Los Arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael, nos ayudan en nuestras luchas espirituales defendiéndonos contra el demonio
La Fiesta de los Santos Arcángeles se celebra el día 29 de septiembre. Aunque sabemos hay siete arcángeles (Tobit 12,15, Rev. 8,2), sólo tres son mencionados por su nombre en la Biblia católica y tan sólo uno de ellos, San Miguel, se le llama específicamente un Arcángel.
Los ángeles fueron creados como mensajeros de Dios. Las Escrituras revelan que Dios creó nueve coros de ángeles y que fueron popularizados en la Edad Media por diversos teólogos y escritores: Querubines, Serafines, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades, Virtudes, Arcángeles y Ángeles.
A continuación te suministramos la novena a los arcángeles San Miguel, San Gabriel y San Rafael, quienes nos ayudan en nuestras luchas espirituales defendiéndonos contra las tentaciones y asechanzas del demonio
Esta Novena se reza cada día durante nueve días
Novena a los Santos Arcángeles
Oraciones iniciales
Invocación a los Arcángeles
Oración final
Oraciones iniciales.
Señal de la Cruz: Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición: Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos, he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que, por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén
Invocación a San Miguel Arcángel
San Miguel Arcángel, campeón leal de Dios y de su pueblo, me dirijo a usted con confianza buscando tu poderosa intercesión. Por el amor de Dios, Quien te hizo tan glorioso en gracia y poder, y por el amor de la Madre de Jesús, la Reina de los Ángeles, complácete en escuchar mi oración.
Tú conoces el valor de mi alma a los ojos de Dios. Que ninguna mancha del mal deforme su belleza. Ayúdame a vencer el espíritu maligno que me tienta.
Yo deseo imitar tu lealtad a Dios y a la Santa Madre Iglesia y a tu gran amor a Dios y a las personas. Y debido que tú eres es el mensajero de Dios para el cuidado de su pueblo, te encomiendo esta solicitud especial:
- Mencionar la petición -
San Miguel Arcángel, debido a que tú eres, por la voluntad del Creador, el poderoso intercesor de los cristianos, yo tengo una gran confianza en tus ruegos. Yo sinceramente confío en que, si es santa voluntad de Dios, será concedida mi petición.
San Miguel Arcángel, ruega por mí y también por todos aquellos a quienes amo. Protégenos en todos los peligros del cuerpo y alma. Ayúdanos en nuestras necesidades diarias.
A través de tu poderosa intercesión, que podamos vivir una vida santa, una muerte feliz, y alcanzar el cielo, donde podemos alabar y amar a Dios contigo por toda la eternidad. Amén.
Invocación a San Gabriel Arcángel
San Gabriel Arcángel, yo te venero como el "Ángel de la Encarnación," especialmente porque Dios te ha designado para llevar los mensajes relacionados con el Dios-Hombre a Daniel, Zacarías, y a la Virgen María. Ven y dame una devoción más sensible a nuestra madre, más parecida a la tuya
Te venero también como la "fuerza de Dios", porque tú eres el consuelo, consolador y dador de la fuerza de Dios, elegido para fortalecer la fidelidad de Dios y para enseñarnos las verdades importantes.
Pido la gracia del poder especial de la voluntad de luchar por la santidad de la vida, apaciguar mis propósitos, renovar mi valor. Confórtame y consuélame en los problemas, las pruebas y sufrimientos de la vida diaria. Pongo mi confianza en Ti.
San Gabriel, te pido especialmente por este favor:
- Mencionar la petición -
A través de tu sincero amor por el Hijo de Dios hecho hombre y por su bendita Madre, te lo suplico, intercede por mí que mi petición sea concedida, si es la santa voluntad de Dios.
Ruega por nosotros, San Gabriel Arcángel. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Dios todopoderoso y eterno, Tú elegiste al Arcángel Gabriel, de entre todos los ángeles para anunciar el misterio de la encarnación de tu Hijo. Por tu misericordia, que nosotros te honremos sobre la tierra y que podamos sentir el beneficio de su patrocinio en el Cielo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Invocación a San Rafael Arcángel
San Rafael Arcángel, tú que permaneces tan cercano al trono de Dios y ofreces nuestras oraciones, yo te venero como el mensaje y amigo especial de Dios.
Yo te elijo como mi patrono y deseo amarte y obedecerte como lo hizo el joven Tobías.
Te consagro mi cuerpo y alma, todo mi trabajo, y toda mi vida. Quiero que seas mi guía y Consejero en todos los problemas y decisiones de mi vida peligrosas y difíciles.
Recuerda, Oh queridísimo, San Rafael, que la gracia de Dios se preservó contigo y con los buenos ángeles en el cielo cuando los ángeles orgullosos fueran arrojados en el infierno.
Te ruego, pues, que me ayudes en mi lucha contra el mundo, el espíritu de impureza, y el demonio. Defiéndeme de todos los peligros y todas las ocasiones de pecado. Guíame siempre en el camino de la paz, la seguridad y la salvación.
