30 razones para amar al Sagrado Corazón de Jesús, para unir nuestros corazones al de Él y hacer crecer nuestro espíritu de caridad…
En 1899, el Papa León XIII consagró el mundo al Sagrado Corazón de Jesús. Desde entonces, sus sucesores han exhortado a los fieles a recurrir al Sagrado Corazón y a realizar actos de consagración personal.
Muchos Papas han pedido a los fieles que ofrezcan oraciones y penitencias al Sagrado Corazón en reparación por los muchos pecados del mundo.
Teniendo en cuenta nuestra época, las tentaciones y los pecados de este mundo, la creciente apatía, también debemos volvernos en una devoción amorosa al Sagrado Corazón de Jesús y pedirle que derrame Su gracia sobre nosotros.
Debemos esforzarnos por hacer nuestros corazones igual al de Jesús, puesto que el mismo Señor nos dijo:
“Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios”. (Mateo 5,8)
Recordemos las palabras del Prefacio de la Misa en honor al Sagrado Corazón de Jesús:
“Elevado en la Cruz, Cristo dio su vida por nosotros, tanto nos amó. De su lado herido fluía sangre y agua, la fuente de la vida sacramental en la Iglesia. A su corazón abierto, el Salvador invita a todos lo hombres a sacar agua de alegría de los manantiales de salvación”.
¡Venera con toda tu alma al Sagrado Corazón de Jesús!
1.- Háblale al Sagrado Corazón de Jesús
Amado Corazón de Jesús, Tú Permaneces como mi amante fiel y eterno, aunque yo vaya dando tumbos por el camino del amor, tu amor. Quieres que yo dé mucho fruto, pero para eso debo vivir unido a Ti, unido a tu sacratísimo corazón y a tu Palabra que es la semilla que alimenta al mío.
Dame de tu fuerza, de tu coraje, de tu amor y de tu perdón. Necesito a diario esas cuatro cosas en mi vida para tener la dirección correcta. Quiero hacer de mi vida una vida de servicio, obrar bien por los míos y por mi prójimo, desvivirme por ellos como Tú lo hiciste por mí.
Al final de mis días eso es lo que contará, no mi prestigio, riqueza, poder o belleza. Sé que quieres que construya mi vida sobre el amor que brota de tu Sagrado Corazón, que permanezca siempre firme y lleno de tu bondad. Confío en que Tú me llevarás seguro con la fuerza sanadora que emerge de tu Corazón.
Confío en Ti, confío en tu amor, confío en que me ayudas y me regalas tu bendición en todos los momentos de mi vida.
Sagrado Corazón de Jesús, quiero amarte con verdadero amor.
Amén
2.- Oración inicial
Sagrado Corazón de Jesús, necesito de tu fuerza que todo lo restaura, tu poder que sana y libera y conduce por nuevos caminos llenos de bendiciones.
Tú conoces lo que hay en mi corazón: quiero amarte y servirte, no porque sea un mandato, sino porque lo acepto como una petición de amor respetuosa y lleno de gozo por hacer tu voluntad, la cual, con ella siempre me diriges y quieres lo mejor para mí.
Sagrado Corazón de Jesús, quiero seguir tus pasos, vivir lo que Tú mismo viviste, amar lo que Tú amas, despreciar el mal que te aleja de mí.
Te amo, creo en tus mandamientos, que no son otra cosa que peticiones de amor que brotan de tu sagrado corazón. Amén. Sagrado Corazón de Jesús en ti confío.
Amén.
3.- Reflexión día 5:
Los mandamientos de Dios
Jesús habló claramente: “Si me amas, guarda mis mandamientos”¿Quieres salvarte? Observa mis mandamientos
. Aquí no hay escapatoria: para querer bien a Jesús y para salvarte, es necesario que hagas lo que Él te manda: observar sus santos mandamientos.
A ti no te queda mas que obedecer. Sí, es necesario obedecer. Pero la obediencia debe ser completa; observarlos todos y siempre.
