"Yo les doy la vida eterna, nadie las arrancará de la mano de mi Padre".
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Los Siete Domingos de San José comienzan el Primer Domingo de Febrero y terminan
el Tercer Domingo de Marzo antes de la Fiesta de San José, el 19 de Marzo.


Invocación a San José

¡San José, Guardián de Jesús y casto Esposo de María! Tú empleaste toda Tu vida en el perfecto cumplimiento de Tu deber. Tú mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de Tus manos. Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a Ti. Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas. Ellos se dirigen a Ti porque saben que Tú los comprendes y proteges. Tú también supiste de pruebas, cansancio y trabajo. Pero aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida, Tu Alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios, que Te fue confiado a Ti a la vez a María, Su tierna Madre. Amén.

san-jose_dormido-sueno1º  Dolor y Gozo
El Anuncio del Ángel, de que lo Concebido en María
es Obra del Espíritu Santo.

Hijos Míos: La Santísima Virgen María fue siempre la Alegría para Mi pobre Corazón, porque encontraba en Ella, el Modelo Perfecto de Santidad. Todo lo que pasaba por Sus virginales Manos quedaba impregnado del aroma de Su Pureza; por donde pasaba dejaba rastro de Su candorosa Presencia; Presencia que dejaba atónitos a los Santos Ángeles; Presencia que extasiaba la naturaleza entera ante Su singular Belleza.

Dios se excedió en Bondad para Conmigo al cruzarla en mi camino; camino embellecido de rosas finas; camino suave y ligero, porque lo más preciado del Padre Eterno estaba a Mi lado: la Mujer vestida de Sol Me irradiaba con Su Luz esplendorosa. Luz que por un momento empezó a opacarse, porque no comprendía el gran Misterio de la Anunciación. Misterio que hizo del Vientre de María: Tabernáculo Vivo del Amor Divino; Misterio que no afectó en nada la Pureza de Mi Virginal Esposa; Misterio que Me conllevó a la duda y a la angustia, porque Me sentía indigno de ser el Esposo de la Madre de Dios. No comprendía que un humilde Carpintero formara parte de uno de los Designios Divinos. Designios que abrieron Mi entendimiento humano; Designios que corrieron las cortinas de Mis ojos para ver más allá; Designios que alcancé a comprender desde el mismo instante que un Ángel Me reconforta en un sueño, Me insta a no temer, a no repudiar a María, a servirle con caridad, a protegerla a Ella y al Niño que llevaba en Su Vientre. Niño que también sería Mi hijo. Hijo que Le amaría con el amor más tierno de Padre. Hijo que Le adoraría como al Dios: Uno y Trino. Hijo que engalanaría Mi taller con Su Presencia Celestial. Hijo que acompañaría por un período de treinta años. Hijo que dejaría huellas indelebles en Mi Alma; Su recuerdo permanecería en Mí por años sin término. Hijo que Me llevaría a los Cielos para desde allí glorificarle y alabarle.

Hijos amados, os llamo a no vacilar ante los Misterios de Dios; acogedlos con amor en vuestro corazón; abandonaos por entero a Su Divina Voluntad para que os ganéis una de las moradas en el Cielo. Pedidle a María que estampe en la profundidad de vuestro ser Su Fiat, de tal modo que seáis dóciles a las inspiraciones del Espíritu Santo.


Oración del Papa León XIII

A Ti, bienaventurado José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de Tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente Tu Patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, Te tuvo unido y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente Te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con Su Sangre adquirió Jesucristo, y con Tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades. Protege, oh providentísimo Custodio de la Divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y de corrupción; asístenos propicio desde el Cielo, Fortísimo Libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste al Niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defiende la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos con perpetuo Patrocinio para que a ejemplo Tuyo y sostenidos por Tu auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzar en los Cielos la eterna bienaventuranza. Amén. 

2do. Domingo de San José: La búsqueda de posada en Belén.


por Fátima Maldonado
sanjoseyninojesus

Agustín del Divino Corazón – Los Siete Domingos de San José (2009)

Los Siete Domingos de San José comienzan el Primer Domingo de Febrero y terminan
el Tercer Domingo de Marzo antes de la Fiesta de San José, el 19 de Marzo.

Invocación a San José

¡San José, Guardián de Jesús y casto Esposo de María! Tú empleaste toda Tu vida en el perfecto cumplimiento de Tu deber. Tú mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de Tus manos. Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a Ti. Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas. Ellos se dirigen a Ti porque saben que Tú los comprendes y proteges. Tú también supiste de pruebas, cansancio y trabajo. Pero aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida, Tu Alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios, que Te fue confiado a Ti a la vez a María, Su tierna Madre. Amén.

sanjose-busca-posada-belen-copia2º Dolor y Gozo:
La búsqueda de posada en Belén.

Hijos amados, estaba anunciado por los profetas que Jesús nacería en Belén. Dios se valió del Emperador Augusto para dar cumplimiento a la profecía, por eso marché con Mi Esposa para empadronarnos, a inscribirnos en la Ciudad de David; ciudad que Le cerraría las puertas al Hijo de Dios; ciudad que no tenía espacio para albergar al que todo lo puede. Ciudad desentendida del gran Misterio que estaba a punto de Nacer. Ciudad desprotegida que desplazó al Santo Dios, Santo Fuerte y Santo Inmortal. Ciudad que arrinconó en un establo al Mesías Dios esperado. Ciudad que produjo en Mi Corazón un gran dolor, porque el Verbo de Dios Encarnado era excluido. Ciudad que envió al Rey de reyes y Señor de señores al escampado, a la intemperie.

Hijos amados, Mi Corazón sollozaba porque no encontraba sitio para hospedar a la Madre de Dios. Madre que no midió consecuencias con Su Fiat. Madre que venció falsas leyes y criterios humanos. Madre que no se dejó amilanar ante las adversidades. Madre que siempre supo confiar en Dios. Madre que no se desesperó ante las negativas de los hospederos. Madre que no Le importó dirigirse a un establo para el alumbramiento de Su Hijo; establo cómplice del Amor Santo y Divino. Establo que dio abrigo y cobijó al Recién Nacido, al Hijo de Dios. Establo que evidenció el más hermoso de los espectáculos celestiales. Establo que fue visitado por los Ángeles del Cielo; Ángeles que descendieron a adorarle. Establo que se convirtió en una pequeña porción del Cielo en la Tierra. Porción a la que llegaron tres reyes de Oriente a ofrendarle: incienso, mirra y oro. El gran dolor que llevaba en Mi Corazón se convirtió en un gran gozo. Gozo, porque el Cielo fue tapizado con multitud de estrellas; gozo, porque los Santos Ángeles entonaron los más bellos cantos; gozo, porque ya no estábamos solos: miríadas y miríadas de seres angelicales llegaban hacia el Niño Jesús a alabarle y glorificarle porque Dios se había hecho Hombre.