Ofrece mis oraciones a Dios del mismo modo en que ofreciste las de Tobías, de manera que, a través de tu intercesión, puedan obtener las gracias necesarias para la salvación de mi alma.
Te pido que ruegues por mí para que Dios me conceda este favor si es su santa voluntad:
- Mencionar la petición -
San Rafael, ayúdame a amar y a servir a mi Dios fielmente, a morir en su gracia, y por finalmente alcanzar el mérito de unirme a Ti para ver y alabar a Dios para siempre en el cielo. Amén.
Oraciones finales
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes.
Y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén
San Gabriel Arcángel, Humildemente te pido que intercedas por nosotros ante el trono de la misericordia divina.
Así como anunciaste el misterio de la Encarnación de la Virgen María, que a través de tus oraciones podamos recibir fortaleza en la fe y el coraje de espíritu, y de este modo, el favor de Dios y la redención por medio de Cristo Nuestro Señor.
Que podamos cantar la alabanza de Dios nuestro Salvador, con los ángeles y los santos en el cielo por siempre. Amén.
San Rafael Arcángel, ayúdanos en todas las necesidades y las pruebas en el viaje de esta vida terrenal, del mismo modo que, a través del poder de Dios, restauraste la vista y diste guía al joven Tobias.
Humildemente buscamos su ayuda e intercesión, que nuestras almas puedan curarse, nuestros cuerpos estén protegidos de todos los males, y que a través de la gracia divina, nosotros podamos hacernos aptos de habitar en la gloria eterna de Dios en el cielo. Amén.
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de Contrición
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,y porque os amo sobre todas las cosas,me pesa de todo corazón de
haberos ofendido;también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar,confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
Oración inicial
Dios todopoderoso y eterno, bendito y alabado seas por toda la eternidad. Que todos los ángeles y los hombres que has creado te adoren, te amen y te sirvan, Dios Santo, Dios Fuerte, Dios Inmortal.
Y tú, María, reina de los ángeles, medianera de todas las gracias, todopoderosa en tu oración, recibe bondadosamente la oración que les dirigimos a los arcángeles y hazla llegar hasta el Trono del Altísimo para que obtengamos gracia, salvación y auxilio. Amén.
Oración a los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael:
San Miguel Arcángel, tú eres el Príncipe de las milicias celestiales, el vencedor del dragón infernal, has recibido de Dios la fuerza y el poder para aniquilar por medio de la humildad el orgullo de los poderes de las tinieblas. Te imploramos, suscita en nosotros la auténtica humildad del corazón, la fidelidad inquebrantable, para cumplir siempre la voluntad de Dios, la fortaleza en el sufrimiento y las necesidades, ayúdanos a subsistir delante del tribunal de Dios.
San Gabriel Arcángel, tú eres el ángel de la Encarnación, el mensajero fiel de Dios, abre nuestros oídos para captar los más pequeños signos y llamamientos del corazón amante de nuestro Señor; Permanece siempre delante de nuestros ojos, te imploramos, para que comprendamos correctamente la Palabra de Dios y la sigamos y obedezcamos y para cumplir aquello que Dios quiere de nosotros. Haznos vigilantes en la espera del Señor para que no nos encuentre dormidos cuando llegue.
San Rafael Arcángel, tú eres el mensajero del amor de Dios. Te imploramos, hiere nuestro corazón con un amor ardiente por Dios y no dejes que ésta herida se cierre jamás para que permanezcamos sobre el camino del amor en la vida diaria y venzamos todos los obstáculos por la fuerza de este amor.
Ayudadnos hermanos grandes y santos, servidores como nosotros delante de Dios. Protegednos contra nosotros mismos, contra nuestra cobardía y tibieza, contra nuestro egoísmo y nuestra avaricia, contra nuestra envidia y desconfianza, contra nuestra suficiencia y comodidad, contra nuestro deseo de ser apreciados. Desligadnos de los lazos del pecado y de toda atadura al mundo.
Desatad la venda que nosotros mismos hemos anudado sobre nuestros ojos, para dispensarnos de ver la miseria que nos rodea, y poder mirar nuestro propio yo sin incomodarnos y con conmiseración.
Clavad en nuestro corazón el aguijón de la santa inquietud de Dios, para que no cesemos jamás de buscarlo con pasión, contrición y amor.
Buscad en nosotros la Sangre de Nuestro Señor que se derramó por nosotros. Buscad en nosotros las lágrimas de vuestra Reina vertidas por nuestra causa. Buscad en nosotros la imagen de Dios destrozada, desteñida, deteriorada, imagen a la cual Dios quiso crearnos por amor.
Ayudadnos a reconocer a Dios, a adorarlo, amarlo y servirlo. Ayudadnos en la lucha contra los poderes de las tinieblas que nos rodean y nos oprimen solapadamente.
