El Sagrado Corazón de Jesús es la fuente de todas sus virtudes y la más sensibilizada encarnación de Su amor infinito por el hombre
El Sagrado Corazón de Jesús debe entenderse como el corazón tierno y cariñoso del Dios-Hombre, el hogar de todas sus emociones, la fuente de todas sus virtudes y la más sensibilizada encarnación de Su amor infinito por el hombre.
Jesús ha derramado Su sangre por nosotros, ha recibido heridas por nosotros que Él retuvo aun después de Su resurrección, como signos eternos de su inmenso amor por el hombre, los ha llevado con Él al Cielo y nos los mostrará en el Día del Juicio.
Cuánto más debe ser el Sagrado Corazón de Nuestro Salvador el objeto de nuestra devoción, puesto que todos los pensamientos, sentimientos y emociones de este corazón tan amoroso apuntan sólo a nuestra salvación y puesto que está siempre dispuesto a recibir a los pecadores verdaderamente arrepentidos para perdonarlos, para convertirlos a Su amor, y hacerlos partícipes en la bienaventuranza eterna.
Por lo tanto, desde el principio, los santos han alentado una tierna devoción a este Sagrado Corazón, como ya se ha dicho.
"Tu corazón, ¡oh buen Jesús!, es un verdadero tesoro, una perla preciosa, que hemos encontrado profundizando en el conocimiento de tu cuerpo (Mt 13,44-45). ¿Quién la rechazaría? Más bien, lo daría todo; a cambio, entregaré todos mis pensamientos y todos mis deseos para obtenerla, depositando todas mis preocupaciones en el corazón del Señor Jesús, y sin duda este corazón me alimentará". (San Buenaventura)
1.- Háblale al Sagrado Corazón de Jesús
Amado Corazón de Jesús, Tú Permaneces como mi amante fiel y eterno, aunque yo vaya dando tumbos por el camino del amor, tu amor. Quieres que yo dé mucho fruto, pero para eso debo vivir unido a Ti, unido a tu sacratísimo corazón y a tu Palabra que es la semilla que alimenta al mío.
Dame de tu fuerza, de tu coraje, de tu amor y de tu perdón. Necesito a diario esas cuatro cosas en mi vida para tener la dirección correcta. Quiero hacer de mi vida una vida de servicio, obrar bien por los míos y por mi prójimo, desvivirme por ellos como Tú lo hiciste por mí.
Al final de mis días eso es lo que contará, no mi prestigio, riqueza, poder o belleza. Sé que quieres que construya mi vida sobre el amor que brota de tu Sagrado Corazón, que permanezca siempre firme y lleno de tu bondad. Confío en que Tú me llevarás seguro con la fuerza sanadora que emerge de tu Corazón.
Confío en Ti, confío en tu amor, confío en que me ayudas y me regalas tu bendición en todos los momentos de mi vida.
Sagrado Corazón de Jesús, quiero amarte con verdadero amor.
Amén
2.- Oración inicial
Sagrado Corazón de Jesús, necesito de tu fuerza que todo lo restaura, tu poder que sana y libera y conduce por nuevos caminos llenos de bendiciones.
Tú conoces lo que hay en mi corazón: quiero amarte y servirte, no porque sea un mandato, sino porque lo acepto como una petición de amor respetuosa y lleno de gozo por hacer tu voluntad, la cual, con ella siempre me diriges y quieres lo mejor para mí.
Sagrado Corazón de Jesús, quiero seguir tus pasos, vivir lo que Tú mismo viviste, amar lo que Tú amas, despreciar el mal que te aleja de mí.
Te amo, creo en tus mandamientos, que no son otra cosa que peticiones de amor que brotan de tu sagrado corazón. Amén. Sagrado Corazón de Jesús en ti confío.
Amén.
3.- Reflexión día 23: Frente a tanto mal
Cuando San Juan Bautista desde la prisión envió a dos de sus discípulos a Jesús para pedirle si era verdaderamente el redentor prometido, Jesús, por toda respuesta se refirió a los frutos:
"Vayan y díganle a Juan que los ciegos ven, los cojos andan, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados".
Jesús quiere nuestra salvación. Él vive y obra por nosotros; por nosotros muere en la cruz.
Siembra mucho, siembra a manos llenas el bien; no se perderá en la tierra; fructificará siempre para el cielo.
¡Cuántos defectos en las personas que tú conoces, que tú quieres! ¡Cuántas malas inclinaciones y quizá cuántos escándalos! Tú sabes que la caridad cristiana obliga a todos a la corrección fraterna
Rezar un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
4.- Oración final
Amantísimo Corazón de Jesús, de Ti provienen abundantes gracias, misericordia y perdón, defiendes a los oprimidos, ayudas a los más débiles, rescatas a los que son despreciados.
Una y otra vez intervienes en cada una de mis debilidades, me acoges, me perdonas y me invitas a convertirme de corazón.
