30 razones para amar al Sagrado Corazón de Jesús, para unir nuestros corazones al de Él y hacer crecer nuestro espíritu de caridad…
Durante los últimos siglos, y especialmente en aquella época en que los herejes, en nombre de una falsa piedad, se esforzaron por desalentar a los cristianos de recibir la Santísima Eucaristía, comenzó a practicarse abiertamente la veneración del Sagrado Corazón de Jesús, esfuerzos que llevo por todo lo alto San Juan Eudes, que por esta razón es llamado fundador del culto litúrgico de los Sagrados Corazones de Jesús y María.
Pero, para establecer plenamente y enteramente la adoración del Sagrado Corazón de Jesús, y difundirlo por todo el mundo, Dios mismo eligió como instrumento a una virgen muy humilde del orden de la Visitación, Santa Margarita María Alacoque, que incluso, en sus primeros años, ya tenía un ardiente amor por el sacramento de la Eucaristía y a quien Cristo, el Señor, se había aparecido muchas veces, se complació en dar a conocer las riquezas y los deseos de su divino Corazón.
1.- Háblale al Sagrado Corazón de Jesús
Amado Corazón de Jesús, Tú Permaneces como mi amante fiel y eterno, aunque yo vaya dando tumbos por el camino del amor, tu amor. Quieres que yo dé mucho fruto, pero para eso debo vivir unido a Ti, unido a tu sacratísimo corazón y a tu Palabra que es la semilla que alimenta al mío.
Dame de tu fuerza, de tu coraje, de tu amor y de tu perdón. Necesito a diario esas cuatro cosas en mi vida para tener la dirección correcta. Quiero hacer de mi vida una vida de servicio, obrar bien por los míos y por mi prójimo, desvivirme por ellos como Tú lo hiciste por mí.
Al final de mis días eso es lo que contará, no mi prestigio, riqueza, poder o belleza. Sé que quieres que construya mi vida sobre el amor que brota de tu Sagrado Corazón, que permanezca siempre firme y lleno de tu bondad. Confío en que Tú me llevarás seguro con la fuerza sanadora que emerge de tu Corazón.
Confío en Ti, confío en tu amor, confío en que me ayudas y me regalas tu bendición en todos los momentos de mi vida.
Sagrado Corazón de Jesús, quiero amarte con verdadero amor.
Amén
2.- Oración inicial
Sagrado Corazón de Jesús, necesito de tu fuerza que todo lo restaura, tu poder que sana y libera y conduce por nuevos caminos llenos de bendiciones.
Tú conoces lo que hay en mi corazón: quiero amarte y servirte, no porque sea un mandato, sino porque lo acepto como una petición de amor respetuosa y lleno de gozo por hacer tu voluntad, la cual, con ella siempre me diriges y quieres lo mejor para mí.
Sagrado Corazón de Jesús, quiero seguir tus pasos, vivir lo que Tú mismo viviste, amar lo que Tú amas, despreciar el mal que te aleja de mí.
Te amo, creo en tus mandamientos, que no son otra cosa que peticiones de amor que brotan de tu sagrado corazón. Amén. Sagrado Corazón de Jesús en ti confío.
Amén.
3.- Reflexión día 18:
El amor a los jóvenes
El Corazón de Jesús ama a todos, pero tiene un amor especial por los jóvenes, por los niños. “Dejad que los niños vengan a Mí”.
Jesús ve alrededor de ellos a madres doloridas y llorosas. “Hijas de Jerusalén, no lloréis por Mí, sino por vuestros hijos”.
Ved cómo hoy crece parte de la juventud. Son muchos los que crecen ligeros, vanidosos, volubles, llenos de exigencias, inclinados a la arrogancia, a la frivolidad, a la libertad desenfrenada.
A menudo, los jóvenes son el llanto de tantas familias… y en ocasiones el deshonor de la casa. Padres, que su principal preocupación sean sus hijos
Rezar un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
4.- Oración final
Amantísimo Corazón de Jesús, de Ti provienen abundantes gracias, misericordia y perdón, defiendes a los oprimidos, ayudas a los más débiles, rescatas a los que son despreciados.
Una y otra vez intervienes en cada una de mis debilidades, me acoges, me perdonas y me invitas a convertirme de corazón.
Sagrado Corazón de Jesús, Tú lo sabes todo, Tú escudriñas la profundidad de nuestros corazones y ves nuestro interior, conoces mi debilidad.