Ayudadnos para que ninguno de nosotros se pierda, y para que un día, gozosos, podamos reunirnos en la felicidad eterna. Amén.
(Se dicen las intenciones de la novena y se rezan tres Padre Nuestro, Ave María y Gloria)
Invocaciones finales
San Miguel, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros.
San Rafael, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros.
San Gabriel, lucha a nuestro lado con tus ángeles, ayúdanos y ruega por nosotros. Amén.
Oración preparatoria para todos los días
Clementísimo Príncipe de los Ángeles, glorioso San Miguel Arcángel, que gozáis la excelencia de ser el Plenipotenciario del Altísimo, y el primer Ministro de nuestro Señor Jesucristo; asistid favorable a nuestros ruegos, pues sólo con lo eficaz de vuestra protección, se enfervorizará lo desmayado de nuestra tibieza; humildemente os suplicamos, intercedáis con la Reina de los Ángeles María Santísima, Madre de Dios y Señora nuestra, para que nos alcance de nuestro Señor Jesucristo, que nos atienda a lo que le pide nuestro afecto en esta novena, si no a lo que más nos convenga para nuestra salvación. Amén.
Oración final para todos los días
Miguel, Príncipe grande, encargado de Dios para velar y proteger todos y cada uno de los hijos de su escogido pueblo, ayudadnos en el peso de nuestros trabajos, sed nuestro fiel amigo, nuestra protección fuerte; librad a todos los que os invocamos de toda adversidad, y hacednos aprovechar en el servicio de Dios. Defendednos en esta vida de todos los enemigos, y haced que en la hora de la muerte seamos presentados, libres y salvos ante la divina Majestad, para glorificar y gozar a nuestro Dios eternamente en la celestial Jerusalén. Amén.
DÍA PRIMERO
Dios y Señor de los Ángeles a quienes encomendáis el cuidado de los hombres, ofrezcoos los merecimientos de estos soberanos espíritus, y los del Principe de los Ángeles San Miguel, que por sí, y por medio de sus Ministros guarda la naturaleza humana, para que guardéis de todo pecado, con una pureza angélica; y me concedáis lo que pido en esta Novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Rezar nueve Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris a la Santísima Trinidad; luego pide a San Miguel Arcángel lo que por su intercesión deseas conseguir de la Novena.
DÍA SEGUNDO
Dios y Señor de los Arcángeles a quienes encomendáis los negocios gravísimos de vuestra gloria; ofrezcoos los merecimientos de estos nobilísimos espíritus, y los de San Miguel Arcángel, que defendió vuestra exaltación y honra contra Lucifer y sus Ángeles, para que yo busque en todas las cosas vuestra mayor gloria y me deis lo que pido en esta Novena. Amén.
Rezar nueve Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris a la Santísima Trinidad; luego pide a San Miguel Arcángel lo que por su intercesión deseas conseguir de la Novena.
DÍA TERCERO
Dios y Señor de los Principados a quien encomendáis la guarda de los Reinos: ofrezco los merecimientos de estos excelentísimos espíritus, y los del Príncipe de la Milicia celestial San Miguel, guarda mayor de todos los Reinos Cristianos, para que guardéis la república de mis sentidos y potencias de todo desorden y desobediencia a vuestras leyes divinas, y me concedáis lo que pido en esta Novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Rezar nueve Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris a la Santísima Trinidad; luego pide a San Miguel Arcángel lo que por su intercesión deseas conseguir de la Novena.
DÍA CUARTO
Dios y Señor de las Potestades a quienes concedisteis especal poder para refrenar los demonios: ofrezcoos los merecimientos de estos poderosísimos Espíritus y los de vuestro Siervo San Miguel Arcángel, que alcanzó de los demonios la mayor victoria y con la misma felicidad pelea continuamente contra ellos en favor de los hombres, para que me defendáis de todas las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne, y me deis lo que pido en esta Novena, a mayor gloria y honra vuestra. Amén.
Rezar nueve Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris a la Santísima Trinidad; luego pide a San Miguel Arcángel lo que por su intercesión deseas conseguir de la Novena.
DÍA QUINTO
Dios y Señor de las Virtudes, por las cuales ejecutáis milagros propios de vuestro Soberano poder, haciendo que la naturaleza, sirva a vuestra gloria: ofrezcoos los merecimientos de estos prodigiosos Espíritus, y los de San Miguel, principal instrumento de todas las maravillas, que se hacen en el mundo; para que me concedáis, que vencidas las malas inclinaciones de mi corrompida naturaleza, conserve y aumente vuestra gracia y consiga lo que pido en esta Novena a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Rezar nueve Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris a la Santísima Trinidad; luego pide a San Miguel Arcángel lo que por su intercesión deseas conseguir de la Novena.
