30 razones para amar al Sagrado Corazón de Jesús, para unir nuestros corazones al de Él y hacer crecer nuestro espíritu de caridad…
La devoción al Sagrado Corazón comenzó alrededor del año 1672. En repetidas ocasiones, Jesús se apareció a Santa Margarita María de Alacoque y durante estas apariciones le explicó la devoción a su Sagrado Corazón como Él quería que la gente lo practicara. Jesús pidió ser honrado en el símbolo de su Corazón de carne; pidió actos de reparación con la comunión frecuente, la comunión en el primer viernes de cada mes, y mantener una Hora Santa.
Estos treinta días que dedicaremos a amar al sagrado corazón de Jesús, debe lograr unir nuestros corazones al de Él, y dedicarnos a Él para hacer crecer nuestro Espíritu de caridad y así aumentar la adoración de Dios, especialmente de el de su sacratísimo corazón, y nuestro celo y respeto en la recepción de los sacramentos, especialmente la Eucaristía. Todo esto podrá ayudarnos a vivir una vida centrada en Jesús en nuestro hogar, en la escuela, en el trabajo, y hasta en los momentos de recreación.
1.- Háblale primero al Sagrado Corazón de Jesús
Amado Corazón de Jesús, Tú Permaneces como mi amante fiel y eterno, aunque yo vaya dando tumbos por el camino del amor, tu amor. Quieres que yo dé mucho fruto, pero para eso debo vivir unido a Ti, unido a tu sacratísimo corazón y a tu Palabra que es la semilla que alimenta al mío.
Dame de tu fuerza, de tu coraje, de tu amor y de tu perdón. Necesito a diario esas cuatro cosas en mi vida para tener la dirección correcta. Quiero hacer de mi vida una vida de servicio, obrar bien por los míos y por mi prójimo, desvivirme por ellos como Tú lo hiciste por mí.
Al final de mis días eso es lo que contará, no mi prestigio, riqueza, poder o belleza. Sé que quieres que construya mi vida sobre el amor que brota de tu Sagrado Corazón, que permanezca siempre firme y lleno de tu bondad. Confío en que Tú me llevarás seguro con la fuerza sanadora que emerge de tu Corazón.
Confío en Ti, confío en tu amor, confío en que me ayudas y me regalas tu bendición en todos los momentos de mi vida.
Sagrado Corazón de Jesús, quiero amarte con verdadero amor. Amén
2.- Oración inicial
Sagrado Corazón de Jesús, necesito de tu fuerza que todo lo restaura, tu poder que sana y libera y conduce por nuevos caminos llenos de bendiciones.
Tú conoces lo que hay en mi corazón: quiero amarte y servirte, no porque sea un mandato, sino porque lo acepto como una petición de amor respetuosa y lleno de gozo por hacer tu voluntad, la cual, con ella siempre me diriges y quieres lo mejor para mí.
Sagrado Corazón de Jesús, quiero seguir tus pasos, vivir lo que Tú mismo viviste, amar lo que Tú amas, despreciar el mal que te aleja de mí.
Te amo, creo en tus mandamientos, que no son otra cosa que peticiones de amor que brotan de tu sagrado corazón. Amén. Sagrado Corazón de Jesús en ti confío.
Amén.
3.- Reflexión del día 2:
Corazón de Jesús, fuente de salvación
En cada página del evangelio, el Corazón de Jesús habla de la fe. Por la fe Jesús cura las almas, sana los cuerpos y resucita a los muertos. Cada uno de los milagros es el fruto de la fe; cada palabra suya es una incitación a la fe
La fe es necesaria como el pan que comes, como el aire que respiras. Con la fe eres todo; sin la fe no eres nada.
Con frecuencia nuestra fe es lánguida como una llama a punto de extinguirse. Cuando en los campos, en las casas, en las oficinas, en las tiendas, se mofan de tu fe ¿sientes el coraje de defenderla sin sonrojarte, sin respeto humano?
Cuando las pasiones te asaltan ferozmente, ¿Te acuerdas que con un acto de fe resultas invencible porque Dios combate por ti y contigo?
Rezar un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
4.- Oración final
Amantísimo Corazón de Jesús, de Ti provienen abundantes gracias, misericordia y perdón, defiendes a los oprimidos, ayudas a los más débiles, rescatas a los que son despreciados.
Una y otra vez intervienes en cada una de mis debilidades, me acoges, me perdonas y me invitas a convertirme de corazón.
