Jesús nos ama a cada uno de nosotros personalmente y quiere que lo amemos a a través de la devoción a su Sagrado Corazón
La devoción del Sagrado Corazón de Jesús nos hace conscientes y nos recuerda el inmenso amor de Cristo por nosotros. También nos anima a amarlo a cambio.
Sabemos que Dios nos creó y que Cristo derramó toda su sangre por nosotros, reside en nuestros Tabernáculos e incluso permite que los fieles lo consuman en la Sagrada Eucaristía.
También sabemos que Cristo ama a cada uno de nosotros personalmente y quiere que lo amemos a cambio. De hecho, Él hizo este su primer mandamiento:
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente, este es el mayor y el primer mandamiento". (Mt 22,37-38)
Claramente, la devoción al Sagrado Corazón de Jesús nos ayuda a cumplir con nuestra obligación.
1.- Háblale al Sagrado Corazón de Jesús
Amado Corazón de Jesús, Tú Permaneces como mi amante fiel y eterno, aunque yo vaya dando tumbos por el camino del amor, tu amor. Quieres que yo dé mucho fruto, pero para eso debo vivir unido a Ti, unido a tu sacratísimo corazón y a tu Palabra que es la semilla que alimenta al mío.
Dame de tu fuerza, de tu coraje, de tu amor y de tu perdón. Necesito a diario esas cuatro cosas en mi vida para tener la dirección correcta. Quiero hacer de mi vida una vida de servicio, obrar bien por los míos y por mi prójimo, desvivirme por ellos como Tú lo hiciste por mí.
Al final de mis días eso es lo que contará, no mi prestigio, riqueza, poder o belleza. Sé que quieres que construya mi vida sobre el amor que brota de tu Sagrado Corazón, que permanezca siempre firme y lleno de tu bondad. Confío en que Tú me llevarás seguro con la fuerza sanadora que emerge de tu Corazón.
Confío en Ti, confío en tu amor, confío en que me ayudas y me regalas tu bendición en todos los momentos de mi vida.
Sagrado Corazón de Jesús, quiero amarte con verdadero amor.
Amén
2.- Oración inicial
Sagrado Corazón de Jesús, necesito de tu fuerza que todo lo restaura, tu poder que sana y libera y conduce por nuevos caminos llenos de bendiciones.
Tú conoces lo que hay en mi corazón: quiero amarte y servirte, no porque sea un mandato, sino porque lo acepto como una petición de amor respetuosa y lleno de gozo por hacer tu voluntad, la cual, con ella siempre me diriges y quieres lo mejor para mí.
Sagrado Corazón de Jesús, quiero seguir tus pasos, vivir lo que Tú mismo viviste, amar lo que Tú amas, despreciar el mal que te aleja de mí.
Te amo, creo en tus mandamientos, que no son otra cosa que peticiones de amor que brotan de tu sagrado corazón. Amén. Sagrado Corazón de Jesús en ti confío.
Amén.
3.- Reflexión día 26: La devoción a la Virgen María
Jesús antes de morir, dio su testamento. En medio de la agonía contempla al discípulo predilecto y le dice: "He aquí a tu madre". Por su última voluntad, María se convierte en madre de todos.
Jesús, que amaba perfectamente a su madre, se mostró siempre sometido y obediente a ella.
Todas las gracias del Señor vienen a ti por su mediación. Y si la estimas. ¿Cómo tratas de amarla? Un hijo que dice amar a su madre y después la ofende no es sincero; es un mal hijo. ¿Y tú no ofendes a la Virgen con tus faltas de amor?
Rezar un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
4.- Oración final
Amantísimo Corazón de Jesús, de Ti provienen abundantes gracias, misericordia y perdón, defiendes a los oprimidos, ayudas a los más débiles, rescatas a los que son despreciados.
Una y otra vez intervienes en cada una de mis debilidades, me acoges, me perdonas y me invitas a convertirme de corazón.
Sagrado Corazón de Jesús, Tú lo sabes todo, Tú escudriñas la profundidad de nuestros corazones y ves nuestro interior, conoces mi debilidad.
Quiero aprender a perdonar y a pedir perdón, a reconocerme pecador y no juzgar a los demás, más bien acudo a Ti, que eres la fuente de la misericordia, para que pongas en mí la gracia de ser misericordioso.