Dios no ha dado ni cinco, ni siete mandamientos, sino diez; y al infierno se va lo mismo por transgredir uno que los diez. A la cárcel no se va por cometer muchos delitos; basta un solo delito
Rezar un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
4.- Oración final
Amantísimo Corazón de Jesús, de Ti provienen abundantes gracias, misericordia y perdón, defiendes a los oprimidos, ayudas a los más débiles, rescatas a los que son despreciados.
Una y otra vez intervienes en cada una de mis debilidades, me acoges, me perdonas y me invitas a convertirme de corazón.
Sagrado Corazón de Jesús, Tú lo sabes todo, Tú escudriñas la profundidad de nuestros corazones y ves nuestro interior, conoces mi debilidad.
Quiero aprender a perdonar y a pedir perdón, a reconocerme pecador y no juzgar a los demás, más bien acudo a Ti, que eres la fuente de la misericordia, para que pongas en mí la gracia de ser misericordioso.
Quiero sabe inyectar esperanzas en vez de condenas. Derrama tu amor en mi corazón para solidarizarme con todos. No permitas que sea indiferente ante las personas que necesitan de una palabra de consuelo.
Te suplico, Oh Dios mío, que extiendas tu mano en estos momentos sobre mis heridas y sánalas con tu inmenso amor. Eres el dueño de mi vida. Todo te lo entrego.
Sagrado Corazón de Jesús en Ti confío.
Nota final: El Sagrado Corazón de Jesús quiere inspirar a los corazones de hombres y mujeres de nuestros días para que puedan estar fortalecidos ante los continuos ataques de antivalores de esta sociedad y además infundirles un gran deseo de llevar a cabo grandes obras de las que se creen ser incapaces de realizar.
El Corazón de Jesús le dijo a Santa Margarita María Alacoque:
“Si quieres agradarme confía en Mí. Si quieres agradarme más, confía más. Si quieres agradarme inmensamente, confía inmensamente en Mí”
Meditación: Dicen
que una vez la Santísima Virgen a un niño se le presentó, le habló del Amor y de su Corazón, pero el niño que sorprendido la escuchaba se atrevió a preguntarle por el Niño Dios. De tal modo, una
conversación parecida a ésta se escuchó:
Perdón, Virgen María, ¿pero si voy al Cielo voy a poder jugar con el Niño
Jesús?. La Virgen sonriendo contestó: "Sí, en el Cielo se te da todo lo que buscas con un corazón de niño". El pequeño prosiguió: ¿Al fútbol también podré jugar con El?. La Virgen contestó: Si
así lo deseáis... El niño: Ah, pero siempre va a ganar Jesús, porque El es el mejor, es Dios. La Virgen, llena de ternura, contestó: "No, mi amor, porque en el Cielo no hay competencia y mi Jesús
siempre deja ganar…". A lo que el niño, poniéndose a llorar respondió: "Entonces yo no quiero ganar, sólo quiero ser como Jesús...".
¡Qué lección la de la Madre de Dios!. Ella nos muestra la humildad y la
ternura del Corazón de Su Hijo, que todo nos da, nos deja hasta querer ¨ganar¨ para que podamos aprender a ser como El, y ver que el Rey, todo Poder, trabaja en la pequeñez. ¿Qué nos queda
entonces a nosotros?.
Jaculatoria: ¡Enamorándome
de Ti, mi Amado Jesús!
¡Oh Amadísimo, Oh Piadosísimo Sagrado Corazón de Jesús!, dame Tu Luz, enciende
en mí el ardor del Amor, que sos Vos, y haz que cada Latido sea guardado en el Sagrario, para que yo pueda rescatarlo al buscarlo en el Pan Sagrado, y de este modo vivas en mí y te pueda decir
siempre si. Amén.
Florecilla: Que
tratemos de ser niños guiados por la voz de nuestra Madre, practicando la humildad.
Oración:
Amadísimo Jesús Redentor mío Tú que eres amor, invádeme
Tú que eres Santo, santifí ...came Tú
que eres Fuente viva, sáciame
Tú que eres Entrega, utilízame Tú que eres Presencia, utilízame
Tú que eres presencia, envuélveme Tú que eres Plenitud, lléname
Tú que eres Centro, céntrame en ti Rebósame de Ti y muéstrame tu rostro
Hazme capacidad Hazme silencio Hazme reflejo de tu Amor.