DÍA SEXTO
Dios y Señor de las Dominaciones, que presiden a los Coros inferiores y son Ministros de vuestra Providencia: ofrezcoos los merecimientos de estos eminentísimos Espíritus y los de vuestro primer ministro San Miguel, Prepósito del Paraíso, para que me concedáis perfecto señorío sobre mi pasiones, perfecta obediencia a todos mis superiores y la gracia que pido en esta Novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Rezar nueve Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris a la Santísima Trinidad; luego pide a San Miguel Arcángel lo que por su intercesión deseas conseguir de la Novena.
DÍA SÉPTIMO
Dios y Señor de los tronos, en quienes descansáis como en Trono de vuestra gloria y os sentáis en tribunal de Justicia: ofrezcoos los merecimientos de estos altísimos Espíritus y los de San Miguel Arcángel, Trono de vuestra grandeza y Ministro Supremo de vuestra Justicia, para que me concedáis, que juzgándome a mí mismo con rigor sea después juzgado con piedad y consiga lo que pido en esta Novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Rezar nueve Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris a la Santísima Trinidad; luego pide a San Miguel Arcángel lo que por su intercesión deseas conseguir de la Novena.
DÍA OCTAVO
Dios y Señor de los Querubines, que están adornados de perfectísima sabiduría: ofrezcoos los merecimientos de estos sapientísimos Espíritus y los de vuestro primer ministro San Miguel, Príncipe de los Sabios del Cielo, por quien enseñáis a vuestra Iglesia las verdades que necesita saber, para que me enseñéis a temeros y amaros, que es la mayor sabiduría y me concedáis lo que pido en esta Novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Rezar nueve Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris a la Santísima Trinidad; luego pide a San Miguel Arcángel lo que por su intercesión deseas conseguir de la Novena.
DÍA NOVENO
Dios y Señor de los Serafines, que se abrasan en vuestro amor: ofrezcoos los merecimientos de estos ardientísimos Espíritus y los de vuestro amado y amante San Miguel, para que yo os ame a vos, único Dios y Señor mío, sobre todas las cosas, con toda el alma, con todo el corazón y con todas las fuerzas; para que me concedáis lo que pido en esta Novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
Rezar nueve Padrenuestros, Avemarías y Gloria Patris a la Santísima Trinidad; luego pide a San Miguel Arcángel lo que por su intercesión deseas conseguir de la Novena
DÍA PRIMERO
ORACIÓN (del día)
Dios y Señor de los ángeles, a quienes encomiendas la guarda de los hombres: ofrezco los merecimientos de estos soberanos espíritus y los del Príncipe de los ángeles, San Miguel, que por sí, y por medio de sus ministros, guarda la naturaleza humana, que me guardes de todo pecado, me concedas una pureza angélica y otorgues lo que pido en esta Novena, a mayor honra y gloria vuestra.
Aquí rezará nueve veces el Padre Nuestro y Ave María, en honra de los nueve coros de los Ángeles, y de su príncipe San Miguel; después la oración siguiente.
ORACIÓN
Gloriosísimo Príncipe de la Corte del Cielo. Excelentísimo Arcángel San Miguel, gran primer Ministro de Dios, amigo de Jesucristo, y muy favorecido de su Santísima Madre, defensor de la Iglesia y abogado de los hombres: pues tanto favorecéis a vuestros devotos, haced que yo os sepa amar y servir, y alcanzadme del Señor lo que deseo y pido en esta Novena, a mayor honra y gloria suya y provecho de mi alma.
Aquí, con la mayor confianza y devoción que se pudiere, pedirá cada uno al santo Arcángel la gracia o favor que desee alcanzar en la novena.
ORACIÓN
Omnipotente y sempiterno Dios; que por Tu suma clemencia nombraste, para la salud de los hombres, al gloriosísimo San Miguel Arcángel Príncipe de tu Iglesia concédenos, que por su intercesión y eficaz auxilio merezcamos ahora ser defendidos de todos nuestros enemigos, en la hora de nuestra muerte seamos libres, y presentados benignamente ante el trono de tu Majestad excelsa. Amén.
DÍA SEGUNDO
Este día, como todos los demás siguientes de la Novena, se ha de hacer y decir lo mismo que en el primero, variando sólo la oración del coro angélico, que le corresponde a cada día.
Dios y Señor de los Arcángeles, a quien encomiendas los negocios gravísimos de vuestra gloria; por tales merecimientos gravísimos de vuestra gloria: ofrezco los merecimientos de estos nobilísimos espíritus y los de San Miguel Arcángel, que defendió vuestra honra y gloria contra Lucifer y sus ángeles, para que yo busque en todas las cosas vuestra mayor honra y gloria y me des lo que pido en esta novena. Amen.
DÍA TERCERO
Dios y Señor de los Principados a quienes encomendáis la guarda de los reinos, ofrezco los merecimientos de estos excelentísimos espíritus y los del príncipe de la Milicia Celestial, San Miguel, guarda mayor de todos los reinos cristianos, para que guardes mis sentimientos y potencias de todo desorden y desobediencia a vuestras leyes divinas y me concedas lo que pido en esta novena, a mayor honra y gloria. Amén.