Sagrado Corazón de Jesús, Tú lo sabes todo, Tú escudriñas la profundidad de nuestros corazones y ves nuestro interior, conoces mi debilidad.
Quiero aprender a perdonar y a pedir perdón, a reconocerme pecador y no juzgar a los demás, más bien acudo a Ti, que eres la fuente de la misericordia, para que pongas en mí la gracia de ser misericordioso.
Quiero sabe inyectar esperanzas en vez de condenas. Derrama tu amor en mi corazón para solidarizarme con todos. No permitas que sea indiferente ante las personas que necesitan de una palabra de consuelo.
Te suplico, Oh Dios mío, que extiendas tu mano en estos momentos sobre mis heridas y sánalas con tu inmenso amor. Eres el dueño de mi vida. Todo te lo entrego.
Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío.
Nota final: El Sagrado Corazón de Jesús quiere inspirar a los corazones de hombres y mujeres de nuestros días para que puedan estar fortalecidos ante los continuos ataques de antivalores de esta sociedad y además infundirles un gran deseo de llevar a cabo grandes obras de las que se creen ser incapaces de realizar.
El Corazón de Jesús le dijo a Santa Margarita María Alacoque:
"Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí"
Meditación: ¡Oh
Señor!. Quién pudiera conocerte verdaderamente a Vos, Señor que te hiciste Hombre y pescador, para enseñarnos a trabajar en el Amor. ¡Oh Señor!, que a todos buscas. Tú, el Rey, te sentabas en una
barca y desde el lago de Galilea enseñabas Tu Palabra. Tú, que a los leprosos curabas y sanabas las almas. Tu mirada era sólo Amor y ofrenda del dolor que causaba el hedor de las almas
putrefactas. Tú, Señor, que conoces todos nuestros pecados pero a pesar de eso nos sigues amando. Tú, que por nosotros te sigues dando, para que volvamos a Tu lado. Tú, Señor, que por gran
Misterio nos quieres dar un corazón nuevo para nacer a Vos y vivir en unión con Nuestro Creador. Señor, que nos regalas la esperanza de habitar algún día en eterna alabanza en la Morada Santa,
permite a este siervo Tuyo tirar las redes para llevar a mis hermanos hacia Tus Benditas Manos.
Jaculatoria: ¡Enamorándome
de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende
en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir
siempre si. Amén.
Florecilla:Pidamos
al Señor, en humilde oración, que podamos ayudar a la conversión de nuestros hermanos.
Oración:
Amadísimo Jesús Redentor mío Tú que eres amor, invádeme
Tú que eres Santo, santifí ...came Tú
que eres Fuente viva, sáciame
Tú que eres Entrega, utilízame Tú que eres Presencia, utilízame
Tú que eres presencia, envuélveme Tú que eres Plenitud, lléname
Tú que eres Centro, céntrame en ti Rebósame de Ti y muéstrame tu rostro
Hazme capacidad Hazme silencio Hazme reflejo de tu Amor.
Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
DÍA 23 - PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN, POR LOS INCRÉDULOS Y LOS MALOS CRISTIANOS
I Hay hermanos nuestros creados
como nosotros por Dios, redimidos como nosotros por la Sangre Divina, destinados como nosotros para el reino eterno, y que sin embargo se obstinan en cerrar sus ojos a la luz de la verdad y
permanecer apartados de la fe, en ciego y voluntario paganismo. Estos son los incrédulos. ¡Cuántos de esos gentiles hay en medio de nuestra sociedad cristiana! ¡Cuántos de nuestros amigos y
conocidos, y quizás parientes, no tienen de Dios y de su ley y de sus misterios mayor conocimiento que el que tiene un pobre salvaje, para quien es absolutamente desconocida la cruz! Roguemos,
pues, hoy al Sagrado Corazón de Jesús por este doloroso estado de tantas almas.
¡Oh Jesús, Señor Nuestro! ¿Cómo puede ser que veinte siglos después de tu venida haya aún quien no te conozca? Abre,
Señor, los ojos a los ciegos del alma, Tú que a tantos iluminaste los del cuerpo en tu vida mortal; te diremos como aquel ciego del Evangelio: "Señor, ¡que vean!" Que vean, que sientan, que
gocen de la verdad de tu ley, de la ternura de tu amor, de la eficacia de tus Sacramentos! Que te conozcan ¡oh buen Jesús! estas pobres almas, a quienes tiene engañada la idea de que pueden
salvarse con sólo vivir una honradez mundana, siendo que Tú no reconocerás este modo de vivir como digno de Cielo en tu juicio. Rasga, Señor, las densas tinieblas en que están envueltos tantos
hermanos nuestros, y que les impiden ver el espantoso abismo de la eternidad que tienen abierto a sus pies. ¡Misericordia por ellos, piadosísimo Jesús! Acepta por ellos, Sagrado Corazón, los
humildes ruegos de nuestro rendido corazón.