Sagrado Corazón de Jesús, Tú lo sabes todo, Tú escudriñas la profundidad de nuestros corazones y ves nuestro interior, conoces mi debilidad.
Quiero aprender a perdonar y a pedir perdón, a reconocerme pecador y no juzgar a los demás, más bien acudo a Ti, que eres la fuente de la misericordia, para que pongas en mí la gracia de ser misericordioso.
Quiero sabe inyectar esperanzas en vez de condenas. Derrama tu amor en mi corazón para solidarizarme con todos. No permitas que sea indiferente ante las personas que necesitan de una palabra de consuelo.
Te suplico, Oh Dios mío, que extiendas tu mano en estos momentos sobre mis heridas y sánalas con tu inmenso amor. Eres el dueño de mi vida. Todo te lo entrego.
Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío.
Nota final: El Sagrado Corazón de Jesús quiere inspirar a los corazones de hombres y mujeres de nuestros días para que puedan estar fortalecidos ante los continuos ataques de antivalores de esta sociedad y además infundirles un gran deseo de llevar a cabo grandes obras de las que se creen ser incapaces de realizar.
El Corazón de Jesús le dijo a Santa Margarita María Alacoque:
“Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí”
Meditación: El
Corazón de mi Jesús tanto amó, que en llama de fuego se presentó para purificar, para salvar, para amar…¡Pero quién lo ha de mirar!. Si muchos lo llegamos hasta a despreciar, a no buscar, a
ignorar, pues no queremos que nos venga a señalar las miserias y tibiezas que nuestro pobre corazón encierra. Seamos ardientes amantes de Cristo, consumidos por el Fuego de Su Amor, para poder
así limpiar nuestro corazón y llegar a servir a nuestro Dulce Señor.
Jaculatoria: ¡Enamorándome
de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende
en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir
siempre si. Amén.
Florecilla: Hagamos
una buena confesión, ofreciéndosela al Sagrado Corazón de Jesús.
Oración:
Amadísimo Jesús Redentor mío Tú que eres amor, invádeme
Tú que eres Santo, santifí ...came Tú
que eres Fuente viva, sáciame
Tú que eres Entrega, utilízame Tú que eres Presencia, utilízame
Tú que eres presencia, envuélveme Tú que eres Plenitud, lléname
Tú que eres Centro, céntrame en ti Rebósame de Ti y muéstrame tu rostro
Hazme capacidad Hazme silencio Hazme reflejo de tu Amor.
Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
DÍA 2 - EL SAGRADO CORAZÓN, MODELO DE HUMILDAD
I Mira, alma mía, la
profundísima humildad del Corazón de Jesús. Siendo Jesucristo Dios, y como tal potentísimo y excelso, no le bastó hacerse Niño en las entrañas de una mujer, y nacer luego en una cueva de
animales, y trabajar más tarde en un taller, y morir, finalmente, como reo miserable en una Cruz. Aún después de su existencia mortal vive glorioso en el cielo, es verdad, "pero en la tierra vive
humillado y abatido".
Contémplale en este Sacramento. Ha escogido para vivir entre nosotros las apariencias más modestas. Se deja encerrar
como prisionero en el fondo de nuestros pobres tabernáculos, en nuestras iglesias mil veces desiertas y abandonadas. ¡Ah mi buen Jesús! Cómo eres Tú el mismo hoy que cuando naciste en Belén,
trabajaste en Nazareth, recorrias a pie los campos y aldeas de Judea, y morías entre injurias y desprecios en el Calvario! No has cambiado Tu condición llana y sencilla; no has dejado Tus
humildes maneras, a fin de que se acerquen a Ti sin temor los pobres y pequeños, y aprendan en Ti sencillez y humildad los vanos y orgullosos.
¡Oh! ¡Humildísimo Jesús! ¡Enséñame a mí, altivo y presuntuoso que soy, esta santa virtud de la
humildad!
Medítese unos minutos.
II Me avergüenzo y me espanto
¡oh Jesús mío! cuando doy una mirada a mi pobre corazón. Es todo al revés del vuestro, tan sencillo y tan humilde. Está lleno de vanidad, presunción, necio orgullo, insaciable amor propio. Busca
siempre el aplauso y la alabanza, sobresalir y brillar, obscurecer a los demás, hacerse superior a todos.
No son éstas las lecciones de tu humildísimo Corazón. Tú me quieres humilde para con Dios, para con mis prójimos y
para conmigo mismo.