DÍA CUARTO
Dios y Señor de las Potestades, quienes tienen especial poder para refrenar los demonios; ofrezco los merecimientos de estos poderosísimos espíritus y los de vuestro siervo, San Miguel Arcángel, que alcanzó sobre los demonios la mayor victoria y con la misma facilidad pelea continuamente contra ellos, en favor de los hombres, para que me defiendes de todas las tentaciones del mundo, del demonio y de la carne y me des lo que pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
DÍA QUINTO
Dios y Señor de las Virtudes, por las cuales haces milagros propios de vuestro soberano poder, gobernando la naturaleza, para que os sirva a vuestra gloria: ofrezco los merecimientos de estos prodigiosos espíritus y los de San Miguel, principal instrumento de todas las maravillas que se hacen en el mundo, para que me concedas, que vencidas las malas inclinaciones de mi corrompida naturaleza, conserve y aumente vuestra gracia y consiga lo que pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
DÍA SEXTO
Dios y Señor de las Dominaciones, las que presiden a los coros inferiores y son ministros de vuestra providencia, os ofrezco los merecimientos de estos eminentísimos espíritus y los de vuestro primer ministro San Miguel, para que me concedas perfecto señorío sobre mis pasiones y perfecta obediencia a todos mis superiores y la gracia que pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
DÍA SÉPTIMO
Dios y Señor de los Tronos, en quienes descansas, como en el trono de vuestra gloria y os sientas como en tribunal de justicia: ofrezco los merecimientos de estos altísimos espíritus y los de San Miguel Arcángel, trono de vuestra grandeza y ministro supremo de justicia, para que concedas, que yo me juzgue a mí mismo con rigor, para ser después juzgado con piedad y consiga lo que pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
DÍA OCTAVO
Dios y Señor de los Querubines que están adornados de perfectísimas sabidurías: ofrezco los merecimientos de estos sapientísimos espíritus y los de San Miguel, príncipe de los sabios del cielo, por quien enseñas a vuestra Iglesia las verdades que necesita saber para que me enseñe a temerte y amarte, que es la mayor sabiduría y que me concedas lo que pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
DÍA NOVENO
Dios y Señor de los Serafines que se abrazan a vuestro amor: ofrezco los merecimientos de estos ardentísimos espíritus y los de vuestro amado y amante San Miguel, para que yo os ame, único Dios y Señor mío, sobre todas las cosas, con toda el alma, con todo el corazón y con todas las fuerzas; y para que me concedas lo que pido en esta novena, a mayor honra y gloria vuestra. Amén.
ORACIÓN
¡Oh soberano Arcángel! ¡Oh excelente príncipe de la corte del cielo! ¡Quién no os será muy devoto desde hoy, si así favorecéis a vuestros devotos? ¡Quién no os servirá con mucho cuidado, si de esta manera pagas los servicios que os hacen? Mas para que yo os ame, basta saber el amor que me tienes al que no puedo corresponder, con igual amor. Pero ya que con obras no puedo responder a tantas mercedes, recibe mis palabras y afectos. Gracias te doy, ¡oh excelso y sublime espíritu!, porque defendisteis la honra y gloria de mi Señor Jesucristo y por todos los servicios que en toda la vida le hicisteis a Él y a su Santísima Madre.
Gracias os doy por el ángel que has destinado para mi guarda y por los otros beneficios generales y particulares que por vos o por medio de vuestros ángeles me has hecho, los cuales no conozco bastante en esta vida, ni los puedo dignamente agradecer y por eso pido y suplico al ángel de mi guarda, que en mi nombre te los agradezca y juntamente los que has hecho a toda la naturaleza humana; y principalmente a la Santa Iglesia, de que yo soy miembro. Yo me gozo de todos los privilegios, gracias, prerrogativas, dignidades y dones naturales y sobrenaturales con que el Señor te ha honrado y enriquecido y doy al Señor eternas gracias por ellos, porque así quiso exaltarte y hacerte su privado y favorecido entre todos los ángeles.
Defiéndeme, ¡oh valerosísimo capitán de los ejércitos de Dios! Envía en mi socorro vuestros soldados, para que me defiendan de los demonios y no me rindan a sus combates y tentaciones. Manda vuestros ángeles que me guíen para no andar errado; que me alumbren para que no camine ciego y que pongan sus manos para que no tropiecen mis pies en el camino peligroso, de esta vida. Asistid con vuestros ángeles, a mi muerte y alcanzadme del Señor contrición verdadera de mis culpas, para que presentada por vuestras manos ante el trono de la Santísima Trinidad, entra en posesión de la gloria, donde alabe al Señor para siempre dar perpetuas gracias de haber conseguido con vuestra intercesión la bienaventuranza. Amén.