Medítese unos minutos.
II Además de los incrédulos
están los malos cristianos; es decir, aquellos que creen de verdad, pero no practican; tienen fe - y no quieren dejar de ser llamados católicos -, pero tienen malas costumbres y cometen
criminales acciones. ¿Qué les valdrá a ellos su creencia, si no procuran tener una conducta coherente con ella? Sólo les valdrá de mayor responsabilidad en el tribunal de Dios.
Te pedimos también, Sacratísimo Corazón de Jesús, por esos malos cristianos cuya vida culpable y viciosa deshonra tu
ley y da ocasión a que se burlen de ella tus enemigos, al paso que es mortal escándalo para los incautos. ¡Oh indigna ingratitud! Creen en Ti, Señor, pero no te sirven; admiten tu ley, pero la
pisotean y afrentan; temen el infierno, pero nada hacen por no caer en él.
¡Señor! ¡Despierta con el clamor de tus palabras de advertencia a los que están dormidos! ¡Limpia de las manchas de
sus malas acciones a los que tienen la lepra en el alma! ¡Toca con tu inspiración a aquellos que como Lázaros ya huelen mal por la podredumbre de sus vicios!
Haz brillar tu poder y tu misericordia sobre todos nosotros, para lograr ser lumbreras de santidad y ornamentos de
la Iglesia.
¡Sagrado Corazón de Jesús! Por los incrédulos, por los endurecidos pecadores, te pedimos hoy luz, gracia y
perdón.
Medítese, y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio:
Venid a Mí,… Aprended de Mí… Pedid, llamad…
A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
Día 23. Corazón de Jesús, Salvación de los que en Ti esperan.
Tú hiciste la más optimista invitación a la confianza, precisamente cuando hablabas a Tus apóstoles de soledad y de lucha.
Nuestros más entrañables planes de santidad o apostolado palidecen ante la inevitable realidad de nuestra nada, las propias y ajenas pequeñeces e incomprensiones. Somos abismo de debilidad, pero Tu Corazón es nuestra confianza.
Toda nuestra esperanza la ponemos en Ti solo. Nos prometes el ciento por uno. Nos hablas de «un más allá de toda esperanza». Tú tejes con Tu providencia, y para nuestro bien, la red de todos nuestros caminos.
Sabemos a Quién nos hemos entregado, de Quién nos fiamos, en Quién creemos. Da, Señor, que no haya encrucijada ni tiniebla capaz de arredramos. Enséñanos a repetir con San Juan de la Cruz: «¡Oh confianza! Alcanzas cuanto esperas».
Estemos siempre seguros de Ti por encima del temor y del dolor, porque, como Claudio de la Colombière, aguardamos de Tu Corazón esa misma esperanza inmutable. «Si Tú me has sacado del infierno, ¿cómo vas a dejarme en mis miserias y pecados?»
Serenos y humildes, sintiéndonos capaces de cualquier trabajo y renuncia, viviendo evangélicamente el día de hoy sin temer lo que nos depare el mañana, y seguros en Tu Corazón, piedra angular, Corazón de Cristo, en Quien confiamos. «Tanto Te agradas de la esperanza con que el alma siempre Te está mirando, sin poner en otra cosa los ojos, que es verdad decir que tanto alcanza cuanto espera».
: En Ti confiamos. Corazón de Jesús, Salvación de los que en Ti esperan.
DÍA 23 (23 de junio): Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte Reflexión (23 de julio de 1989) “Jesús obedece hasta la muerte (Flp 2,8), aunque nada le resulte tan radicalmente opuesto como la muerte, ya que El es la fuente misma de la vida (Jn 11,25-26). En aquellas horas trágicas le sobrevienen, inquietantes, el desconsuelo y la angustia ( Mt 26,37), el miedo y la turbación ( Mc 14,33), el sudor de sangre y las lágrimas (Lc 22,44). Luego, en la cruz, el dolor desgarra su cuerpo traspasado. La amargura - del rechazo, de la traición, de la ingratitud -, llena su Corazón. Pero sobre todo domina la paz de la obediencia. "No se haga mi voluntad, sino la tuya" (Lc 22,42). Jesús recoge las fuerzas extremas y, casi sintetizando su vida, pronuncia la última palabra: "Todo está cumplido" (En 19,30). Al alba, al mediodía y al atardecer de la vida de Jesús, late en su corazón un solo deseo: hacer la voluntad del Padre. Contemplando esta vida, unificada por la obediencia filial al Padre, comprendemos la palabra del Apóstol: Por la obediencia de uno solo todos serán constituidos justos" (Rm 5,19)”. Propósito: No insistir en mi propia opinión, sino dejar a los demás llevar razón.
Jaculatoria: OBEDIENCIA del Corazón de Jesús, someted mi corazón.