, danos sacerdotes y religiosos santos según tu Corazón! Amén.
Señor Jesús, Pastor Supremo del rebaño, te rogamos que por el inmenso amor y misericordia de Tu Sagrado Corazón, atiendas todas las necesidades de tus sacerdotes. Te pedimos que retomes en Tu Corazón todos aquellos sacerdotes que se han alejado de tu camino, que enciendas de nuevo el deseo de santidad en los corazones de aquellos sacerdotes que han caído en la tibieza, y que continúes otorgando a tus sacerdotes fervientes el deseo de una mayor santidad. Unidos a tu Corazón y el Corazón de María, te pedimos que envíes esta petición a Tu Padre celestial en la unidad del Espíritu Santo. Amén.