Para con Dios, reconociéndome siervo y discípulo suyo, acatando sin murmurar todas sus disposi-ciones, sujetándome
sin réplica a su dulce Providencia, agradeciendo como cosa suya todo lo que de bueno haya en mí.
Para con mis prójimos, portándome como si fuese el menor de todos ellos, sufriéndolos con caridad, tratándolos con
dulzura, perdonando sus injurias, huyendo sus aplausos y alabanzas.
Para conmigo mismo, teniéndome por lo que soy, criatura miserable, indigna del polvo que piso, del cielo que
contemplo y del aire que respiro, reconociéndome infeliz pecador que sólo por la divina compasión no ardo ya en los infiernos.
¡Corazón de Jesús humilde! Dame ese espíritu de perfecta humildad, para que consiga sentarme un día en el trono que
reservas a Tu lado a los humildes como Tú.
Medítese, y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio:
Venid a Mí,… Aprended de Mí… Pedid, llamad…
A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
El Sagrado Corazón, modelo de humildad
Contemplemos la humildad del Corazón de Jesús. Siendo Jesucristo Dios y soberano de todas las cosas, no le bastó hacerse niño en el seno de una mujer, nacer en una cueva de animales, trabajar como joven y adulto en un taller y morir, finalmente, como reo miserable en una cruz. Aún después de su existencia humana, hoy mismo, vive humillado y abatido.
En los Sacramentos ha escogido —para vivir con nosotros—. Se deja encerrar como un prisionero en el fondo del tabernáculo, en nuestras iglesias casi siempre desiertas y abandonadas. Oh, buen Jesús, eres el mismo hoy que cuando naciste en Belén, cuando trabajabas en Nazaret, cuando recorrías a pie los campos y aldeas de Judea y que cuando morías, entre injurias y desprecios, en el Calvario. No ha cambiado tu condición de pobreza y sencillez; no has dejado de ser humilde para que se puedan acercar a Ti, sin temor, los más pobres y los más pequeños. Y para que aprendan de Ti la sencillez y la humildad los vanidosos y los orgullosos.
Jesús: enséñame a mí, tan altivo y tan presumido que soy, esta santa virtud de la humildad.
¿Y nosotros? ¿Y yo?
Jesús, me avergüenzo y espanto cuando doy una mirada a mi corazón. Es lo contrario del tuyo, tan sencillo y tan humilde. El mío está lleno de vanidad, presunción, orgullo, amor propio. Busco siempre el aplauso y la alabanza, sobresalir y brillar, oscurecer a los demás, hacerme superior a todos.
Desde luego, no son las ésas las lecciones de tu Corazón. Tú me quieres humilde para con Dios, para con mis prójimos, para conmigo mismo. Para con Dios, reconociéndome siervo y discípulo suyo, acatando sin murmurar todas sus disposiciones, sujetándome sin réplica a su Providencia, agradeciendo —como cosa suya— todo lo bueno que hay en mí.
Para con mis prójimos, portándome como si fuera el menor de todos ellos, sufriendo con caridad, tratándolos con dulzura, perdonando sus injurias, huyendo de sus aplausos y alabanzas.
Para conmigo mismo, teniéndome por lo que soy: criatura miserable, indigna del polvo que piso, del cielo que contemplo y del aire que respiro.
SAGRADO CORAZÓN, EN TI CONFIO
MODELO DE HUMILDAD
Mira la profundísima humildad del Corazón de Jesús. Siendo Jesucristo Dios, y como tal potentísimo y excelso, no le bastó hacerse Niño en las entrañas de una mujer,
y nacer luego en una cueva de animales, y trabajar más tarde en un taller,
y morir, finalmente, como reo miserable en una cruz.
Aún después de su existencia mortal vive glorioso en el cielo, es verdad,
“pero en la tierra vive humillado y abatido”. Contémplale en este Sacramento.
Ha escogido para vivir entre nosotros las apariencias más modestas.
Se deja encerrar como prisionero en el fondo de nuestros pobres tabernáculos, en nuestras iglesias mil veces desiertas y abandonadas. ¡Ah mi buen Jesús!
Eres el mismo hoy que cuando naciste en Belén, trabajaste en Nazareth,
recorrias a pie los campos y aldeas de Judea, y morías entre injurias y desprecios en el Calvario!