Quiero aprender a perdonar y a pedir perdón, a reconocerme pecador y no juzgar a los demás, más bien acudo a Ti, que eres la fuente de la misericordia, para que pongas en mí la gracia de ser misericordioso.
Quiero sabe inyectar esperanzas en vez de condenas. Derrama tu amor en mi corazón para solidarizarme con todos. No permitas que sea indiferente ante las personas que necesitan de una palabra de consuelo.
Te suplico, Oh Dios mío, que extiendas tu mano en estos momentos sobre mis heridas y sánalas con tu inmenso amor. Eres el dueño de mi vida. Todo te lo entrego.
Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío.
Nota final: El Sagrado Corazón de Jesús quiere inspirar a los corazones de hombres y mujeres de nuestros días para que puedan estar fortalecidos ante los continuos ataques de antivalores de esta sociedad y además infundirles un gran deseo de llevar a cabo grandes obras de las que se creen ser incapaces de realizar.
El Corazón de Jesús le dijo a Santa Margarita María Alacoque:
“Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí”
Meditación: Jesús,
Jesús...ya sobre la tierra te han elevado, no puedes sostener Tu Cabeza, de Ella Sangre gotea...de Tu Santa Boca salen hilos de Sangre. Señor, te escucho decir: "tengo sed...", pero me miras a
mi, ¿Señor, tienes sed de mí?, ¿de esta pobre criatura?. Repites "tengo sed...", sí, Señor, sed de amor, sed de éste pobre amor que te niego yo...perdón Señor, ¡perdón Mi Dios!. Mi Cristo, mi
amado, escúchame bien, ya que te lo digo de corazón: "Jesús en Ti confío, perdona todos mis olvidos, "Jesús en Ti confío", perdona porque te he hecho un "mendigo", un mendigo de amor, que espera
a mi pobre corazón.
Padre, míralos. Mira a Tu Hijo aún mancillado, mira a Su Madre también
Crucificada, cambia nuestro corazón para que siendo hijos Tuyos, te llenemos de orgullo.
Jaculatoria: ¡Enamorándome
de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende
en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir
siempre si. Amén.
Florecilla: Hagamos
una Hora Santa de Adoración Eucarística.
Oración:
Amadísimo Jesús Redentor mío Tú que eres amor, invádeme
Tú que eres Santo, santifí ...came Tú
que eres Fuente viva, sáciame
Tú que eres Entrega, utilízame Tú que eres Presencia, utilízame
Tú que eres presencia, envuélveme Tú que eres Plenitud, lléname
Tú que eres Centro, céntrame en ti Rebósame de Ti y muéstrame tu rostro
Hazme capacidad Hazme silencio Hazme reflejo de tu Amor.
Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
DÍA 18 - EN EL SAGRADO CORAZÓN, HALLAREMOS LA MEJOR HONRA
I Se llaman ilustres y honrados
según el mundo los que obtienen por sus merecimientos o por su fortuna el favor de los personajes famosos, y tienen libre entrada y valioso influjo en los palacios de los poderosos. A tales
personas se los mira en general con admiración mezclada de secreta envidia: más que por sus riquezas y poderío se les señala por la importancia que rodea su nombre, por el esplendor en que viven
sus familias, por la consideración y respeto que les tienen sus conciudadanos; y no obstante, ¡qué fugaz y pasajera es esta gloria humana, y qué fácilmente se cambia en olvido, y quizá en
espantosa desgracia! Llena está la historia de esas catástrofes de la humana vanidad; más de una vez se han tocado en un mismo día los extremos de la mayor elevación y de la mayor ignominia; el
trono quizá ayer, y hoy el cadalso.
No es tal la gloria y el honor que a sus servidores concede el Sagrado Corazón de Jesús. Los predilectos y favoritos
de este generoso Rey no pierden nunca la gracia real, si no renuncian a ella espontáneamente con un voluntario apartamiento. Son admitidos a su más dulce intimidad, y poseen cerca de Él la más
absoluta influencia. De su recomendación pueden servirse para alcanzar del Padre cuanto les fuera conveniente para sí o para sus hermanos; ni se mostró más blando y generoso con los suyos aquel
antiguo José, de lo que con nosotros quiere mostrarse nuestro hermano mayor Jesucristo. A los que se hayan sometido fielmente a Él en vida, les promete el asiento junto a sí para juzgar al mundo
en el supremo tribunal. A los que por suyo le hayan tenido acá entre los hombres, les promete Él reconocerles por suyos ante su Padre Celestial.