Quiero sabe inyectar esperanzas en vez de condenas. Derrama tu amor en mi corazón para solidarizarme con todos. No permitas que sea indiferente ante las personas que necesitan de una palabra de consuelo.
Te suplico, Oh Dios mío, que extiendas tu mano en estos momentos sobre mis heridas y sánalas con tu inmenso amor. Eres el dueño de mi vida. Todo te lo entrego.
Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío.
Nota final: El Sagrado Corazón de Jesús quiere inspirar a los corazones de hombres y mujeres de nuestros días para que puedan estar fortalecidos ante los continuos ataques de antivalores de esta sociedad y además infundirles un gran deseo de llevar a cabo grandes obras de las que se creen ser incapaces de realizar.
El Corazón de Jesús le dijo a Santa Margarita María Alacoque:
"Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí"
Meditación: ¿Sabes,
Señor?, cuando te miro Tu sabes que sonrío, pues veo Tu Dulzura y Poder. Yo sé que eres mi Rey, sé cuánto me conoces y me quieres, que estás junto a mi y me sigues, que evitas que caiga, y que
consuelas mi alma. Cuando tengo dolor, cuando la oscuridad me quiere atrapar, Te me acercas y Tu mano me das, y es entonces cuando siento cuánto me cuidas. Y me dices: "descansa ya, pues Yo, el
Amor, estoy junto a vos". Es allí cuando se disipa mi aflicción y siento Tu calor, me siento dichoso y mi alma goza. Y el dolor y la noche ya no están, pues Tú lo permitiste para que vea mi
debilidad y conozca Tu Fortaleza. El sufrimiento que purifica, la oscuridad que hace ver la Luz, porque allí siempre estas Tú.
Jaculatoria: ¡Enamorándome
de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende
en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir
siempre si. Amén.
Florecilla: Preparemos
y seamos un Altar a Jesús, tanto físico como espiritual, para agradecer cuánto nos da.
Oración:
Amadísimo Jesús Redentor mío Tú que eres amor, invádeme
Tú que eres Santo, santifí ...came Tú
que eres Fuente viva, sáciame
Tú que eres Entrega, utilízame Tú que eres Presencia, utilízame
Tú que eres presencia, envuélveme Tú que eres Plenitud, lléname
Tú que eres Centro, céntrame en ti Rebósame de Ti y muéstrame tu rostro
Hazme capacidad Hazme silencio Hazme reflejo de tu Amor.
Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
DÍA 26 - PIDAMOS AL SAGRADO CORAZÓN, POR NUESTROS HERMANOS DEL PURGATORIO
I La Iglesia de Dios tiene
hijos suyos necesitados aun fuera de este mundo, y tiene alivio también para estas necesidades de la otra vida. Entre los combates de la presente y el descanso final de la gloria, hay para muchas
almas un plazo de expiación en que se purgan culpas todavía no purificadas, o se pagan deudas todavía no satisfechas. Este plazo de expiación, concedido por la misericordia divina y exigido por
su justicia, es el Purgatorio.
El buen devoto del Sagrado Corazón de Jesús no puede menos que ser amigo del Purgatorio. Hay allí almas que un día
fueron fervorosísimas, que oraron al pie de los mismos altares que nosotros, que sonrieron con las mismas alegrías cristianas y lloraron con idénticos dolores. Aman a Dios, le desean, tienen
segura su próxima posesión. Pero esta dicha se les retarda hasta que sea completo el pago de sus atrasos. En sufragio de ellas, Dios admite nuestras oraciones y buenas obras. ¿Quién se las
negará?
¡Oh Sagrado Corazón! Hazle sentir al mío un tierno afecto, un vivo interés por el alivio de estas almas hermanas
mías, que nada pueden ya para sí y que todo lo esperan de nuestra caridad. Derrama sobre sus penas los tesoros de tu Corazón, y apresura el dulce momento de reunirlas eternamente
contigo.
Medítese unos minutos.
II Es gran caridad la caridad
para con las almas del Purgatorio. Los grandes santos han sido todos en este punto muy fervorosos. La Iglesia nos da el ejemplo mezclando en todos sus rezos y ceremonias el piadoso recuerdo de
los difuntos.
¡Es dulcísima la comunicación de nuestros corazones con los de estos hermanos nuestros, por medio de la oración! ¡Es
lazo misterioso, que nos permite tener amigos aun más allá de la tumba, y aleja de nosotros la idea de una separación total!