Hijos amados, id vosotros al establo de los Sagrarios que allí también se encuentra el Recién Nacido; ofrendadle el incienso de vuestra oración, la mirra de vuestros sacrificios y el oro de vuestra conversión perfecta; anonadaos frente a Su Presencia y desbocaos en mimos para con Él.

Oración del Papa León XIII

A Ti, bienaventurado José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de Tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente Tu Patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, Te tuvo unido y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente Te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con Su Sangre adquirió Jesucristo, y con Tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades. Protege, oh providentísimo Custodio de la Divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y de corrupción; asístenos propicio desde el Cielo, Fortísimo Libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste al Niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defiende la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos con perpetuo Patrocinio para que a ejemplo Tuyo y sostenidos por Tu auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzar en los Cielos la eterna bienaventuranza. Amén.

3er. Domingo de San José: La Circuncisión del Niño Jesús a los 8 días.


por Fátima Maldonado
sanjoseyninojesus

Agustín del Divino Corazón – Los Siete Domingos de San José (2009)

Los Siete Domingos de San José comienzan el Primer Domingo de Febrero y terminan
el Tercer Domingo de Marzo antes de la Fiesta de San José, el 19 de Marzo.


Invocación a San José

¡San José, Guardián de Jesús y casto Esposo de María! Tú empleaste toda Tu vida en el perfecto cumplimiento de Tu deber. Tú mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de Tus manos. Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a Ti. Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas. Ellos se dirigen a Ti porque saben que Tú los comprendes y proteges. Tú también supiste de pruebas, cansancio y trabajo. Pero aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida, Tu Alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios, que Te fue confiado a Ti a la vez a María, Su tierna Madre. Amén.

san-jose_circuncision-nino3º Dolor y Gozo:
El Nacimiento del Niño Jesús
en Belén (y Su Circuncisión
a los 8 días)

Carísimos hijos, a los ocho días del Nacimiento del Niño Jesús, dando cumplimiento a la Ley de Moisés, circuncidé al Recién Nacido. Mi Corazón naufragó en el dolor, porque por fidelidad a los Mandatos Divinos tuve que cortar un pedazo de Carne al Divino Niño. Niño que derramó por primera vez Su Sangre Preciosa. Niño que lloró desconsoladamente ante Su primer sufrimiento. Niño que sería holocausto de Amor Divino para toda la humanidad. Niño que llevaría sobre Sus delicados Hombros un gran peso: la salvación de los hombres. Niño que, a medida que iba creciendo, crecía en Gracia y en Sabiduría. Niño que en el momento de la circuncisión cercenó Mi Corazón; Sus Lágrimas purificaban aún más Mi Alma; Su llanto retumbaba en Mis oídos; Sus gemidos quebrantaban Mi espíritu; Su impotencia Me llevó a amarle con frenesí, a adorar Su Sangre Preciosa; Sangre que lavaría al mundo de todo pecado; Sangre que purificaría la Tierra entera de toda iniquidad; Sangre que blanquearía cada corazón como copo de nieve; Sangre que embriagaría a toda creatura en deseos de santidad; Sangre que arrebataría a todos Sus hijos hacia el Cielo. El Inmaculado Corazón de María fue traspasado por una espada de dolor, Sus Lágrimas fueron bálsamo sanador para el Niño Jesús; Su Regazo Maternal alivianó Su sufrimiento; Sus besos cicatrizaron la Herida de Su Circuncisión; Herida que manaba una fragancia de nardo purísimo de celestial perfume; perfume que seduciría a muchos para seguirle; perfume que eclipsaría de amor a la mayoría de los hombres; perfume que arrasaría con el olor putrefacto del pecado.

Después de este dolor desgarrador Mi Corazón se inundó de gozo; gozo al escuchar el dulcísimo Nombre de Jesús. Nombre que perduraría por años sin fin. Nombre al que toda rodilla se doblaría. Nombre que haría eco en el corazón de los hombres humildes, sencillos. Nombre que atraería a muchísimas almas a seguirle. Nombre que sería dulce miel y encanto para las almas vírgenes. Nombre que os llamaría a vosotros para haceros Sus mensajeros y Sus heraldos. Carísimos hijos, vivid en plenitud las Santas Leyes de Dios. Sed sumamente celosos en el cumplimiento de Sus Preceptos, porque en la obediencia se halla la santidad.

Oración del Papa León XIII

A Ti, bienaventurado José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de Tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente Tu Patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, Te tuvo unido y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente Te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con Su Sangre adquirió Jesucristo, y con Tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades. Protege, oh providentísimo Custodio de la Divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y de corrupción; asístenos propicio desde el Cielo, Fortísimo Libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste al Niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defiende la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos con perpetuo Patrocinio para que a ejemplo Tuyo y sostenidos por Tu auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzar en los Cielos la eterna bienaventuranza. Amén.

4to. Domingo de San José: La Presentación del Niño Jesús en el Templo, ofreciendo un par de tórtolas o dos palomas.
por Fátima Maldonado

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Los Siete Domingos de San José comienzan el Primer Domingo de Febrero y terminan
el Tercer Domingo de Marzo antes de la Fiesta de San José, el 19 de Marzo.


Invocación a San José

¡San José, Guardián de Jesús y casto Esposo de María! Tú empleaste toda Tu vida en el perfecto cumplimiento de Tu deber. Tú mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de Tus manos. Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a Ti. Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas. Ellos se dirigen a Ti porque saben que Tú los comprendes y proteges. Tú también supiste de pruebas, cansancio y trabajo. Pero aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida, Tu Alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios, que Te fue confiado a Ti a la vez a María, Su tierna Madre. Amén.

presentacion-en-el-templo_74º  Dolor y Gozo:
La Presentación del Niño Jesús en el Templo, ofreciendo un par de tórtolas o dos palomas.

Hijos amantísimos, pasados cuarenta días desde el Nacimiento de Jesús, fuimos al Templo para ofrecerlo a Dios, como manda la Ley. Un cortejo de Santos Ángeles Nos acompañaban, porque llevábamos en Nuestros brazos al Hijo de Dios, al Rey de reyes, al Señor de señores. El Cielo quedaba estupefacto ante tan hermosísima procesión, la naturaleza entera se inclinaba para rendirle sentidos homenajes de adoración; homenajes, porque el Mesías, el Dios esperado se encontraba en el pórtico del Templo presto para Su ofrecimiento; homenajes en los que la profetiza Ana y el anciano Simeón quedaron extasiados de Amor Divino ante Su Presencia; Presencia que los llevó a la más profunda oración contemplativa, porque al fin después de mucho esperar pudieron admirar la Grandeza de Dios, pudieron apreciar a Jesús, el Hijo de una humilde Aldeana y de un sencillo Carpintero.