Señal de la Cruz: Por la señal de la Santa cruz, de nuestros enemigos, líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Acto de contrición: Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos, he ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que, por tu infinita misericordia, me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén
San Miguel Arcángel, campeón leal de Dios y de su pueblo, me dirijo a usted con confianza buscando tu poderosa intercesión. Por el amor de Dios, Quien te hizo tan glorioso en gracia y poder, y por el amor de la Madre de Jesús, la Reina de los Ángeles, complácete en escuchar mi oración.
Tú conoces el valor de mi alma a los ojos de Dios. Que ninguna mancha del mal deforme su belleza. Ayúdame a vencer el espíritu maligno que me tienta.
Yo deseo imitar tu lealtad a Dios y a la Santa Madre Iglesia y a tu gran amor a Dios y a las personas. Y debido que tú eres es el mensajero de Dios para el cuidado de su pueblo, te encomiendo esta solicitud especial:
- Mencionar la petición -
San Miguel Arcángel, debido a que tú eres, por la voluntad del Creador, el poderoso intercesor de los cristianos, yo tengo una gran confianza en tus ruegos. Yo sinceramente confío en que, si es santa voluntad de Dios, será concedida mi petición.
San Miguel Arcángel, ruega por mí y también por todos aquellos a quienes amo. Protégenos en todos los peligros del cuerpo y alma. Ayúdanos en nuestras necesidades diarias.
A través de tu poderosa intercesión, que podamos vivir una vida santa, una muerte feliz, y alcanzar el cielo, donde podemos alabar y amar a Dios contigo por toda la eternidad. Amén.
San Gabriel Arcángel, yo te venero como el "Ángel de la Encarnación," especialmente porque Dios te ha designado para llevar los mensajes relacionados con el Dios-Hombre a Daniel, Zacarías, y a la Virgen María. Ven y dame una devoción más sensible a nuestra madre, más parecida a la tuya
Te venero también como la "fuerza de Dios", porque tú eres el consuelo, consolador y dador de la fuerza de Dios, elegido para fortalecer la fidelidad de Dios y para enseñarnos las verdades importantes.
Pido la gracia del poder especial de la voluntad de luchar por la santidad de la vida, apaciguar mis propósitos, renovar mi valor. Confórtame y consuélame en los problemas, las pruebas y sufrimientos de la vida diaria. Pongo mi confianza en Ti.
San Gabriel, te pido especialmente por este favor:
- Mencionar la petición -
A través de tu sincero amor por el Hijo de Dios hecho hombre y por su bendita Madre, te lo suplico, intercede por mí que mi petición sea concedida, si es la santa voluntad de Dios.
Ruega por nosotros, San Gabriel Arcángel. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Dios todopoderoso y eterno, Tú elegiste al Arcángel Gabriel, de entre todos los ángeles para anunciar el misterio de la encarnación de tu Hijo. Por tu misericordia, que nosotros te honremos sobre la tierra y que podamos sentir el beneficio de su patrocinio en el Cielo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
San Rafael Arcángel, tú que permaneces tan cercano al trono de Dios y ofreces nuestras oraciones, yo te venero como el mensaje y amigo especial de Dios.
Yo te elijo como mi patrono y deseo amarte y obedecerte como lo hizo el joven Tobías.
Te consagro mi cuerpo y alma, todo mi trabajo, y toda mi vida. Quiero que seas mi guía y Consejero en todos los problemas y decisiones de mi vida peligrosas y difíciles.
Recuerda, Oh queridísimo, San Rafael, que la gracia de Dios se preservó contigo y con los buenos ángeles en el cielo cuando los ángeles orgullosos fueran arrojados en el infierno.
Te ruego, pues, que me ayudes en mi lucha contra el mundo, el espíritu de impureza, y el demonio. Defiéndeme de todos los peligros y todas las ocasiones de pecado. Guíame siempre en el camino de la paz, la seguridad y la salvación.
Ofrece mis oraciones a Dios del mismo modo en que ofreciste las de Tobías, de manera que, a través de tu intercesión, puedan obtener las gracias necesarias para la salvación de mi alma.
Te pido que ruegues por mí para que Dios me conceda este favor si es su santa voluntad:
- Mencionar la petición -
San Rafael, ayúdame a amar y a servir a mi Dios fielmente, a morir en su gracia, y por finalmente alcanzar el mérito de unirme a Ti para ver y alabar a Dios para siempre en el cielo. Amén.
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla; sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes.
Y tú, Príncipe de la Milicia Celestial, arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas.
Amén
San Gabriel Arcángel, Humildemente te pido que intercedas por nosotros ante el trono de la misericordia divina.
Así como anunciaste el misterio de la Encarnación de la Virgen María, que a través de tus oraciones podamos recibir fortaleza en la fe y el coraje de espíritu, y de este modo, el favor de Dios y la redención por medio de Cristo Nuestro Señor.
Que podamos cantar la alabanza de Dios nuestro Salvador, con los ángeles y los santos en el cielo por siempre.
Amén.