Diez Padre Nuestros, un Ave María y un Gloria.
DÍA 5 - EL SAGRADO CORAZÓN, MODELO DE GENEROSIDAD
I Fijemos hoy los ojos del alma
en esta especial virtud del Sagrado Corazón. Su generosidad ha sido para con nosotros tan grande, que mayor no puede ya exigirla ni concebirla nuestra imaginación. Todo, todo, hasta sí mismo, nos
lo ha dado generosamente el Sagrado Corazón de Jesús. Mientras vivió en carne mortal, se empleó todo en servicio del hombre; por Él obró sus milagros, hizo su predicación, se fatigó, sudó,
derramó lágrimas y sangre.
Se acercaba la hora de su Pasión, y después de haberse empleado todo por el hombre, inventó un milagro especial para
poder darse a Sí mismo en su verdadero Cuerpo y Sangre por medio del Santísimo Sacramento.
¿Podría dar otra cosa? Sí, todavía otra cosa. Vio al pie de la cruz a su Madre, y aun de ella nos hizo al morir,
generosa entrega. ¿Le quedaba aún algo que dar? Unas pocas gotas de sangre quedaban en su Corazón, y ya difunto, permite que se lo rompa un soldado, para que ni éstas dejen de derra-marse en
provecho nuestro. Aun hoy se nos da a todas horas en nuestros altares, a todos sin distinción, dispuesto siempre a ser generoso hasta con los más ingratos.
De modo que por su inefable generosidad, es nuestra su doctrina, es nuestra su propia Madre, son nuestros su Cuerpo
y Sangre, es nuestro su cielo. Sí, porque después de habérsenos dado por maestro, por alimento y por redención, quiere por toda la eternidad ser Él mismo, y no otro, nuestra
recompensa.
¡Oh generosidad inmensa de tan generosísimo Corazón!
Medítese unos minutos.
II ¡Qué distante se halla de
corresponder a esta sublime virtud del Sagrado Corazón de Jesús, mi mezquino corazón! El suyo es todo generosidad; el mío es todo egoísmo. Tal vez sirvo a Dios, es verdad; pero midiendo y
escatimando mis servicios, por temor de hacer siempre demasiado. Cuando no me obliga algo bajo precepto de pecado mortal, me basta eso quizá para creerme ya desobligado. Me parece que amo ya lo
suficiente cuando no agravio, o que soy ya el mejor de los amigos cuando no soy un traidor.
¿Qué hago por quien tanto hizo por mí? Cualquier sacrificio se me hace imposible; cualquier respeto humano basta
para detenerme. Y cuando me resuelvo a hacer algo por mi Dios, ¿es desinteresado mi servicio? ¿Qué haría si no me amenazara Él con el infierno? ¡Ah! Tal vez el mismo cielo no tuviera para mí
bastantes atractivos.
¡Oh criatura vil, que sólo sirve por temor o por la paga! ¡Oh ! diré con la Imitación "¿Cuándo habrá alguien, oh
Señor, que se disponga a servirte gratuitamente?"
Yo he de ser, ¡Jesús mío!, yo he de ser. Seré generoso, ¡oh buen Jesús!, no me limitaré a lo que manda Tu ley, sino
que me extenderé a todo lo que yo sepa que sea de Tu mayor agrado. Tómalo todo de mí, ¡oh buen Jesús!: cuerpo, alma, salud, fuerza, libertad, honra, intereses, vida.
De todo esto te hago ofrenda, y en todo quiero que seas Tú única y exclusivamente servido.
Medítese, y pídase la gracia particular.
ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN
Rendido a tus pies, ¡oh Jesús mío!, considerando las inefables muestras de amor que me has dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, te pido humildemente la gracia de conocerte, amarte y servirte como fiel discípulo tuyo, para hacerme digno de las gracias y bendiciones que generoso concedes a los que de veras te conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Ti como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy ignorante, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy frágil, oh poderosísimo amparo de los débiles, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Ti para no desfallecer! Sé todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, luz de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Tú lo alentaste y convidaste cuando con tan tiernas palabras, dijiste repetidas veces en tu Evangelio:
Venid a Mí,… Aprended de Mí… Pedid, llamad…
A las puertas de tu Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío te hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tómalo, y dame en cambio lo que sabes me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave María y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.