Un dolor agudo se clavó en Mi Corazón al escuchar las palabras del anciano Simeón; palabras que aducían que este Niño estaba destinado para ruina y resurrección de muchos en Israel; palabras que aducían que sería el blanco de contradicción de los hombres y que una espada atravesaría el Inmaculado Corazón de María junto con Su Alma.  Este inmenso dolor se mezcló con un gran gozo; gozo de saber que así sería redimido el mundo; gozo de conocer, por anticipado, la misión del Emmanuel, Dios con nosotros; gozo de comprender con mayor claridad el gran Misterio que veían Mis ojos; gozo de entender que a través de Jesús de Nazaret la humanidad entera sería salva; gozo de poderle amar con amor de Padre y de poderle adorar como al Dios Uno y Trino.

Hijos amantísimos, venid también vosotros al Templo y ofrecedle a Dios un par de tórtolas; las tórtolas de vuestros sacrificios, las tórtolas de vuestra Consagración al Señor; consagración que os llevará a repudiar las cosas del mundo y apreciar las del Cielo. Consagración que os moverá a la consecución de la santidad. Consagración que os conducirá a caminar por los senderos y atajos que os llevan al Cielo. Consagración que os motivará a permanecer en el Templo de Dios, esperando Su segunda venida.

Oración del Papa León XIII

A Ti, bienaventurado José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de Tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente Tu Patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, Te tuvo unido y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente Te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con Su Sangre adquirió Jesucristo, y con Tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades. Protege, oh providentísimo Custodio de la Divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y de corrupción; asístenos propicio desde el Cielo, Fortísimo Libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste al Niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defiende la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos con perpetuo Patrocinio para que a ejemplo Tuyo y sostenidos por Tu auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzar en los Cielos la eterna bienaventuranza. Amén.

5to. Domingo de San José: La huida a Egipto con Jesús y María.


por Fátima Maldonado
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Invocación a San José

¡San José, Guardián de Jesús y casto Esposo de María! Tú empleaste toda Tu vida en el perfecto cumplimiento de Tu deber. Tú mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de Tus manos. Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a Ti. Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas. Ellos se dirigen a Ti porque saben que Tú los comprendes y proteges. Tú también supiste de pruebas, cansancio y trabajo. Pero aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida, Tu Alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios, que Te fue confiado a Ti a la vez a María, Su tierna Madre. Amén.

sanjose-huida-a-egipto1-copia5º  Dolor y Gozo:
La huida a Egipto con Jesús y María.

Amados hijos, a los pocos días de la purificación, un Ángel venido de parte de Dios, Me previno en un sueño, pues Herodes buscaba al Niño para quitarle la vida. Herodes, que fue creado por las Manos del Altísimo, quería aniquilar al Dador de la Vida. Herodes, hombre finito, se enfrentaba con el Dios Infinito. Herodes, creatura de perverso corazón, quería interponerse en los Planes Divinos; Planes que cambiarían la historia; Planes que llevarían a la humanidad por otros rumbos; Planes que darían libertad al hombre subyugado y oprimido; planes que derrumbarían imperios y castillos, porque lo construido por las manos del hombre perecerá.

Amados hijos, el dolor que sentí en Mi Corazón al tomar al Niño Jesús en Mis brazos y huir para Egipto en compañía de María fue abrupto, porque Nos enfrentábamos al peligro de la noche; noche lúgubre, tenebrosa; Nos enfrentábamos a un largo camino; camino escarpado, apesadumbrado, fatigoso. Algunas vicisitudes pasamos durante el viaje pero la Mirada de Dios siempre estuvo puesta sobre Nosotros, algunos de Sus Ángeles nos acompañaron durante el éxodo. Ángeles que nos servían y nos anunciaban de posibles caídas. Ángeles que a medida que íbamos acercándonos a Egipto custodiaban y protegían al Hijo de Dios. Ángeles que Me dieron una fuerza sobrenatural para ser el Centinela de Jesús, Mi Señor, y de María la Madre de Dios. El dolor que llevaba en la profundidad de Mi Ser fue suavizado, menguado, porque comprendí que Dios no Nos había abandonado, caminaba junto a Nosotros. Comprendí que, el que Todo lo puede, Lo cargaba en Mis brazos. Comprendí que el desierto no era árido, porque los Ríos de Agua Viva fluirían sobre la arena seca. Comprendí que a nada hay que temer porque el Invencible, el León de Judá, estaría ahí para defendernos.

Amados hijos, id a donde el Señor os envíe. Andad ligeros de equipaje que Él os proveerá y os dará todo, no pasaréis penurias, ni escasez, ni calor, ni frío porque Jesús ha de ser vuestro Báculo, vuestro Sostén. Obedecedle y haced por entero Su Divina Voluntad. No tendréis pérdidas, Él os orientará, os mostrará los caminos que os habrán de llevar al Cielo.

Oración del Papa León XIII

A Ti, bienaventurado José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de Tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente Tu Patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, Te tuvo unido y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente Te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con Su Sangre adquirió Jesucristo, y con Tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades. Protege, oh providentísimo Custodio de la Divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y de corrupción; asístenos propicio desde el Cielo, Fortísimo Libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste al Niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defiende la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos con perpetuo Patrocinio para que a ejemplo Tuyo y sostenidos por Tu auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzar en los Cielos la eterna bienaventuranza. Amén.

6to. Domingo de San José: El regreso de la Sagrada Familia a Nazaret.

 

por Fátima Maldonado
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Invocación a San José

¡San José, Guardián de Jesús y casto Esposo de María! Tú empleaste toda Tu vida en el perfecto cumplimiento de Tu deber. Tú mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de Tus manos. Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a Ti. Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas. Ellos se dirigen a Ti porque saben que Tú los comprendes y proteges. Tú también supiste de pruebas, cansancio y trabajo. Pero aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida, Tu Alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios, que Te fue confiado a Ti a la vez a María, Su tierna Madre. Amén.

6º  Dolor y Gozo: 
El regreso de la Sagrada Familia a Nazaret.

Hijos de Mi Corazón, abrid vuestros oídos a Mis palabras y contemplad cómo en sueños se Me aparece un Ángel y Me dice: ‘Toma a Jesús y a Su Madre y vuelve a la tierra de Israel porque ya están muertos los que Le buscaban para quitarle la vida’; vida que fue protegida por miríadas de Ángeles; vida que transcurrió normal por siete años, mientras vivíamos en Egipto; vida que fue un continuo aprendizaje para Nosotros, porque Su Sabiduría nos sorprendía a cada instante; vida Modelo de Virtud para los demás niños de Su misma edad; vida que hacía de lo cotidiano algo extraordinario; vida que enriqueció Nuestro hogar con Su Presencia, porque era el Hijo de Dios el que la habitaba, era el Hijo de Dios que perfumaba a nardo purísimo de celestial aroma cada espacio, cada rincón; era el Hijo de Dios, Lirio Puro caído del Cielo, quien nos recreaba haciéndonos menos tedioso el tener que vivir en tierra extranjera; tierra que tendríamos que abandonar por Designios de Dios; tierra que nos acogió y nos dio albergue, alimento; tierra que vio crecer al Niño Jesús en estatura y en sabiduría; tierra que Nos dejaría recuerdos, añoranzas.