No has cambiado tu condición llana y sencilla; no has dejado tus humildes maneras, a fin de que se acerquen a Ti sin temor los pobres y pequeños,
y aprendan en Ti sencillez y humildad los vanos y orgullosos.
¡Oh! ¡humildísimo Jesús! ¡Enséñame a mí, altivo y presuntuoso que soy,
esta santa virtud de la humildad! Medítese unos minutos.
Me avergüenzo y me espanto ¡oh Jesús mío! cuando doy una mirada a mi pobre corazón.
Es todo al revés del vuestro, tan sencillo y tan humilde. Está lleno de vanidad,presunción, necio orgullo, insaciable amor propio. Busca siempre el aplauso y la alabanza, sobresalir y brillar, obscurecer a los demás, hacerse superior a todos.
No son éstas las lecciones de tu humildísimo Corazón. Tú me quieres humilde para con Dios, para con mis prójimos y para conmigo mismo. Para con Dios, reconociéndome siervo y discípulo suyo,acatando sin murmurar todas sus disposiciones, sujetándome sin réplica a su dulce Providencia, agradeciendo como cosa suya todo lo que de bueno haya en mí.
Para con mis prójimos, portándome como si fuese el menor de todos ellos, sufriéndolos con caridad,tratándolos con dulzura, perdonando sus injurias, huyendo sus aplausos y alabanzas.
Para conmigo mismo,teniéndome por lo que soy, criatura miserable, indigna del polvo que piso,del cielo que contemplo y del aire que respiro, reconociéndome infeliz pecador que sólo por la divina compasión no ardo ya en los infiernos.
¡Corazón de Jesús humilde! Dame ese espíritu de perfecta humildad, para que consiga sentarme un día en el trono que reseras a tu lado a los humildes como Tú.
Día 2. Corazón de Jesús, Deseo de los collados eternos.
Tus delicias las tienes en estar con los hijos de los hombres. Corazón de Amigo que nos das Tu presencia, Tus palabras, Tu vida y Tu muerte. Nos dejas Tu Madre, Tu Eucaristía y Tu Espíritu. Te entregas por nosotros hasta la sangre, el sudor y las lágrimas. Y llegas hasta suplicarme, Tú, la Sabiduría, la Belleza y el Poder infinitos: «He aquí este Corazón, que tanto ha amado a los hombres... tú, al menos, ámame».
Otórganos comprender lo que significas Tú para nosotros, como cristianos y como consagrados. Sin Ti, nuestra vida es locura. Tú eres para nosotros, más que para nadie, signo de Contradicción. La dulce y terrible disyuntiva: ruina o resurrección, vida o muerte.
Solos, obedientes y vacíos por las promesas absolutas de los votos, Tú eres ya nuestra Única Verdad, nuestro Único Camino, nuestra Única Vida.
Danos ímpetu de generosidad y entrega, sin cálculos ni cobardías, para llegar a amarte como al grande y único Amor de nuestra vida.
Haz que encontremos en Ti, purificadas y jerarquizadas, todas las cosas y personas que amamos. Haznos amarte en todo, en todos, siempre, conforme a Tu Santísima y Divina Voluntad.
Corazón de Jesús formado por el Espíritu Santo en el seno de la Virgen Madre. Ti confiamos.
DÍA 2 (2 de junio): Corazón formado en el seno de la Virgen Madre por el Espíritu Santo Reflexión (2 de julio de 1989) “El Espíritu plasmó el Corazón de Cristo en el seno de María, que colaboró activamente con El como madre y como educadora. Como Madre, Ella se adhirió consciente y libremente al proyecto salvífico de Dios Padre, siguiendo en un silencio lleno de adoración, el misterio de la vida que en Ella había brotado y se desarrollaba. Como educadora, Ella plasmó el Corazón de su propio Hijo, introduciéndolo, junto con San José, en las tradiciones del pueblo elegido, inspirándole el amor a la ley del Señor, comunicándole la espiritualidad de los "pobres del Señor." Ella lo ayudó a desarrollar su inteligencia y seguramente ejerció influjo en la formación de su temperamento. Aun sabiendo que su Niño la trascendía por ser "Hijo del Altísimo" (cf. Lc 1,32), no por ello la Virgen fue menos solicita de su educación humana (cf. Lc. 2,51)”. Propósito: Rezar un Rosario pidiendo a la Virgen moldear nuestros corazones según el modelo de su Hijo.
Jaculatoria: HERMOSURA del Corazón de Jesús, cautivad mi corazón