San Rafael Arcángel, ayúdanos en todas las necesidades y las pruebas en el viaje de esta vida terrenal, del mismo modo que, a través del poder de Dios, restauraste la vista y diste guía al joven Tobias.
Humildemente buscamos su ayuda e intercesión, que nuestras almas puedan curarse, nuestros cuerpos estén protegidos de todos los males, y que a través de la gracia divina, nosotros podamos hacernos aptos de habitar en la gloria eterna de Dios en el cielo. Amén.
Del 20 al 29 de Septiembre
FIESTA: 29 Septiembre
Responder a cada Letanía: ….. Ruega por nosotros
HISTORIA
29 de septiembre (I)
SAN MIGUEL ARCÁNGEL*
Fiesta
— La misión de los Ángeles. Los tres Arcángeles a los que la Iglesia honra de manera particular.
— El Arcángel San Miguel. Su ayuda en la lucha contra el diablo.
— Pedir a este Santo Arcángel su continua protección sobre la Iglesia.
I. Leemos en el Evangelio de la Misa estas palabras de Jesús: Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre. Son los ángeles que continuamente alaban a Dios, y «toman parte, a su manera, en el gobierno de Dios sobre la creación como poderosos ejecutores de sus órdenes (Sal 102), según el plan establecido por la Divina Providencia. A los ángeles está confiado en particular un cuidado y solicitud especiales para con los hombres, en favor de los cuales presentan a Dios sus peticiones y oraciones». La misión de los ángeles como embajadores de Dios se extiende a cada uno de los hombres, y de modo principal a quienes tienen una misión específica en orden a la salvación (por ejemplo, los sacerdotes), y a las naciones enteras. Todos los días, a todas las horas, en el mundo entero, «en el corazón de la Santa Misa», se apela a los Ángeles y a los Arcángeles para cantar la gloria de Dios.
Hoy resulta particularmente oportuno considerar que la Iglesia honra en su liturgia «a tres figuras de ángeles a los que en la Sagrada Escritura se les llama con un nombre. El primero es Miguel Arcángel (cfr. Dan 10, 13. 20; Apoc 12, 7; Jd 9). Su nombre expresa en síntesis la actitud esencial de los espíritus buenos. Mica-El significa, en efecto: ¿Quién como Dios?». El segundo es Gabriel, «figura vinculada sobre todo al misterio de la Encarnación del Hijo de Dios (cfr. Lc 1, 19; 26). Su nombre significa: Mi poder es Dios, o Poder de Dios». Por último, Rafael «significa: Dios sana». Meditando sobre su misión comprendemos la enseñanza contenida en la Carta a los Hebreos: ¿No son todos ellos espíritus administradores, enviados para servicio y en favor de los que han de heredar la salud?.
Su existencia y su cercanía en nuestros quehaceres de todos los días nos mueven a pedir con la Liturgia de la Misa: Oh Dios, que con admirable sabiduría distribuyes los ministerios de los ángeles y los hombres, te pedimos que nuestra vida esté siempre protegida en la tierra por aquellos que te asisten continuamente en el Cielo. A nuestros Ángeles Custodios, cuya fiesta celebraremos dentro de pocos días, y a los Santos Arcángeles debemos incontables ayudas diarias. Son una muestra palpable del amor que nuestro Padre Dios tiene hacia sus hijos. ¿Acudimos a ellos frecuentemente en medio de nuestros trabajos diarios? ¿Les tratamos con confianza, pidiéndoles que nos ayuden a servir a Dios y que nos protejan en nuestra lucha diaria? ¿Nos sentimos seguros con su compañía a lo largo del día, y especialmente cuando llega la tribulación o cuando estamos en trance de perder la serenidad y la paz de los hijos de Dios?
II. Leemos en la Primera lectura de la Misa: Y se entabló un gran combate en el cielo: Miguel y sus ángeles lucharon contra el dragón. También lucharon el dragón y sus ángeles, pero no prevalecieron, ni hubo ya para ellos un lugar en el cielo. Fue arrojado aquel dragón, la serpiente antigua, llamado Diablo y Satanás, que seduce a todo el universo. Fue arrojado a la tierra y también fueron arrojados sus ángeles con él.
Los Santos Padres interpretan estos versículos del Apocalipsis como testimonio de la lucha entre Miguel y el diablo cuando fueron sometidos a prueba los espíritus angélicos. Bajo esta luz entendieron también la lucha que Satanás sostiene contra la Iglesia a lo largo de los siglos y que se radicalizará al final de los tiempos.