Hijos amados, no vaciléis en dar cumplimiento a la Divina Voluntad, así vuestro corazón gima de dolor como el Mío; dolor de tener que sufrir penurias, dificultades al caminar de regreso a Judea; dolor al saber que Arquelao, hombre cruel como su padre, era el rey de aquella comarca; dolor de enfrentarme a una situación incierta, temerosa, porque Jesús y María podrían sufrir grandes daños. La Misericordia de Dios es Infinita y este dolor se cambió por un gran gozo; gozo cuando un Ángel Me ordenó que fuera a Nazaret y no temiera; gozo de sentirme custodiado, protegido; gozo de entender que a Jesús, Mi Hijo amado, nada Le sucedería; gozo de obrar siempre de acuerdo al Santo Querer de Dios; Querer que buscará siempre lo mejor para Sus hijos; Querer que moldea, acrisola, purifica a Sus creaturas.

Queridos hijos, no vayáis en contra de la corriente de Dios. Id tras los susurros de Su Brisa suave, no vayáis en oposición a Su Divina Voluntad, caminad en pos de Sus Designios de Amor; Designios que os harán sentir plenos, gozosos; Designios que os harán acreedores de una de las moradas de Su Reino.

Oración del Papa León XIII

A Ti, bienaventurado José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de Tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente Tu Patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, Te tuvo unido y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente Te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con Su Sangre adquirió Jesucristo, y con Tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades. Protege, oh providentísimo Custodio de la Divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y de corrupción; asístenos propicio desde el Cielo, Fortísimo Libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste al Niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defiende la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos con perpetuo Patrocinio para que a ejemplo Tuyo y sostenidos por Tu auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzar en los Cielos la eterna bienaventuranza. Amén.

7mo. Domingo de San José: La pérdida y hallazgo del Niño Jesús en el Templo.
por Fátima Maldonado

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Agustín del Divino Corazón – Los Siete Domingos de San José (2009)

Los Siete Domingos de San José comienzan el Primer Domingo de Febrero y terminan
el Tercer Domingo de Marzo antes de la Fiesta de San José, el 19 de Marzo.


Invocación a San José

¡San José, Guardián de Jesús y casto Esposo de María! Tú empleaste toda Tu vida en el perfecto cumplimiento de Tu deber. Tú mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de Tus manos. Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a Ti. Tú conoces sus aspiraciones y sus esperanzas. Ellos se dirigen a Ti porque saben que Tú los comprendes y proteges. Tú también supiste de pruebas, cansancio y trabajo. Pero aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida, Tu Alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios, que Te fue confiado a Ti a la vez a María, Su tierna Madre. Amén.

7º  Dolor y Gozo:
La pérdida y hallazgo del Niño Jesús en el Templo.

Hijos carísimos, después de la vuelta de Egipto, todos los años íbamos con Jesús a Jerusalén para celebrar la solemnidad de la Pascua. Aconteció que cuando Jesús tenía doce años, fuimos según Nuestra costumbre y Él se quedó en Jerusalén sin darnos cuenta. Su pérdida produjo en Mi Corazón un gran sufrimiento, porque lo más amado no estaba a Mi lado; Mi Señor y Mi Dios no estaba cercano, Le sentía muy distante; la alegría y el brillo de Mis ojos se habían opacado por Su ausencia; la paz que habitaba dentro de Mí se había ido; ya no me producía el gozo de antes, porque Jesús, la única motivación de Mi existir se diluyó de Mis manos, se Me esfumó, se evaporó como viento.

Me sentía culpable de la desaparición de Mi amado Jesús. Sentía que había defraudado a Dios, que no había cumplido fielmente con la misión de custodiarlo, de protegerlo; pensé que Le había perdido para siempre. Le buscamos entre parientes y conocidos y no encontrándolo, volvimos a Jerusalén. Allí, Le hallamos al cabo de tres días de soledad y de abatimiento; Le vimos sentado en medio de los doctores de la ley; Le vimos resplandecer por Su elocuencia y sabiduría. Le vimos con Su Rostro sereno, apacible, porque estaba ocupado en los asuntos de Su Padre. Asuntos que sólo Él entendía porque aún Mi pensamiento no comprendía la magnitud de este Misterio de Amor. Al verle, la paz y la alegría tomaron asiento en Mi Corazón, porque Le había recuperado; el gran Tesoro, descendido del Cielo, Lo tenía nuevamente entre Mis brazos sin quererle soltar; brazos que Lo amaron como a Hijo y lo adoraron como a Mi Dios.

Hijos queridos, qué gran dicha la de Mi Corazón al haber exhalado Mi último suspiro en Brazos de Jesús y de María. Los dos delirios de Mi vida, estaban allí, en Mi lecho de muerte, allanando caminos para Mi partida. Los dos delirios de Mi vida Me tomaban entre Sus Brazos, dando descanso a Mi cuerpo fatigado. Los dos delirios de Mi vida oraban al Padre y preparaban el gran momento para Mi celestial encuentro con Él. Haced de vuestras vidas ofrenda de amor al Padre. Padre que os tomará entre Sus Brazos y os llevará al disfrute del Cielo eterno.

Oración del Papa León XIII

A Ti, bienaventurado José, acudimos en nuestra tribulación, y después de implorar el auxilio de Tu Santísima Esposa, solicitamos también confiadamente Tu Patrocinio. Por aquella caridad que con la Inmaculada Virgen María, Madre de Dios, Te tuvo unido y por el paterno amor con que abrazaste al Niño Jesús, humildemente Te suplicamos que vuelvas benigno los ojos a la herencia que con Su Sangre adquirió Jesucristo, y con Tu poder y auxilio socorras nuestras necesidades. Protege, oh providentísimo Custodio de la Divina Familia, la escogida descendencia de Jesucristo; aparta de nosotros toda mancha de error y de corrupción; asístenos propicio desde el Cielo, Fortísimo Libertador nuestro, en esta lucha con el poder de las tinieblas; y como en otro tiempo libraste al Niño Jesús de inminente peligro de la vida, así ahora defiende la Iglesia Santa de Dios de las asechanzas de sus enemigos y de toda adversidad, y a cada uno de nosotros protégenos con perpetuo Patrocinio para que a ejemplo Tuyo y sostenidos por Tu auxilio, podamos santamente vivir, piadosamente morir, y alcanzar en los Cielos la eterna bienaventuranza. Amén.

Comienzo: Febrero 2

La Iglesia, siguiendo una antigua costumbre, prepara la fiesta de San José, el día 19 de marzo, dedicando al Santo Patriarca los siete domingos anteriores a esa fiesta, en recuerdo de los principales gozos y dolores de la vida de San José.

Comienzan el séptimo domingo antes del 19 de marzo (último domingo de enero o primero de febrero).

FORMA BREVE:


PRIMER DOMINGO

• El dolor: cuando estaba dispuesto a repudiar a su inmaculada esposa.

• La alegría: cuando el Arcángel le reveló el sublime misterio de la encarnación.