¡Padres, hermanos, amigos, bienhechores! ¡yo sé que me escuchan en el Corazón de Jesús y que por vía de Él reciben y
agradecen mi cariñoso recuerdo!
¡Oh Sagrado Corazón, suavísimo intermediario de estas hermosas confidencias! Da a esas almas la paz que por ellas te
piden tus amigos de la tierra, a fin de que un día nos reúnas a todos, ¡en las inefables dulzuras del cielo! Acepta por ellas nuestras oraciones, nuestras limosnas, nuestra Comunión, nuestras
mortificaciones, nuestra devoción a Ti. Porque sabemos que te son queridas, las recomendamos a tu compasión. Los méritos de tu vida, Pasión y muerte; las lágrimas de tu Madre; las virtudes de tus
Santos; los servicios de tu Iglesia; todo te lo ofrecemos en pago de tales deudas, para que bondadosamente se lo apliques.
Medítese, y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio:
Venid a Mí,… Aprended de Mí… Pedid, llamad…
A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
Día 26. Corazón de Jesús. De Tu plenitud todos recibimos.
Tú quieres que todos los hombres se salven, y lleguen al conocimiento de la Verdad. Por ellos Te ofreciste a Ti mismo, y enviaste a Tus apóstoles por todos los meridianos de la tierra.
Haz que nos sacuda Tu ardorosa súplica a Santa Margarita: «Llora y suspira de continuo por la Sangre que he derramado sin provecho». Que vivamos, en el puesto a que Tú nos destines, la urgencia misionera, el dolor y la vergüenza de que aún haya hombres que no han oído hablar de Ti, y reinos e islas en los que no se celebra Tu Sacrificio.
Concédenos que estén siempre presentes, en nuestro recuerdo y en nuestra oración, los misioneros, hermanos nuestros. Con el corazón a la intemperie, lejos de su cultura y de lo más querido, empujados por el soplo del Espíritu, hacen su guardia silenciosa en la primera línea, donde termina Tu luz y comienzan las sombras de la muerte.
Otórganos, Señor, al considerar cuánto es ignorado, menospreciado y blasfemado Tu Santo Nombre en ciudades y pueblos, «llorar Contigo, suplicándote remedies tanto mal». Al vernos tan ruines e imposibilitados de aprovechar en Tu servicio como quisiéramos, concédenos «determinarnos a hacer eso poquito que podemos: seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que podamos».
Pongamos los ojos en Tu Corazón crucificado y «se nos hará todo poco», dispuestos a «discurrir y hacer vida en cualquier parte del mundo y en cualquier género de actividad, donde se espera mayor servicio Tuyo y ayuda de las almas».
Corazón de Jesús, de Tu plenitud todos recibimos. En Ti confiamos.
DÍA 26 (26 de junio): Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra Reflexión (27 de agosto de 1989) “Nadie como María ha experimentado que el Corazón de Jesús es "vida y resurrección": De Él, vida, María recibió la vida de la gracia original y, en la escucha de su palabra y en la observación atenta de sus gestos salvíficos, pudo custodiarla y nutrirla. Por El, resurrección, Ella fue asociada de modo singular a la victoria sobre la muerte: el misterio de su Asunción en cuerpo y alma al cielo es el consolador documento de que la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte se prolonga en los miembros de su Cuerpo Místico, y, como primero entre todos, en María, "miembro excelentísimo" de la Iglesia (Lumen Gentium, 53). Glorificada en el cielo, la Virgen está, con su corazón de Madre, al servició de la redención obrada por Cristo. "Madre de la vida", está cerca de toda mujer que da a luz un hijo, está al lado de todo fuente bautismal donde, por el agua y por el Espíritu (Jn 3,5) nacen los miembros de Cristo; "Salud de los enfermos", está donde la vida se consume afectada por el dolor y la enfermedad; "Madre de misericordia", Ella llama a quien ha caído bajo el peso de la culpa para que vuelva a las fuentes de la vida; "Refugio de pecadores" señala, a quienes se habían alejado de Él, el camino que conduce a Cristo; "Virgen dolorosa", junto al Hijo que muere (Jn 19,25), Ella está donde la vida se apaga”. Propósito: Rezar esta noche tres Ave María y la Salve, pidiendo a la Virgen el poder entrar en el Corazón de su Hijo.
Jaculatoria: PODER del Corazón de Jesús, asegurad mi corazón.