Medítese unos minutos.
II Si ambicionas gloria y
honores y real preferencia, alma mía, ambiciona ésta que sólo puede darte el Sagrado Corazón. Oye lo que dijo a sus discípulos, y en ellos a todos nosotros: "Ya no os llamo siervos, porque el siervo ignora lo que hace su señor; a vosotros os llamo amigos, porque os dí a conocer todo lo
que oí de mi Padre". ¿Qué príncipe de la tierra habló jamás así a un súbdito a quien quisiese
honrar?
Así lo reconozco, Jesús mío, y por esto en adelante no quiero ya otra gloria ni otro honor que los que resultan de
servirte a Ti. Guárdense los reyes sus palacios, los notables su codiciado influjo, los poderosos los obsequios con que honran a sus amigos. Ténganse estos engañosos favores, que tan caros se
compran y tan fácilmente se pierden.
No excitará ya mi codicia el brillo de los lujosos vestidos, de los elevados puestos, del ilustre renombre, de la
fama popular incierta y veleidosa.
¡Oh Jesús mío! Quien vive como Tú alcanza el mayor favor: quien puede llamarse tuyo, adquiere el más distinguido
título de honor. Ni más deseo, ni quiero pasar por menos. Sea ésta mi principal nobleza. La Santa Cruz, la herida de la lanza y la corona de espinas que muestras en tu Corazón, he aquí mis
blasones, únicos que me han de dar a conocer en el juicio por servidor de Tu palacio. Ambicioso soy, Jesús mío, y no me contento con menos que con reinar junto a Ti en la gloria que preparas a
Tus escogidos. Dame cada día más de esos verdaderos honores, y haz que los alcance un día en Tu Reino Celestial.
Medítese, y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio:
Venid a Mí,… Aprended de Mí… Pedid, llamad…
A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
Día 18. Corazón de Jesús, desapareciendo en un taller de aldea, mientras el mundo todo Te esperaba.
Corazón de Cristo escondido, El de la anónima infancia, El de la soledad de Nazaret, El del desierto. Corazón de Jesús, mudo ante Herodes, supremo silencio en la Cruz.
Nosotros, que no contamos con la eternidad, tenemos prisa. Nos cuesta comprender la formidable fecundidad del escondimiento.
Danos a entender Tu estilo divino, incomprensible. Ese estilo Tuyo, que exige, como clave de apostolado, la desintegración silenciosa del grano de trigo. No puedes hallar una cosa escondida sino escondiéndote con ella en el escondrijo en que está. Dios vive en el centro más profundo de tu alma. Si te alejas del ruido, quedas escondido con Él, «le amarás y gozarás en escondido, y te deleitarás en escondido con El».
Tus manos divinas tienen entre sus dedos los hilos de nuestras vidas. Cuando nos escondan, haz, Señor, que en aquella aparente infecundidad hallemos nuestro taller de Nazaret, nuestro desierto de Pablo, nuestra cueva de Manresa, nuestro monte Albernia.
Jesús de Nazaret. Tu vida oculta es tan fecunda y activa como la que se desarrolla en el fondo del océano en las horas de calma aparente. Enséñame que el silencio es la primera palabra de todo diálogo fecundo.
Danos morir briosamente, sin regateos, en oscuridad y silencio fecundos, cimientos de Tu Reino, esas pequeñas y grandes muertes que tiene la vida.
Corazón de Jesús, saturado de oprobios.En Ti confiamos.
DÍA 18 (18 de junio): Corazón de Jesús, generoso para todos los que te invocan Reflexión (3 de agosto de 1986) “Mediante esta generosidad el amor no se agota, sino que crece. Crece constantemente. Esta es la naturaleza misteriosa del amor. Y éste es también el misterio del Corazón de Jesús, que es generoso para con todos. Se abre a todos y cada uno. Se abre completamente por sí mismo. Y en esta generosidad no se agota. La generosidad del Corazón da testimonio de que el amor no está sometido a las leyes de la muerte, sino a las leyes de la resurrección y la vida. Da testimonio de que el amor crece con el amor. Esta es su naturaleza”. Propósito: Llamar o visitar a alguien que está solo o en necesidad de ser consolado.
Jaculatoria: LUZ del Corazón de Jesús, iluminad mi corazón