Según tradiciones judías seguidas por algunos Padres de la Iglesia, el demonio fue una criatura angélica que se convirtió en enemiga de Dios al no aceptar la dignidad concedida al hombre. Entonces el diablo y sus seguidores fueron arrojados a la tierra, y desde entonces no cesan de tentar al hombre para que, pecando, se vea también privado de la gloria de Dios. En el Antiguo Testamento se presenta al Arcángel San Miguel como aquel que, de parte de Dios, defiende al pueblo elegido. La lucha constante contra el demonio, que intenta sacar partido de cada situación, y que «caracteriza la figura del Arcángel Miguel, es actual también hoy, porque el demonio está todavía vivo y operante en la tierra». Es más: «hay épocas en las que la existencia del mal entre los hombres se hace singularmente evidente en el mundo (...). Se tiene la impresión de que el hombre actual no quiere ver ese problema. Hace todo lo posible por eliminar de la conciencia general la existencia de esos dominadores de este mundo tenebroso, esos astutos ataques del diablo de los que habla la Carta a los Efesios. Con todo, hay épocas históricas en las que esa verdad de la revelación y de la fe cristiana, que tanto cuesta aceptar, se expresa con gran fuerza y se percibe casi palpable».
Esa actuación del diablo en la sociedad y en las personas, que a veces se expresa con gran fuerza y se percibe de forma casi palpable, ha llevado a la Iglesia a invocar a San Miguel como guardián en las adversidades y contra las asechanzas del demonio: Manda, Señor, en ayuda de tu pueblo al gran Arcángel Miguel, para que nos sintamos protegidos en nuestras luchas contra Satanás y sus ángeles. Asechanzas reales y terribles, que tratan de aniquilar la vida de Cristo en las almas, si no contáramos con la gracia divina y la ayuda de los ángeles y de Nuestra Madre del Cielo.
La festividad de hoy nos recuerda, además, «que al comenzar la Creación, brotó esta primerísima adoración de la profundidad espiritual de los seres angélicos, sumergiéndose, con todo su ser, en la realidad del Quién como Dios: Miguel y sus ángeles (Apoc 12, 7). Al mismo tiempo, esta lectura del libro del Apocalipsis nos hace tomar conciencia de que a esta adoración, a esta primerísima afirmación de la majestad del Creador se contrapuso una negación. Frente a esa orientación llena de amor de Dios (¡quién como Dios!) estalló una plenitud de odio en rebelión contra Él», que todavía parece sentirse en el mundo de mil formas diversas. Cuando más se haga presente a nuestro alrededor esa falta de servicio amoroso a Dios y a los demás por Dios, nos recordará a nosotros los cristianos que hemos de amarle y servirle con todo nuestro ser, sin esperar nada a cambio. Serviam! Señor, te serviré, le diremos en la intimidad de nuestro corazón muchas veces, y haremos realidad esta oración en tantas ocasiones como se nos presentan a lo largo del día. Aprovechemos la fiesta de hoy para decir a Jesús: Jesús, no tengo otra ambición que la de servirte.
III. Cristo es el verdadero vencedor del pecado, del demonio y de la muerte. Y en Él vencemos siempre; nos presta frecuentemente su ayuda a través de los ángeles y de los santos. Ahora es el juicio de este mundo decía Jesús refiriéndose a los últimos acontecimientos de su vida aquí en la tierra, ahora el príncipe de este mundo va a ser arrojado fuera. Y Yo, cuando sea levantado en alto, atraeré a todos a Mí. Y ante lo que cuentan los discípulos de que en Su nombre son sometidos los demonios, el Señor exclama: Veía Yo a Satanás caer del cielo como un rayo.
Sin embargo, el triunfo de los cristianos sobre el demonio no tendrá lugar hasta el fin de los tiempos. Por eso, San Pedro, después de exhortar a los primeros cristianos a la más plena confianza en Dios Descargad en Él, les dice, todas vuestras preocupaciones, porque El cuida de vosotros, les llama vivamente la atención para que estén vigilantes: Sed sobrios y vigilad, pues vuestro adversario el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quien devorar. Y comenta San Cipriano: «Anda alrededor de cada uno de nosotros, como un enemigo que tiene sitiada una plaza y explora las murallas y examina si hay alguna parte débil y poco segura por donde penetrar». Quizá recordaba el Apóstol, mientras escribía estas recomendaciones, aquellas palabras del Maestro: Simón, Simón, he aquí que Satanás os ha reclamado para cribaros como el trigo. Pero Yo he rogado por ti para que no desfallezca tu fe....
El gran triunfo del demonio en nuestros días consiste quizá en que muchos, o lo han olvidado, o bien piensan que son creencias de otras épocas menos avanzadas culturalmente. No lo olvidemos nosotros, pues su acción misteriosa en la vida del mundo y de las personas es bien real y efectiva. Acudamos con frecuencia a San Miguel Arcángel. El Papa Juan Pablo II, en ese discurso que hemos citado, varias veces volvía a recitar, en nombre de toda la Iglesia, una antigua oración a este Santo Arcángel: Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha, sé nuestro amparo contra la maldad y las asechanzas del demonio. Pedimos suplicantes que Dios lo mantenga bajo su imperio; y tú, Príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno, con el poder divino, a Satanás y a los otros espíritus malvados que andan por el mundo tratando de perder a las almas. Amén