Oración. ¡ Oh castísimo esposo de María, glorioso San José, ¡qué aflicción y angustia la de vuestro corazón en la perplejidad en que estabais sin saber si debíais abandonar o no a vuestra esposa sin mancilla! Pero ¡cuál no fue también vuestra alegría cuando el ángel os reveló el gran misterio de la Encarnación!

Por este dolor y este gozo os pedimos consoléis nuestro corazón ahora y en nuestros últimos dolores, con la alegría de una vida justa y de una santa muerte semejante a la vuestra, asistidos de Jesús y de María.

Padrenuestro, Ave y Gloria.


SEGUNDO DOMINGO

• El dolor: al ver nacer el niño Jesús en la pobreza.

• La alegría: al escuchar la armonía del coro de los ángeles y observar la gloria de esa noche.

Oración. Oh bienaventurado patriarca, glorioso San José, escogido para ser padre adoptivo del Hijo de Dios hecho hombre: el dolor que sentisteis viendo nacer al niño Jesús en tan gran pobreza se cambió de pronto en alegría celestial al oír el armonioso concierto de los ángeles y al contemplar las maravillas de aquella noche tan resplandeciente.

Por este dolor y gozo alcanzadnos que después del camino de esta vida vayamos a escuchar las alabanzas de los ángeles y a gozar de los resplandores de la gloria celestial.

Padrenuestro, Ave y Gloria.


TERCER DOMINGO

• El dolor: cuando la sangre del niño Salvador fue derramada en su circuncisión.

• La alegría: dada con el nombre de Jesús.

Oración. Oh ejecutor obedientísimo de las leyes divinas, glorioso San José: la sangre preciosísima que el Redentor Niño derramó en su circuncisión os traspasó el corazón; pero el nombre de Jesús que entonces se le impuso, os confortó y llenó de alegría.

Por este dolor y este gozo alcanzadnos el vivir alejados de todo pecado, a fin de expirar gozosos, con el santísimo nombre de Jesús en el corazón y en los labios.

Padrenuestro, Ave y Gloria.


CUARTO DOMINGO

• El dolor: la profecía de Simeón, al predecir los sufrimientos de Jesús y María.

• La alegría: la predicción de la salvación y gloriosa resurrección de innumerables almas.

Oración. Oh Santo fidelísimo, que tuvisteis parte en los misterios de nuestra redención, glorioso San José; aunque la profecía de Simeón acerca de los sufrimientos que debían pasar Jesús y María os causó dolor mortal, sin embargo os llenó también de alegría, anunciándoos al mismo tiempo la salvación y resurrección gloriosa que de ahí se seguiría para un gran número de almas.

Por este dolor y por este gozo conseguidnos ser del número de los que, por los méritos de Jesús y la intercesión de la bienaventurada Virgen María, han de resucitar gloriosamente.

Padrenuestro, Ave y Gloria.


QUINTO DOMINGO

• El dolor: en su afán de educar y servir al Hijo del Altísimo, especialmente en el viaje a Egipto.

• La alegría: al tener siempre con él a Dios mismo, y viendo la caída de los ídolos de Egipto.

Oración. Oh custodio vigilante, familiar íntimo del Hijo de Dios hecho hombre, glorioso San José, ¡cuánto sufristeis teniendo que alimentar y servir al Hijo del Altísimo, particularmente en

vuestra huida a Egipto!, pero cuán grande fue también vuestra alegría teniendo siempre con Vos al mismo Dios y viendo derribados los ídolos de Egipto.

Por este dolor y este gozo, alcanzadnos alejar para siempre de nosotros al tirano infernal, sobre todo huyendo de las ocasiones peligrosas, y derribar de nuestro corazón todo ídolo de afecto terreno, para que, ocupados en servir a Jesús y María, vivamos tan sólo para ellos y muramos gozosos en su amor.

Padrenuestro, Ave y Gloria.


SEXTO DOMINGO

• El dolor: a regresar a su Nazaret por el miedo a Arquelao.

• La alegría: al regresar con Jesús de Egipto a Nazaret y la confianza establecida por el Ángel.

Oración. Oh ángel de la tierra, glorioso San José, que pudisteis. admirar al Rey de los cielos, sometido a vuestros más mínimos mandatos; aunque la alegría al traerle de Egipto se turbó por temor a Arquelao, sin embargo, tranquilizado luego por el ángel, vivisteis dichoso en Nazaret con Jesús y María.

Por este dolor y este gozo, alcanzadnos la gracia de desterrar de nuestro corazón todo temor nocivo, poseer la paz de conciencia, vivir seguros con Jesús y María y morir también asistidos por ellos.

Padrenuestro, Ave y Gloria.


SÉPTIMO DOMINGO

• El dolor: cuando sin culpa pierde a Jesús, y lo busca con angustia por tres días.

• La alegría: al encontrarlo en medio de los doctores en el Templo.

Oración. Oh modelo de toda santidad, glorioso San José, que habiendo perdido sin culpa vuestra al Niño Jesús, le buscasteis durante tres días con profundo dolor, hasta que, lleno de gozo, le hallasteis en el templo, en medio de los doctores.

Por este dolor y este gozo, os suplicamos con palabras salidas del corazón, intercedáis en nuestro favor para que jamás nos suceda perder a Jesús por algún pecado grave. Mas, si por desgracia le perdiéramos, haced que le busquemos con tal dolor que no hallemos sosiego hasta encontrarle benigno sobre todo en nuestra muerte, a fin de ir a gozarle en el cielo y cantar eternamente con Vos sus divinas misericordias.

Padrenuestro, Ave y Gloria.
FORMA MEDITADA:


PRIMER DOMINGO

Su dolor: cuando decidió abandonar a la Bienaventurada Virgen María.

Su gozo: cuando el ángel le comunicó el misterio de la Encarnación: que el niño nacido de María es Hijo de Dios y el Mesías esperado.

Oración

Glorioso San José, esposo de María Santísima.
Como fue grande la angustia y el dolor de tu corazón,
en la duda de abandonar a tu purísima Esposa,
así fue inmensa la alegría
cuando te fue revelado por el Ángel
el soberano misterio de la Redención.

Por este dolor y gozo,
te rogamos nos consueles
en las angustias de nuestra última hora
y nos concedas una santa muerte,
después de haber vivido una vida
semejante a la tuya junto a Jesús y María.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

Lectura Bíblica
Mateo 1, 18-25.

La concepción de Jesucristo fue así: Estando desposada María, su madre, con José, antes que conviviesen, se halló haber concebido María del Espíritu Santo. José, su esposo, siendo justo, no quiso denunciarla y resolvió repudiarla en secreto. Mientras reflexionaba sobre ésto, he aquí que se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu esposa, pues lo concebido en ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados. Todo ésto sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había anunciado por el profeta, que dice:

“He aquí que una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y se le pondrá por nombre «Emmanuel», que quiere decir «Dios con nosotros».”

Al despertar José de su sueño hizo como el ángel del Señor le había mandado, recibiendo en casa a su esposa, la cual, sin que él antes la conociese, dio a luz un hijo y le puso por nombre Jesús.