Día 5. Corazón de Jesús, nacido en desamparo y abandonado de Tus apóstoles.
Corazón saturado de oprobios y triturado por nuestros pecados. Llevas hoy todavía Tus heridas y Tu corona de espinas en los miembros doloridos de Tu Iglesia sufriente. Recibes aún hoy en ellos los azotes de los que Te odian, más dolorosos cuando proceden de consagrados a Ti.
Haz que nos llegue al alma, y allí nos arda como llaga, Tu queja de Dios-Hombre: «¿No habrá nadie que se apiade de Mí, viendo el lastimoso estado en que me ponen los pecadores?» Haz que, mientras haya pecados en el mundo, dolores en Tu Cuerpo Místico, divorcios de almas consagradas, nos duelan la comodidad y la apatía.
No seamos, Señor, ingratos. Aceptemos la suavísima obligación de servirte con amor y procurar la honra de Tu Corazón. Nos aliente recordar que en la soledad del huerto y de la Cruz, tuviste presentes, en Tu ciencia divina, nuestro dolor y nuestro amor reparadores.
Encuéntranos dispuestos siempre a compensar, aun con el martirio, propias y ajenas cobardías y pecados, pues nos haces gracia tan particular en la vocación a que nos llamas, en los deseos que nos inspiras.
Corazón de Jesús, tabernáculo de amor. En Ti confiamos.
Nuestro Señor está afuera a la puerta de mi corazón y espera que le digamos: “Entra, Jesús, entra, es tu casa” . El nunca forzará la entrada, nos toca a nosotros invitarle o no, conformen queramos, conforme valoremos su amistad, conforme valoremos sus sacramentos. Precisamente la mejor manera de dejar entrar a Jesús para que haga su templo en nosotros, es por medio de la Eucaristía y de la Confesión. Algunos católicos lo tienen fuera, esperando, años, años. No sabemos bien lo que perdemos si Dios no hace su casa en nosotros. Pensamos ilusamente que seremos felices sin Él. Algún día nos arrepentiremos de haberle abierto las puertas de nuestro corazón, ojalá que no sea demasiado tarde.
Todos los días recordemos siempre las palabras del Apocalipsis, dichas por el amor de su Sagrado Corazón: “ He aquí que estoy a a puerta y llamo. Si alguno escuchare mi voz y me abriere la puerta, entraré y cenaré con él y él conmigo” (Apoc3,20). Abramos las puertas a su Santísimo Corazón, nunca nos arrepentiremos de tener tan grande y amoroso Huésped.
Sagrado Corazón de Jesús, Templo Santo de Dios, ruega por nosotros
DÍA 5 (5 de junio): Corazón de Jesús, templo santo de Dios Reflexión (9 de junio de 1985) “Dios-Hijo está unido con el Padre, como Verbo Eterno. "Dios de Dios, Luz de Luz... engendrado no creado". El Hijo está unido con el Padre en el Espíritu Santo, que es el "soplo" del Padre y del Hijo y es, en la Divina Trinidad, la Persona-Amor. El Corazón del Hombre Jesucristo es, pues, en el sentido trinitario, "Templo de Dios": es el templo interior del Hijo que está unido con el Padre en el Espíritu Santo mediante la unidad de la Divinidad. ¡Qué inescrutable permanece el misterio de este Corazón, que es "Templo de Dios" y "Tabernáculo del Altísimo". Al mismo tiempo, es la verdadera "morada de Dios con los hombres" (Ap 21,3), porque el Corazón de Jesús, en su templo interior abrazo a todos los hombres. Todos habitan allí, abrazados por el eterno amor. A todos pueden dirigirse - en el Corazón de Jesús - las palabras del Profeta: "Con amor eterno te amé, por eso prolongué mi misericordia" (Jer 31,3)”. Propósito: Pidiendo ayuda a Jesús, hacer un favor a alguien, sin que nadie se entere.
Jaculatoria: CLEMENCIA del Corazón de Jesús, consolad mi corazón