Consideración

“Durante su vida, que fue una peregrinación en la fe, José, al igual que María, permaneció fiel a la llamada de Dios hasta el final. La vida de ella fue el cumplimiento hasta sus últimas consecuencias de aquel primer «fiat» pronunciado en el momento de la anunciación, mientras que José —como ya se ha dicho— en el momento de su «anunciación» no pronunció palabra alguna. Simplemente él «hizo como el ángel del Señor le había mandado» (Mateo 1, 24). Y este primer «hizo» es el comienzo del «camino de José».[1]

“En las palabras de la «anunciación» nocturna, José escucha no sólo la verdad divina acerca de la inefable vocación de su esposa, sino que también vuelve a escuchar la verdad sobre su propia vocación. Este hombre «justo», que en el espíritu de las más nobles tradiciones del pueblo elegido amaba a la virgen de Nazaret y se había unido a ella con amor esponsal, es llamado nuevamente por Dios a este amor.

“«José hizo como el ángel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer» (Mateo 1,24); lo que en ella había sido engendrado «es del Espíritu Santo». A la vista de estas expresiones, ¿no habrá que concluir que también su amor como hombre ha sido regenerado por el Espíritu Santo? ¿No habrá que pensar que el amor de Dios, que ha sido derramado en el corazón humano por medio del Espíritu Santo (cf. Romanos 5,5) configura de modo perfecto el amor humano?…[2]

Mediante el sacrificio total de sí mismo José expresa su generoso amor hacia la Madre de Dios, haciéndole «don esponsal de sí». Aunque decidido a retirarse para no obstaculizar el plan de Dios que se estaba realizando en ella, él, por expresa orden del ángel, la retiene consigo y respeta su pertenencia exclusiva a Dios.”[3]

Para concluir, la Letanía de San José puede ser rezada, o bien la siguiente oración:

Oración

Oh Dios,
que con inefable providencia,
elegiste a San José como esposo de la Madre de tu Hijo,
concédenos la gracia de tener como intercesor en el cielo
al que veneramos como protector en la tierra.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén


SEGUNDO DOMINGO

Su dolor: cuando vio al niño Jesús nacer en la pobreza.

Su gozo: cuando los ángeles anunciaron su nacimiento.

Oración

Dichoso Patriarca San José,
elegido para cumplir los oficios de padre
cerca del Verbo Humanado.

Grande fue tu dolor al ver nacido a Jesús
en tan extrema pobreza,
pero este dolor se cambió en gozo celestial
al oír los cantos de los ángeles
y contemplar el resplandor de aquella luminosa noche.

Por este dolor y gozo,
te suplicamos nos alcances la gracia de que,
después de haber seguido nuestro camino en la tierra,
podamos oír las alabanzas angélicas
y gozar de la vista de la gloria celestial.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

Lectura Bíblica
Lucas 2, 1-20

Aconteció, pues, en los días aquellos que salió un edicto de César Augusto para que se empadronase todo el mundo. Este empadronamiento primero tuvo lugar siendo Cirino gobernador de Siria. E iban todos a empadronarse, cada uno en su ciudad. José subió de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y de la familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba en cinta. Estando allí, se cumplieron los días de su parto, y dio a luz a su hijo primogénito, y le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, por no haber sitio para ellos en el mesón.

Había en la región unos pastores que pernoctaban al raso, y de noche se turnaban velando sobre su rebaño. Se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los envolvía con su luz, quedando ellos sobrecogidos de gran temor. Díjoles el ángel: No temáis, os traigo una buena nueva, una gran alegría, que es para todo el pueblo; pues os ha nacido hoy un Salvador, que es el Mesías Señor, en la ciudad de David. Esto tendréis por señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y reclinado en un pesebre. Al instante se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: «Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad».

Así que los ángeles se fueron al cielo, se dijeron los pastores unos a otros: Vamos a Belén a ver ésto que el Señor nos ha anunciado. Fueron con presteza y encontraron a María, a José y al Niño acostado en un pesebre, y viéndole, contaron lo que se les había dicho acerca del Niño. Y cuantos los oían se maravillaban de lo que les decían los pastores. María guardaba todo ésto y lo meditaba en su corazón. Los pastores se volvieron glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían visto y oído, según se les había dicho.

Consideración

“Dirigiéndose a Belén para el censo, de acuerdo con las disposiciones emanadas por la autoridad legítima, José, respecto al niño, cumplió la tarea importante y significativa de inscribir oficialmente el nombre «Jesús, hijo de José de Nazaret» (cf. Juan 1, 45) en el registro del Imperio. Esta inscripción manifiesta de modo evidente la pertenencia de Jesús al género humano, hombre entre los hombres, ciudadano de este mundo, sujeto a las leyes e instituciones civiles, pero también «salvador del mundo»…”[4]

“Como depositarios del misterio «escondido desde siglos en Dios» y que empieza a realizarse ante sus ojos «en la plenitud de los tiempos», José es con María, en la noche de Belén, testigo privilegiado de la venida del Hijo de Dios al mundo.

“José fue testigo ocular de este nacimiento, acaecido en condiciones humanamente humillantes, primer anuncio de aquel «anonadamiento», al que Cristo libremente consintió para redimir los pecados. Al mismo tiempo José fue testigo de la adoración de los pastores, llegados al lugar del nacimiento de Jesús después de que el ángel les había traído esta grande y gozosa nueva; más tarde fue también testigo de la adoración de los Magos, venidos de Oriente.”[5]

Para concluir, la Letanía de San José puede ser rezada, o bien la siguiente oración:

Oración

Oh Dios,
que con inefable providencia,
elegiste a San José como esposo de la Madre de tu Hijo,
concédenos la gracia de tener como intercesor en el cielo
al que veneramos como protector en la tierra.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén


TERCER DOMINGO

Su dolor: cuando vio la sangre de Jesús vertirse en la circuncisión.

Su gozo: cuando lo llamó «Jesús».

Oración

Glorioso San José,
ejecutor obediente de la Ley de Dios.

La Sangre preciosa que en la circuncisión
derramó el divino Redentor,
te traspasó el corazón;
pero el nombre de Jesús, que se le impuso,
te llenó de consuelo.

Por este dolor y gozo,
te rogamos nos alcances la gracia de vivir
luchando contra la esclavitud de los vicios,
para tener la dicha de morir con el nombre de Jesús
en los labios y en el corazón.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

Lectura Bíblica
Lucas 2, 21

Cuando se hubieron cumplido los ocho días para circuncidar al Niño, le dieron el nombre de Jesús, impuesto por el ángel antes de ser concebido en el seno.

Consideración

“Siendo la circuncisión del hijo el primer deber religioso del padre, José con este rito ejercita su derecho-deber respecto a Jesús.

“El principio según el cual todos los ritos del Antiguo Testamento son una sombra de la realidad, explica el por qué Jesús los acepta. Como para los otros ritos también el de la circuncisión halla en Jesús el «cumplimiento». La Alianza de Dios con Abrahán, de la cual la circuncisión era signo, alcanza en Jesús su pleno efecto y su perfecta realización, siendo Jesús el «sí» de todas las antiguas promesas.

“En la circuncisión, José impone al niño el nombre de Jesús. Este nombre es el único en el que se halla la salvación; ya José «anunciación»: «Y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados». Al imponer el nombre, José declara su paternidad legal sobre Jesús y, al proclamar el nombre, proclama también su misión salvadora.”[6]

Para concluir, la Letanía de San José puede ser rezada, o bien la siguiente oración:

Oración

Oh Dios,
que con inefable providencia,
elegiste a San José como esposo de la Madre de tu Hijo,
concédenos la gracia de tener como intercesor en el cielo
al que veneramos como protector en la tierra.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén


CUARTO DOMINGO

Su dolor: cuando oyó la profecía de Simeón.

Su gozo: cuando supo que los sufrimientos de Jesús salvarían al mundo.

Oración

San José,
modelo de fidelidad
en el cumplimiento de los planes de Dios.

Grande fue tu dolor al saber,
por la profecía de Simeón,
que Jesús y María estaban destinados a padecer;
mas este dolor se convirtió en gozo
al conocer que los padecimientos de Jesús y María
serían causa de salvación para innumerables almas.

Por este dolor y gozo, te rogamos que,
por los méritos de Jesús y María,
seamos contados entre aquellos
que han de resucitar gloriosamente.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

Lectura Bíblica
Lucas 2, 22-35

Así que se cumplieron los días de la purificación conforme a la Ley de Moisés, le llevaron a Jerusalén para presentarle al Señor, según está escrito en la Ley del Señor que «todo varón primogénito sea consagrado al Señor», y para ofrecer en sacrificio, según lo prescrito en la Ley del Señor, un par de tórtolas o dos pichones.

Había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, justo y piadoso, que esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba en él. Le había sido revelado por el Espíritu Santo de que no vería la muerte antes de ver al Cristo del Señor. Movido del Espíritu, vino al templo, y al entrar los padres con el niño Jesús para cumplir lo que prescribe la Ley sobre Él, Simeón le tomó en sus brazos y, bendiciendo a Dios, dijo: Ahora, Señor, puedes ya dejar ir a tu siervo en paz, según tu palabra; porque han visto mis ojos tu salud, la que has preparado ante la faz de todos los pueblos; luz para iluminación de las gentes y gloria de tu pueblo, Israel. Su padre y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de Él. Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: Puesto está para caída y levantamiento de muchos en Israel y para signo de contradicción; y una espada atravesará tu alma para que se descubran los pensamientos de muchos corazones.

Consideración

“Este rito, narrado por Lucas, incluye el rescate del primogénito e ilumina la posterior permanencia de Jesús a los doce años de edad en el templo.

“El rescate del primogénito es otro deber del padre, que es cumplido por José. En el primogénito estaba representado el pueblo de la Alianza, rescatado de la esclavitud para pertenecer a Dios. También en ésto, Jesús, que es el verdadero «precio» del rescate, no sólo «cumple» el rito del Antiguo Testamento, sino que, al mismo tiempo, lo supera, al no ser él mismo un sujeto de rescate, sino el autor mismo del rescate.

“El Evangelista pone de manifiesto que «su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de el», y, de modo particular, de lo dicho por Simeón, en su canto dirigido a Dios, al indicar a Jesús como la «salvación preparada por Dios a la vista de todos los pueblos» y «luz para iluminar a los gentiles y gloria de su pueblo Israel» y, más adelante, también «señal de contradicción».”[7]

“De este misterio divino José es, junto con María, el primer depositario. Con María —y también en relación con María— él participa en esta fase culminante de la autorevelación de Dios en Cristo, y participa desde el primer instante.”[8]

Para concluir, la Letanía de San José puede ser rezada, o bien la siguiente oración:

Oración

Oh Dios,
que con inefable providencia,
elegiste a San José como esposo de la Madre de tu Hijo,
concédenos la gracia de tener como intercesor en el cielo
al que veneramos como protector en la tierra.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén


QUINTO DOMINGO

Su dolor: al huir a Egipto con Jesús y María.

Su gozo: al estar siempre en su compañía.

Oración

San José, Custodio y familiar íntimo
del Verbo de Dios encarnado.

Grande fue tu sufrimiento
para alimentar y servir al Hijo del Altísimo,
sobre todo en la huida a Egipto;
de igual manera fue grande tu alegría
al tener siempre en tu compañía al mismo Hijo de Dios
y ver cómo caían en tierra los ídolos de Egipto.

Por este dolor y gozo,
te rogamos nos alcances la gracia de que,
huyendo de las ocasiones de pecado,
venzamos al enemigo infernal
y hagamos caer de nuestro corazón
todo ídolo de pasiones terrenas, para que,
ocupados en servir a Jesús y a María,
vivamos únicamente para ellos
y tengamos una muerte feliz.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

Lectura Bíblica
Mateo 2, 13-18

Partido que hubieron, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate; toma al niño y a su madre y huye a Egipto, y estáte allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». Levantándose de noche, tomó al niño y a la madre y se retiró hacia Egipto, permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes, a fin de que se cumpliera lo que había pronunciado el Señor por su profeta, diciendo: «De Egipto llamé a mi hijo». Entonces Herodes, viéndose burlado por magos, se irritó sobremanera y mandó matar a todos los niños que había en Belén y en sus términos de dos años para abajo, según el tiempo que con diligencia había inquirido de los magos. Entonces se cumplió la palabra del profeta Jeremías, que dice:

«Una voz se oye en Ramá, lamentación y gemido grande; es Raquel, que llora a sus hijos y rehusa ser consolada, porque no existen».

Consideración

Con ocasión de la venida de los Magos de Oriente, Herodes supo del nacimiento del «rey de los judíos». Y cuando partieron los Magos él «envío a matar a todos los niños de Belén y de toda la comarca, de dos años para abajo». De este modo, matando a todos, quería matar a aquel recién nacido «rey de los judíos», de quien había tenido conocimiento durante la visita de los magos a su corte.”[9]

La Iglesia rodea de profunda veneración a esta Familia, proponiéndola como modelo para todas las familias. La Familia de Nazaret, inserta directamente en el misterio de la Encarnación, constituye un misterio especial. Y —al igual que en la Encarnación— a este misterio pertenece también una verdadera paternidad: la forma humana de la familia del Hijo de Dios, verdadera familia humana formada por el misterio divino. En esta familia José es el padre: no es la suya una paternidad derivada de la generación; y, sin embargo, no es «aparente» o solamente «sustitutiva», sino que posee plenamente la autenticidad de la paternidad humana y de la misión paterna en la familia. En ello está contenida una consecuencia de la unión hipostática: la humanidad asumida en la unidad de la Persona divina del Verbo-Hijo, Jesucristo, junto con la asunción de la humanidad, en Cristo está también «asumido» todo lo que es humano, en particular, la familia, como primera dimensión de su existencia en la tierra. En este contexto está también «asumida» la paternidad humana de José.”[10]

Para concluir, la Letanía de San José puede ser rezada, o bien la siguiente oración:

Oración

Oh Dios,
que con inefable providencia,
elegiste a San José como esposo de la Madre de tu Hijo,
concédenos la gracia de tener como intercesor en el cielo
al que veneramos como protector en la tierra.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén


SEXTO DOMINGO

Su dolor: cuando temía volver a su casa.

Su gozo: al ser avisado por el ángel de ir a Nazaret.

Oración

Glorioso San José,
que tuviste sujeto a tus órdenes al Rey de los Cielos.

Si tu alegría al regresar de Egipto
se vio turbada por el miedo a Arquelao,
después, al ser tranquilizado por el Ángel,
viviste contento en Nazaret con Jesús y María.

Por este dolor y gozo,
alcánzanos la gracia de vernos libres de temores,
y gozando de la paz de conciencia,
de vivir seguros con Jesús y María y morir en su compañía.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

Lectura Bíblica
Mateo 2, 19-23; Lucas 2, 40

Muerto ya Herodes, el ángel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre y vete a la tierra de Israel, porque son muertos los que atentaban contra la vida del niño. Levantándose, tomó al niño y a la madre y partió para la tierra de Israel. Mas habiendo oído que en Judea reinaba Arquelao en lugar de su padre Herodes, temió ir allá, y advertido en sueños se retiró a la región de Galilea, yendo a habitar en una ciudad llamada Nazaret, para que se cumpliese lo dicho por los profetas, que sería llamado Nazareno.

El niño crecía y se fortalecía lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con Él.

Consideración

“Expresión cotidiana de este amor en la vida de la Familia de Nazaret es el trabajo. El texto evangélico precisa el tipo de trabajo con el que José trataba de asegurar el mantenimiento de la Familia: el de carpintero. Esta simple palabra abarca toda la vida de José. Para Jesús éstos son los años de la vida escondida, de la que habla el evangelista tras el episodio ocurrido en el templo: «Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos» (Lucas 2, 51). Esta «sumisión», es decir, la obediencia de Jesús en la casa de Nazaret, es entendida también como participación en el trabajo de José. El que era llamado el «hijo del carpintero» había aprendido el trabajo de su «padre» putativo. Si la Familia de Nazaret en el orden de la salvación y de la santidad es ejemplo y modelo para las familias humanas, lo es también análogamente el trabajo de Jesús al lado de José, el carpintero. En nuestra época la Iglesia ha puesto también ésto de relieve con la fiesta litúrgica de San José Obrero, el 1 de mayo. E1 trabajo humano y, en particular, el trabajo manual tienen en el Evangelio un significado especial. Junto con la humanidad del Hijo de Dios, el trabajo ha formado parte del misterio de la Encarnación, y también ha sido redimido de modo particular. Gracias a su banco de trabajo sobre el que ejercía su profesión con Jesús, José acercó el trabajo humano al misterio de la Redención.”[11]

“En el crecimiento humano de Jesús «en sabiduría, edad y gracia» representó una parte notable la virtud de la laboriosidad, al ser «el trabajo un bien del hombre» que «transforma la naturaleza» y que hace al hombre «en cierto sentido más hombre».”[12]

“Se trata, en definitiva, de la santificación de la vida cotidiana, que cada uno debe alcanzar según el propio estado y que puede ser fomentada según un modelo accesible a todos: «San José es el modelo de los humildes, que el cristianismo eleva a grandes destinos; san José es la prueba de que para ser buenos y auténticos seguidores de Cristo no se necesitan “grandes cosas”, sino que se requieren solamente las virtudes comunes, humanas, sencillas, pero verdaderas y auténticas».”[13]

Para concluir, la Letanía de San José puede ser rezada, o bien la siguiente oración:

Oración

Oh Dios,
que con inefable providencia,
elegiste a San José como esposo de la Madre de tu Hijo,
concédenos la gracia de tener como intercesor en el cielo
al que veneramos como protector en la tierra.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén


SÉPTIMO DOMINGO

Su dolor: al perder al niño Jesús.

Su gozo: al encontrarlo en el Templo.

Oración

San José,
ejemplar de toda santidad.

Grande fue tu dolor al perder, sin culpa,
al Niño Jesús, y haber de buscarle,
con gran pena, durante tres días;
pero mayor fue tu gozo cuando al tercer día
lo hallaste en el templo en medio de los Doctores.

Por este dolor y gozo,
te suplicamos nos alcances
la gracia de no perder nunca a Jesús por el pecado mortal;
y si por desgracia lo perdiéramos,
haz que lo busquemos con vivo dolor,
hasta que lo encontremos
y podamos vivir con su amistad
para gozar de Él contigo en el Cielo
y cantar allí eternamente su divina misericordia.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

Lectura Bíblica
Lucas 2, 41-50

Sus padres iban cada año a Jerusalén en la fiesta de la Pascua. Cuando era ya de doce años, al subir sus padres según el rito festivo, y volverse ellos, acabados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin que sus padres lo echasen de ver. Pensando que estaba en la caravana anduvieron caminode un día. Buscáronle entre parientes y conocidos, y al no hallarle, se volvieron a Jerusalén en busca suya. Al cabo de tres días le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndolos y preguntándoles. Cuantos le oían quedaban estupefactos de su inteligencia y de sus respuestas.

Cuando sus padres le vieron, quedaron sorprendidos, y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué has obrado así con nosotros? Mira que tu padre y yo, apenados, andábamos buscándote. Y Él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que es preciso que me ocupe en las cosas de mi Padre? Ellos no entendieron lo que les decía. Bajó con ellos, y vino a Nazaret, y les estaba sujeto, y su madre conservaba todo ésto en su corazón. Jesús crecía en sabiduría y edad y gracia ante Dios y ante los hombres.

Consideración

Esta respuesta la oyó José, a quien María se había referido poco antes llamándole «tu padre». Y así es lo que se decía y pensaba: «Jesús… era, según se creía, hijo de José». No obstante, la respuesta de Jesús en el templo habría reafirmado en la conciencia del «presunto padre» lo que éste había oído una noche doce años antes: «José… no temas tornar contigo a María, tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo». Ya desde entonces, él sabía que era depositario del misterio de Dios, y Jesús en el templo evocó exactamente este misterio: «Debo ocuparme en las cosas de mi Padre».”[14]

Para concluir, la Letanía de San José puede ser rezada, o bien la siguiente oración:

Oración

Oh Dios,
que con inefable providencia,
elegiste a San José como esposo de la Madre de tu Hijo,
concédenos la gracia de tener como intercesor en el cielo
al que veneramos como protector en la tierra.

Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

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Lecturas del Martes de la 2ª semana del Tiempo Ordinario

Primera lectura :

Lectura de la carta a los Hebreos (6,10-20)

 

Salmo : 

Sal 110,1-2.4-5.9.10c

   

Evangelio :

Lectura del santo evangelio según san Marcos (2,23-28)

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